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Blade Runner 2049, la crítica

 

Poner al día o realizar una secuela de Blade Runner (1982), todo un clásico de la ciencia ficción, se antojaba una tarea imposible. La cinta, dirigida por un Ridley Scott en plenitud, sufrió el rechazo inicial de la audiencia estadounidense, pero con el paso de los años su popularidad fue en aumento hasta alcanzar el estatus de filme de culto. Desde entonces, la obra ha sido presentada en una gran variedad de versiones hasta que se entregó el corte definitivo a finales de 2007, con motivo del 25 aniversario de su estreno.

Hace varios años ya se discutía la posibilidad de realizar una secuela, la cual originalmente sería dirigida por el propio Ridley Scott y contaría con la presencia de Harrison Ford, quien repetiría en el papel de Rick Deckard. Pero finalmente el papel protagónico recayó en Ryan Gosling y la película fue encomendada al canadiense Denis Villeneuve, mientras que Ford se mantuvo en el reparto, aunque con una participación menor.

La actualización ubica su historia en la ciudad de Los Angeles en el año 2049, casi treinta años después de lo sucedido en la primera entrega. La caótica ciudad californiana sigue sumida en la contaminación, dominada por la publicidad erótica y los anuncios en caracteres orientales. También permanece la caza de replicantes, androides rebeldes que buscan insertarse en una sociedad, cuyos miembros más afortunados escapan en la primera oportunidad a las colonias espaciales.

Al igual que su predecesora, Blade Runner 2049 (2017) está basada en los personajes de la novela “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, escrita por el novelista estadounidense Philip K. Dick y publicada inicialmente en 1968 (en español acaba de ser reeditada por Minotauro). El guion fue coescrito por el propio Hampton Fancher, quien hizo lo propio para la versión ochentera y cuyo aporte garantizaba la continuidad de la historia.

En este sentido, el filme no decepcionará a los seguidores del clásico de Ridley Scott. Ofrece un argumento bien estructurado, trazado de tal manera que no solo da seguimiento a la historia sino que homenajea y se da el lujo de responder a algunas de las interrogantes de la primera entrega. En cuanto al aspecto visual, quizás lo más destacado del filme, el cineasta canadiense respeta e incluso amplía la estética característica del Blade Runner original, cada imagen es por sí misma impactante, muy al estilo de lo que pudimos ver en La llegada (Arrival, 2016), otra cinta de género dirigida por el propio Villeneuve.

El reparto encabezado por Ryan Gosling, incluye a algunas de la estrellas de la primera entrega (incluyendo por supuesto a Harrison Ford), pero sorprende por convocar a una serie de actrices provenientes del cine europeo o del independiente norteamericano: la cubana Ana de Armas (Manos de piedra), la holandesa Sylvia Hoeks (La mejor oferta), la israelí Hiam Abbass (Los limoneros), la suiza Carla Juri (Zonas húmedas) y la canadiense Mackenzie Davis (Brilla por siempre).

Aunque las comparaciones son inevitables, Blade Runner 2049 brilla con luz propia. Es verdad que hay algunas situaciones que resuelve caprichosamente y tal vez pudo ser un poco más corta (2 horas y 43 minutos parece demasiado). Pero el resultado final es una gran mezcla de sonidos, imágenes y atmósferas, un filme de género elegante que examina el sentido de lo que llamamos “humano” y que ya el tiempo nos dirá si es capaz de conectar con las nuevas generaciones.

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