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Aún Estoy Aquí: sobrevivir a la dictadura

Aún estoy aquí. Dictadura

Si quitamos el peculiar régimen de Alfredo Stroessner en Paraguay, la dictadura militar de Brasil (1964-1985), llamada pomposamente la “Quinta República”, fue la más longeva de las que dominaron Sudamérica en la segunda mitad del siglo XX. Apoyados en mayor o menor medida por el gobierno estadounidense en turno, estos regímenes militares se caracterizaron por un claro rechazo al comunismo, el apoyo a las oligarquías locales y las graves violaciones a los derechos humanos, las cuales incluyeron una larga lista de muertos y desaparecidos.

Aún estoy aquí (Ainda estou aqui, 2024), lo más reciente de Walter Salles, nos lleva justamente a esos agitados años de la vida política y social del gigante sudamericano. El cineasta carioca compitió en 1999 por un Oscar, en la categoría que en aquel entonces se conocía como “mejor película en lengua extranjera”, con Estación Central (Central do Brasil, 1998), la cual contó con una muy sonada actuación de Fernanda Montenegro. Veinticinco años después, con tres nominaciones, un filme de Salles volverá a una ceremonia de los premios de la Academia.

La película se basa en el libro autobiográfico de Marcelo Rubens Paiva, Ainda estou aqui (sin edición disponible en español). Marcelo es hijo del ingeniero y político brasileño Rubens Paiva, quien fue secuestrado por la dictadura militar brasileña en 1971. Este crimen sucedió cuando el escritor contaba con once años de edad y Marcelo recuerda en su libro, detalles de la vida familiar, la posterior desaparición forzada de su padre, así como la prolongada lucha de su madre, Eunice, por obtener justicia y honrar su memoria.

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En la primera parte del metraje se nos muestra la vida típica de una familia acomodada de Río de Janeiro durante la dictadura. Somos testigos de alegres reuniones familiares, clases particulares de ballet y algunos lujos que estaban fuera del alcance de la mayor parte de los brasileños, como discos importados y cámaras de video portátiles. Salvo las noticias de secuestros de diplomáticos extranjeros y los ocasionales retenes militares para detener a cualquiera de apariencia comunista, las cosas parecen relativamente tranquilas para la clase media alta que se mantenía al margen de la política.

Pero Rubens Paiva, un exdiputado del gobierno anterior al golpe militar, nunca dejó de tener nexos con los militantes de izquierda. Fue detenido a principios de 1971 y es a partir de ese momento en donde se desarrolla la segunda parte de la película, centrándose ahora en Eunice, quien también fue detenida e interrogada durante varios días hasta que se le permitió volver con sus hijos.

Es aquí en donde el horror de la dictadura muestra sus alcances. A la desaparición del padre, siguió el acoso gubernamental y la disminución de la capacidad económica de la familia, que se ve obligada a cambiar la querida casa familiar de Río por un pequeño departamento en Sao Paulo, lo que marca el fin de una época en el clan de los Paiva.

Aunque el personaje interpretado por la actriz Fernanda Torres es quien ocupa la mayor parte de las secuencias, lo cierto es que esta parte de la narrativa encierra el punto de vista de un niño, el único hijo varón de la familia. La vida despreocupada, ajena a las tribulaciones políticas de un país convulso termina de golpe con la desaparición del padre y una mudanza precipitada.

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De ahí, el salto narrativo de 25 años, nos lleva al punto de vista del Marcelo adulto, ahora tetrapléjico y con un libro bajo el brazo (con firma incluida en una concesión un tanto frívola del cineasta brasileño). Son otros tiempos y Eunice, ahora una abogada de renombre, consigue que por fin se expida el acta de defunción de su marido, aunque su cuerpo nunca se haya recuperado. No obstante, el reconocimiento oficial de la participación de la dictadura militar en la muerte de Rubens Paiva llegaría hasta muchos años después.

La filmografía de Walter Salles es ciertamente desigual. Pero al menos por esta ocasión, el cineasta carioca logra reflejar con gran precisión la travesía de una mujer que transita desde la posición de ama de casa acomodada hasta convertirse en un personaje fuerte que sostiene a su familia y se vuelca al activismo. Y es que, aunque la mayor parte de los regímenes militares de la época parecen cortados con el mismo patrón, lo cierto es que no hay ninguna regla escrita, ninguna acción infalible para salir indemne de la brutalidad de una dictadura.

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