Revés Online

El otro cine

Cortesía FICM

Como un director no convencional se declaró Amos Gitai en la charla que sostuvo con el periodista Nick Rodick, en la que el realizador israelí destacó que no se puede ser simplemente un (con)»ducto» para la gente que tiene poder.

Amos Gitai Nick Roddik
Cortesía FICM

Por Omar Arriaga Garcés

Con críticas a Hollywood y a quienes realizan en los EEUU producciones muy espectaculares visualmente pero superficiales y narrativamente malas, Gitai habló en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) del desafío constante que busca plantear en sus películas. Para el cineasta, arquitecto de formación, la cámara es una especie de escudo que lo puso cerca de la muerte desde el inicio y al mismo tiempo lo protegió de ella, luego de que su madre le regalara una 8 milímetros antes de ir a hacer su servicio militar, por el que tuvo que participar en la guerra.

La experiencia de haber sido herido en la conflagración de Yom Kipur en 1973 sobre un helicóptero incendiado en el que casi todos los ocupantes murieron, luego de dedicarse a rescatar a gente que se había quemado dentro de los tanques durante el mismo conflicto, supuso un parteaguas en su vida, que ha marcado sus filmes y su actitud de no permanecer en una zona de confort.

Ese choque sería más tarde simulado en Kippur (2000). «La tecnología debe ser traducida al cine… Es bueno estudiar, pero no hay que apegarse a lo técnico ni aceptar lo convencional… La gente de buen nivel aceptará siempre los desafíos, así sean técnicos, actrices o productores», son frases que expresó durante la charla con Nick Rodicck en el Teatro José Rubén Romero.

En ese sentido, dijo no saber por qué toda la gente quiere ir a Hollywood a trabajar, si en realidad en esos estudios estadounidenses por lo general las películas no tienen un buen nivel.

Señaló que hacer cine nunca ha sido algo fácil, y externó haber tenido que salir de su país a causa de la censura y porque no podía filmar todo lo que quería, razón por la dijo que el cine debía mantener siempre cierta independencia con respecto al poder: «no puedes ser un ducto para la gente del poder».

Consideró un error los nuevos mecanismos para obtener aportaciones monetarias para el cine, ya que mediante un proyecto muchos directores conseguían recursos para filmar aun sin haber mostrado una sola escena, lo que redundaba en malos proyectos y una mala cinematografía.

Expresó una deuda creativa con el realizador del neorrealismo italiano Roberto Rosellini, quien rodó Roma, ciudad abierta en 1945, recién finalizada la Segunda Gran Guerra; además de mencionar a algunos artistas con los que ha colaborado a lo largo de su ya amplia trayectoria, siguiendo el consejo que su madre le diera de «ir tras lo mejor» al trabajar con la bailarina Pina Bausch, el mítico director de teatro Peter Brook o el también realizador italiano Bernardo Bertolucci.

Salir de la versión móvil