Ver a BB King tocar es ver a un guitarrista que parece rendir tributo a su instrumento, ya que no sólo posa los dedos en los trastes para sacar notas, no; BB King es un músico que extrae de su alma cada sonido.
Por Jorge A. Amaral
En el rock y el blues hay guitarristas portentosos como Steve Vai o Yngwie Malmsteen, hay los virtuosos como Jimmi Hendrix o Eric Clapton, prolíficos y multifacéticos como Carlos Santana o Joe Satriani, o bien los sumamente expresivos, aunque no menos buenos, como Stevie Ray Vaughan o Buddy Guy. Pero hay los que son excelentes músicos, prolíficos y además encantadores como BB King.
Después de algunas envidiables décadas recorriendo el mundo con el blues a cuestas, el sonido de esa Gibson llamada Lucille se ha vuelto inconfundible con sus vibratos y solos de un refinamiento y emotividad tales que remiten a T-Bone Walker, y ese sonido ha sido influencia para muchos músicos de blues eléctrico, sobre todo si hablamos de Chicago blues.
Ver a BB King tocar es ver a un guitarrista que parece rendir tributo a su instrumento, ya que no sólo posa los dedos en los trastes para sacar notas, no; BB King es un músico que extrae de su alma cada sonido, éste viaja por sus manos y sale al mundo exterior a través de las cuerdas, al menos esa sensación da al ver cómo su semblante se transforma en cada sonido, en cada vibrato, en cada solo, parece que es él quien canta la nota y lo transmite al escucha que más tarde que temprano sentirá el blues al escuchar The thrill is gone, Three o’clock blues o Guess who, o que bien puede comenzar a bailar al ritmo de Philadelphia, To know you is to love you o I like to live the love, porque el blues también se baila, de hecho es parte de su origen, además de toda esa historia de esclavitud que todos conocemos.
Tal ha sido la importancia de BB King, no sólo en el blues, sino en la cultura pop en general, que son numerosos los artistas que han hecho duetos con él sabiendo que están tocando o cantando a lado de un maestro de la guitarra, desde los más arraigados en la tradición del blues como Buddy Guy, Eric Clapton, Robert Cray o Koko Taylor, pasando por bandas de rock como U2 o Rolling Stones, gente más enfocada hacia el folk como Tracy Chapman o del jazz como John McLaughlin; artistas de la envergadura de Phil Collins y hasta raperos (género al que considero nieto del blues, luego hablaré de esto) como Heavy D.
Y es que si algo caracteriza la música de BB King, a pesar de ser blues y con todo y el aura de desgarradora tristeza que este género posee, es el hecho de que no se trata de un blues de amarga melancolía u oscuridad, como bien sucede con John Lee Hooker o Lowel Fulson, sino que, como él mismo diría en una entrevista: “I play blues but I don’t have the blues ‘cuz I’m so happy playing and singing the blues” (lo cito en inglés porque al traducirlo se perdería el juego de palabras), y esto queda patente en I like to live the love: «Music is love / and my love is music / in perfect harmony. / So when I sing / I have sung all about / the love of you and me”. Tal diferencia se debe a que la música de BB King está permeada por elementos del soul y el R&B, géneros más dulces, más alegres y sumamente bailables.
Así pues, aunque BB King ya no grabe ni haga conciertos con la intensidad de antes, nos queda un legado de algunos cientos de canciones y decenas de buenos discos de estudio y en vivo que son la prueba fehaciente de la magnificencia de este músico a quien no queda mejor otra presentación que la que siempre se hace antes de que suba al escenario: “Ladies and gentlemen, put your hands together for the king of the blues, mister B-B-King!”.