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Buena suerte, Leo Grande: el orgasmo a los 60

Buena suerte Leo Grande película

En Buena suerte, Leo Grande (Good luck to you, Leo Grande, 2022), el guion de la actriz y comediante inglesa Katy Brand no solo nos acerca sin prejuicios a la actividad que realiza el personaje del título, sino también ofrece una perspectiva de quienes contratan sus servicios. Leo Grande (Daryl Mccormack) no es un chico con un pasado demasiado tortuoso ni sufre de explotación, mientras que su clienta, Nancy (Emma Thompson), no es una caricatura de la perversión, sino una profesora de religión jubilada y recientemente viuda que busca expandir los horizontes de su rutinaria vida sexual.

Aunque no es el tema principal de la película de Sophie Hyde, resulta interesante comparar la forma en cómo representa al trabajador sexual la cineasta australiana respecto a la versión de cuento de hadas del personaje de Julia Roberts en Mujer bonita (Pretty woman, 1990). Entendiendo que fueron producidas con más de tres décadas de diferencia y que tienen distintos objetivos, todo parece indicar que las grandes audiencias siguen prefiriendo una versión inocua y despersonalizada de lo que anteriormente se denominaba como “el oficio más antiguo del mundo”.

Las primeras secuencias muestran los preparativos del encuentro. Él se alista en una cafetería y ella espera nerviosa en un cuarto de hotel, que es en donde transcurre la mayor parte de la película. Gris, aséptico y con un inagotable frigobar, la habitación es testigo de cuatro encuentros entre los protagonistas. En ellos descubrirán cosas, no solo uno del otro, sino también sobre ellos mismos.

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Nancy anhela encontrar el placer sexual que nunca obtuvo en su matrimonio (confiesa sin pudor que nunca ha tenido un orgasmo). Describe con amargura, no solo la relación con quien fuera su esposo, sino también la decepción que representan para ella sus hijos adultos. Un pasado represor y una tendencia a racionalizar todos los aspectos de su vida, le impiden liberarse y disfrutar del momento. Sin embargo, no tiene empacho en hacer una lista de lo que quiere experimentar y afirma sin dudarlo, que quiere llevarlo a cabo con un hombre joven.

El simple hecho de que sea una mujer madura (pese a las inseguridades que siente con respecto a su propio cuerpo) quien busque la compañía de un prostituto joven, es en sí misma una propuesta llamativa, debido a la escasa frecuencia con la que se muestra en el cine. Pero como lo explicaremos más adelante, la cinta no se queda en una exploración de la vida sexual de una mujer madura.

Por otra parte, aunque trata sin obcecaciones a quien ejerce el trabajo sexual, tampoco es que se aborde el tema desde un punto de vista moral o político. El joven ejerce su actividad con total libertad, consciente de sus riesgos y beneficios. Después de todo, Leo Grande, es una identidad ficticia, un personaje que busca la mejor pose cuando no lo están observando y que elige cuidadosamente las palabras que alimentan las fantasías de su cliente en turno.

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No es una película que reivindique el trabajo sexual, aunque lo vea con prejuicios, ni tampoco es sobre el sexo después de la menopausia. En su capítulo final no solo se revela el verdadero nombre de la protagonista (no podía ser otro que Mrs. Robinson), sino el logro de un propósito. La aceptación, la mirada sin temor del propio cuerpo desnudo, la despedida a tiempo de un servicio que “debería ser público”, son pasos llevan a la protagonista no solo a la revalorización del amor propio, sino también al descubrimiento del orgasmo autoinducido.

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