Asfixia (2018), segundo largometraje que escribe y dirige Kenya Márquez abrió la tercera jornada de largometrajes en competencia en el Festival de Cine de Morelia (FICM). La cinta marca el regreso de la directora tapatía a la capital michoacana, luego de que hace unos años se presentara en Morelia su ópera prima Fecha de caducidad (2012), protagonizada por Damián Alcázar.
La película sigue los pasos de Alma, una joven albina que recién ha salido de prisión acusada de robar de medicamentos. Desesperada por encontrar a su pequeña hija, Alma recorre las calles y mercados de la capital del país. Pronto, una antigua compañera de trabajo la pone en contacto con Clemente, un pensionado que cree padecer todas las enfermedades habidas y por haber. A ambos los une la ausencia de sus seres queridos, sin embargo, a diferencia de Clemente, Alma no se rendirá hasta encontrar a su hija.
La directora, quien escribió el guión junto a su colaborador habitual Alfonso Suárez, buscaba indagar en las consecuencias de la discriminación. En el caso de su personaje central, Alma debe enfrentar una doble marginación, primero por ser albina y segundo, por ser una ex presidiaria. En ese sentido, también podríamos hablar de la discriminación que existe hacia Concha, amiga de la protagonista, morenita y rechoncha, quien soporta mansamente toda clase de insultos por parte de su pareja sentimental.
Aunque no siempre son del todo claras las motivaciones de los personajes, es evidente que todos ellos sufren alguna carencia emocional. Son marginados que viven excluidos a pesar de estar rodeados de otras personas. Ya sea la muerte de un hijo, la discriminación por haber pasado por la cárcel o el anhelo de una boda perfecta, todos ellos tienen una excusa que los ata a situaciones indeseables.
Como un mal propio de las grandes ciudades encontramos que es cada vez más común conocer el caso de alguna persona que vive en soledad, que busca relacionarse a través de las redes sociales. Aunque no se aborda el tema del uso de la tecnología como sustituto de la interacción social, se entiende que para los personajes es imposible relacionarse o establecer un diálogo real con sus semejantes.
Johana Fragoso, joven albina que interpreta a Alma, resultó ser todo un descubrimiento. Psicóloga de profesión y sin instrucción previa en el mundo de la actuación, logra ser el centro de atención del filme, apoyada eso sí, por un buen equipo de trabajo y actores experimentados, como Mónica del Carmen y Enrique Arreola. En ese sentido no hay que dejar de mencionar el desempeño de la pequeña Azul Magaña, quien interpreta a la hija de Alma.
En Asfixia es posible encontrar algunas trampas en el guión, da la impresión de que cada vez que algo impedía la fluidez narrativa, los guionistas recurrían a un recurso no siempre eficiente para hacerla avanzar. No obstante, hay que reconocer que lo más reciente de Kenya Márquez es de muy buena factura y crea una interesante amalgama con actores naturales y profesionales. Sin embargo, no parece que eso sea suficiente para destacar entre la exigente selección que este año nos ofrece el FICM.
*Fotografía tomada del FICM