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Artista y curador: el dúo dinámico

Curador es un término que viene del latín Curare y se usó primeramente en el ámbito jurídico para designar a una persona que se encarga de cuidar del patrimonio y asuntos civiles de otra que, por diversas razones, no puede hacerlo por sí misma. El término pasó al argot artístico en la segunda mitad del siglo XX, pues con el auge de exposiciones temporales en museos y otros espacios expositivos, el curador se vuelve necesario para la exitosa realización de exposiciones.

Tiene sus antecedentes en los encargados de los tesoros reales en todas las épocas y geografías, y en las colecciones de arte sacro de todo tipo de religiones alrededor del mundo. El Palacio de Moctezuma, el Museión de Alejandría y los tesoros del Vaticano son ejemplos suficientes. El Renacimiento propició un auge en la producción artística en el cual destaca la colección de los Medici y los Gonzaga en Italia. Posteriormente, los Cuartos de Maravillas o Gabinetes de curiosidades de los siglos XVI y XVII, fomentados por las exploraciones europeas a otros continentes. En 1683 se abre el primer museo público, el Ahmolean Museum en Oxford. En 1793, con los bienes decomisados a la iglesia y a la nobleza durante la Revolución Francesa, sobre todo la pinacoteca del rey Luis XIV de Francia, se abre el Museo del Louvre.

Se definen entonces los tres tipos principales de museos, quedando el Museo de Arte separado del Museo de Ciencias Naturales y Museo Arqueológico. En la actualidad encontramos múltiples tipos de museos, cada uno de los cuales suele tener curador, o al menos, encargado de contenidos.

En la actualidad, la figura del curador es generalmente aceptada y valorada, y se ejerce tanto en áreas artísticas como en otras como el urbanismo, numismática, contenidos en la web, contenidos en revistas, entre otros. Los principales museos, galerías y ferias de arte del mundo cuentan con un departamento de curaduría: curador en jefe, asistentes curatoriales y en ocasiones trabajan con curadores invitados. Desafortunadamente, en la provincia mexicana existen todavía muchos museos con importantes acervos o espacios de exposiciones temporales que no han implementado este servicio en su haber, y es el director administrativo u otro personal quien hace las veces de curador.

Ala Blanca, Festival de Partituras Ehrenbergianas en el MACAZ, 2011. Cocuraduría con Ana Montiel.

 

Pero el curador actualmente es una figura insustituible, debido a que su formación y preparación para dicho ejercicio es muy particular; el curador domina áreas tan diversas y complementarias como la estética, la historia e historiografía del arte, crítica y psicología de arte; y las diferentes técnicas y manifestaciones artísticas. No sólo selecciona la obra que se mostrará, dando coherencia conceptual a la muestra; además, coordina la logística del evento expositivo, lo que incluye muchas veces gestión de espacios, recursos, contacto entre instituciones privadas y públicas, relación con los medios de comunicación, revisión de material de difusión y material impreso de salas. Tiene la capacidad de redactar textos pulcros e interesantes, que sinteticen lo importante de tal o cual obra o artista y cuida que el guión museográfico sea adecuado para la curaduría.

El curador tiene, idealmente, la capacidad de analizar las necesidades de su entorno de acción, ya sea en sea un museo, centro cultural o su entorno de vida inmediato si se trata de un curador independiente; reflexionando qué puede él proponer para crear un puente novedoso, auténtico y fresco entre el creador, sus obras y el público.

La equivocada y cada vez menos popular idea del curador como un vampiro o artista frustrado que sólo quiere aprovecharse del talentoso inocente y brillante artista, es negativa. Los lazos laborales entre un artista y un curador pueden ser absolutamente benéficos para ambos. En realidad, cada artista y cada curador son únicos; porque cada persona es única. Lo importante es que cada artista encuentre al curador que en determinado momento de su carrera puede ayudarle, pueden mutuamente ayudarse.

Hay creadores que son excelentes autogestionando su carrera. En ocasiones su talento como gestores es mayor a su talento artístico, pero vemos que al saber promover su obra, logran difusión y reconocimiento de su trabajo, mientras que artistas que fueron dotados de un gran talento, pero no tienen el carácter y las herramientas para promover su trabajo, difícilmente logra difundir merecidamente su labor. Aún así, los artistas que saben promoverse, están conscientes que la mancuerna con un curador es en ocasiones de gran ayuda, por lo menos para ciertos proyectos.

Pilambé, de Luis Ricaurte. Clavijero, 2013.

