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Bellas de noche: documental al desnudo

Bellas de noche (2016), ópera prima de la mexicana María José Cuevas hizo su presentación en la cartelera comercial de la mano de Cinépolis Distribución. La película se estrenó en la gira Ambulante, además de que formó parte de la programación de los festivales de Telluride, Toronto y Morelia, en donde resultó la gran ganadora del certamen al alzarse con el Premio a Mejor Documental realizado por una mujer, el Premio Guerrero de la Prensa y el Ojo, máximo galardón del festival, en la categoría de Largometraje Documental.

La obra de María José Cuevas logra adentrarse a la intimidad de cinco mujeres, todas ellas vedettes polémicas y famosas en el México de finales de los años setenta y principios de la década de los ochenta. Olga Breeskin, Lyn May, Rossy Mendoza, Wanda Seux y la Princesa Yamal desfilan por la pantalla sonriendo y contoneándose aun a varias décadas de que pasaran sus mejores momentos, aquellos en los que con calculados movimientos hacían suspirar a los amantes de la vida nocturna de nuestro país.

María José Cuevas (quien solo como referencia mencionaremos que es hija del artista plástico José Luis Cuevas) cuya carrera hasta el momento se había enfocado en el video experimental, contó que le tomó ocho años reunir el material suficiente para armar el documental, además de que fue un largo proceso para poder ganarse la confianza y establecer una relación más cercana con cada una de las vedettes que aparecen en la película, un trabajo que la directora logra reflejar en la pantalla, ya que en todo momento sus protagonistas lucen confiadas, entusiastas y sinceras.

Las raíces de Bellas de noche se sitúan en los recuerdos de su autora, aquellos programas de televisión en los que Olga Breeskin tocaba el violín con poca ropa o alguna ocasión en que sus padres la llevaron a ver un espectáculo de Lyn May en el Teatro Blanquita. Dichas referencias nos recuerdan que las antiguas estrellas del espectáculo de cabaret forman parte de un México que ya no existe, o en todo caso subsiste en espacios que apenas sobreviven, lejos del glamour y la ostentación de la que hacían gala hace cuarenta años.

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El gran trabajo de edición permite una historia fluida que resalta su aparente sencillez. Se trabajó con un equipo mínimo pero la una gran complicidad entre la directora y sus personajes impide que decaiga la calidad del trabajo. La cámara de María José Cuevas desnuda a Olga Breeskin, quien arrepentida de sus excesos pasados dedica su vida a propagar la perorata de una congregación cristiana, Wanda Seux cuya enfermedad ha puesto en jaque su situación económica, Rossy Mendoza quien gasta su dinero en videntes y planea publicar un simpático mamotreto de metafísica, la Princesa Yamal, quien ha sabido levantarse de una acusación que la llevó a pisar la cárcel por casi tres años y por supuesto a Lyn May, la vedette acapulqueña quien ahora se jacta de haber encontrado el verdadero amor en su séptimo marido.

Bellas de noche no solamente es una mirada al pasado, es un retrato íntimo de cinco mujeres que tuvieron fama, fortuna y que aunque ahora viven el día a día, lo hacen con la misma intensidad de antes. Es verdad que a pesar de cargar con un voluminoso pasado demuestran ingenuidad, pero también la fuerza necesaria para sobrevivir en el ambiente hostil de la farándula, el cual siempre reniega de las estrellas de su pasado.

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