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Carnívoras: crónica del desamor fraternal

El actor nacido en Bruselas, Jérémie Renier, es un habitual en la filmografía de sus compatriotas, los hermanos Dardenne. Su interpretación de un inmaduro padre de familia en El niño (L’enfant, 2005), probablemente sea la más recordada de su prolífica carrera. Ahora, siguiendo los pasos de los Dardenne, Jérémie se unió a su hermano Yannick, para escribir y dirigir en conjunto su primer largometraje: Carnívoras (Carnivores, 2018), el cual se estrenó hace un año en Francia y recién ahora llega a las salas mexicanas de la mano de la distribuidora Cine Caníbal.

La película narra la tensa relación entre las hermanas Samia y Monia, ambas actrices pero con marcadas diferencias de carácter. Sam es impulsiva y exitosa, está casada y es madre de un pequeño, mientras que Monia es más discreta y rigurosa, pero no ha logrado dar impulso a su carrera. La presión laboral a la que se ve sometida Samia, termina por derrumbar su delicado equilibrio emocional, mientras que la llegada de Monia a la casa del matrimonio acentúa el distanciamiento entre las dos hermanas.

El hecho de que ambos directores sean hermanos y además actores, parece haber influido en la decisión de crear una historia a partir de estos personajes y de las relaciones que se establecen entre ellos conforme van definiendo sus personalidades. Los hermanos Renier deciden abrir con una curiosa secuencia de un casting que es cómico y grotesco a la vez, pero es claro el cambio a un tono más opresivo a partir de la inserción de los créditos iniciales.

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A pesar de que la personalidad de las hermanas está claramente delimitada. Se ofrecen puntuales atisbos de su pasado que indican la muerte prematura del padre, así como el halo protector que tiende Monia sobre su hermana menor. El seguimiento lento de los movimientos de Monia sobre fondos predominantemente oscuros indica su carácter retraído y la amargura contenida durante tantos años. Es aquí donde entra el papel de la madre, quien de alguna manera alienta el cambio de perspectiva de su hija mayor tras la misteriosa desaparición de Samia.

¿Y a qué viene esta especie de desapego fraternal? Samia es una joven que devora todo a su paso, ha vivido su infancia a expensas de su madre y hermana, ahora, en su vida adulta, lo hace a costa de su esposo e hijo. El rencor de Monia se cuece a fuego lento, pero al final termina siendo lo suficientemente fuerte para opacar la arrolladora personalidad de su hermana. La película juega todo el tiempo con esta dualidad: ¿quién es la presa y quién es el cazador?

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No es una historia nueva, la idea de dos personajes femeninos cuyo distanciamiento se da a partir de la envidia, se puede ver en Always shine (2016) de Sophia Takal, incluso en la farsa Un pequeño favor (A simple favor, 2018), solo por citar un par de ejemplos recientes. La diferencia es la indagación (aunque mínima), que hacen los hermanos Renier en el pasado de sus personajes, así como su tono más mesurado y a veces, francamente sombrío.

En Carnívoras, los personajes masculinos cumplen apenas como apoyo o son claramente caricaturas, no es algo que tire por la borda primer largometraje de los Renier, pero lo vuelve más simple. Aunque el trabajo de ambas actrices es sobresaliente, el filme funciona más como thriller que como estudio psicológico. Es el debut de los Renier, un recorrido por los entresijos de las relaciones fraternales y sus inevitables diferencias, así como la peor manera de resolverlas.

Imagen: Cortesía de Cine Caníbal

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