Definitivamente lo peorcito fue reservado para el último día actividades de la sección de Largometrajes Mexicanos en competencia en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). Bictor Ugo (2015), caótico y agotador trabajo codirigido por Carlos Clausell y Josep María Bendicho, se encargó durante poco más de una hora de aburrir o desconcertar en el mejor de los casos, a una audiencia disciplinada que aguantó a pie firme hasta que aparecieron los créditos finales.
¿Y quién es Bictor Ugo? El nombre es un juego de palabras entre el nombre del protagonista y el célebre autor de Los Miserables. En palabras de sus propios creadores (quienes evidenciaban en sus rostros las huellas de la noche anterior), incluso hubo quien les sugirió que al hablar de la película podrían definirla como “los miserables presentan a Víctor Hugo”.
Además de quejarse del sonido de la sala, Carlos Clausell y Josep Bendicho hablaron de las dificultades que representó codirigir la película y de la manera en que buscaron incorporar al guion (porque juran y perjuran que escribieron uno), situaciones externas e improvisadas que al final se quedaron en el metraje.
¿Y de qué va la película? Es difícil decirlo, la cámara sigue todo el tiempo a Hugo (o Ugo), una especie de artista o mago callejero que vive de pedir prestado y de hacer pequeñas demostraciones a los turistas, con lo que consigue lo suficiente para embriagarse cada noche y deambular por las calles sin un destino fijo.
En fin, poco y nada más se puede agregar de Bictor Ugo, una obra intrascendente que por alguna razón desconocida logró colarse a una selección oficial que de por sí había estado muy floja. Cintas como ésta merecen un llamado de atención para quienes eligen las películas que integran las secciones en competencia.