 

Claro que si un artista es bueno, pero está peleado con el dinero y el reconocimiento, y lo único que quiere es crear y crear hasta que su obra no quepa en la casa de su mamá o en el cuarto que renta en la azotea, posiblemente al morir de inanición la casera o el tío ambicioso descubrirán su gran talento y se harán millonarios al lanzar su obra junto al trágico relato de su vida. Será hasta entonces que culmine la razón de ser del arte, que es el circuito comunicacional artista-obra-espectador. Veamos esto a detalle. El proceso creativo tiene varias fases: comienza como una idea intangible que el artista materializa a través de la obra para ser comunicada a un espectador.

Cada fase es importante, pero en ocasiones una obra no logra su cometido y se queda en idea, ya sea porque el artista es perezoso, o porque no se cuenta con los recursos materiales, humanos y económicos para materializarla. Otras veces se logra la materialización de la obra, pero por alguna razón, no llega a un espectador. Cada artista decide hasta dónde llevar cada pieza, pero en general se considera exitoso el circuito comunicacional del arte cuando el creador a través de una obra, toca el corazón del otro, provocando en él cualquier tipo de emoción, sentimiento o reflexión.

La capacidad de síntesis, el análisis de los requerimientos logísticos de un proyecto, los contactos con otros artistas, con instituciones, con patrocinadores; y la disciplina para concretar proyectos que debe tener un curador, muchas veces son de gran ayuda para un artista que desea concentrarse primordialmente en crear. La relación curador-artista llegará hasta donde ambos quieran. El curador debe ser extremadamente respetuoso con los procesos creativos del artista y lo suficientemente inteligente para dar consejo en cualquier parte del proceso, desde lo conceptual hasta lo práctico. Al tener una mirada educada, entrenada y crítica, el curador puede hacer notar al artista fallas, fortalezas y posibilidades en su obra y su carrera.

En el caso de estudiantes de arte o artistas emergentes, el contacto con curadores y críticos de arte debe ser obligatorio. No es un secreto que entre la cotidianidad del quehacer artístico y el sistema educativo hay una brecha enorme. Es importante tender lazos hacia el exterior que ayuden a los alumnos a familiarizarse con el ámbito profesional. Todos queremos vivir de lo que hacemos, nadie quiere estudiar arte para abandonar su creatividad y conformarse con un empleo que no disfruta.

Todo trabajo es digno, pero hacer lo que nos gusta y vivir de ello, debería ser nuestra prioridad. De los estudiantes de Arte universitarios, ¿cuántos en diez años se mantendrán activos en el mundo del arte? ¿cuántos lograrán concretar sus proyectos? ¿cuántos lograrán la independencia económica con su trabajo creativo? Depende mucho de lo que hagan hoy el que lleguen o no a sus metas. Si pasan de noche la escuela, no habrá día siguiente. Pero ojo, la escuela es para aprender técnicas, historia, y otras curiosidades. Ninguna escuela puede formar artistas. La vida forma artistas, la capacidad de arrojarse al vacío y SER plenamente un ser creativo forma artistas.

Los caprichos y los disparates, de Francisco de Goya. Clavijero, 2014.

 

El valor de decir quién soy y qué pienso de una manera estética forma artistas. La disciplina de trabajar en mi técnica, de entrenar la mirada para lograr composiciones perfectas, de terminar a tiempo mis proyectos y dar el extra en todo lo que haga, eso forma artistas. El ser capaz de ponerme en los zapatos del otro; del panadero, de la mujer encinta, del niño que juega, del preso, de la señora que vende tortillas en el mercado, y encontrar lo interesante de cada uno de ellos, eso forma artistas. El valorar cada bocado, cada trago, cada orgasmo, cada amigo. De nuevo, el tener el valor de SER, eso forma artistas. La capacidad de crítica constructiva, el interés por el bien colectivo, la curiosidad constante, el asombro por lo nuevo. Eso forma artistas.

Es aconsejable formar redes con colegas y amigos, romper la burbuja de la escuela lo más rápido posible para comenzar una etapa profesional sin miedos ni titubeos. Trabajar con disciplina en sus portafolios de obra y cada vez que tengan oportunidad, acercarse a curadores y críticos.  Posiblemente encuentren a varios dispuestos a colaborar con ustedes, y si eso ocurre, su carrera se fortalecerá.

Los curadores podemos ser unos de los mejores aliados de los artistas. Los invito a que, si no lo han hecho, se den la oportunidad de colaborar con uno. Les aseguro que somos genialmente adorables.

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