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Carta de un tanguero felicísimo

Este texto forma parte de un intercambio de cartas entre el mexicano Adrián González Camargo y el argentino Roberto Jáuregui. En ellas leemos su locura por ese objeto redondo que al ser pateado pone de cabeza al mundo, sobre todo cada cuatro años. ¿Hasta dónde llegarán sus respectivas selecciones? Ya lo iremos sabiendo.

Querido Adrián:

Ya estoy en Buenos Aires y acá todos parecen nigerianos; ibas caminando por la calle y se escuchaban los gritos de los goles de la selección africana como si se hubiese tratado de la celeste y blanca. Luego de la debacle deportiva (vamos, que no es nada más que eso, diablos; ni que esta tierra hubiese sido asolada por un terremoto trágico como el que sufrieron ustedes hace poco), de los insufribles análisis mediáticos, de las caras largas de rigor al terminar el partido (lo único lógico de esta breve lista), la ciudad siguió moviéndose como si nada y, supongo y sé que va a ser así, si Argentina queda eliminada, todo seguirá como siempre: la gente atrapada en su rutina diaria, los medios digitando las ideas y un sinfín de memes dando vueltas por todos lados.

¿Viste cómo últimamente todo se traduce en memes? Cualquier cosa que ocurra de inmediato se convierte en una imagen graciosa pero altamente efectiva. En tu última carta me preguntás por los memes en contra de los deportes y qué opinión tengo sobre ellos. La verdad es que los memes me parecen estupendos; el único problema es que hay gente que se los toma demasiado en serio. Lo mismo pasa con los chistes de gallegos o con el humor negro. Una cosa es contar un chiste, otra muy diferente es terminar creyendo que eso es verdad y que todos los gallegos son brutos de verdad. Los memes son divertidos y, como dije, efectivos; pero son sólo eso: una cápsula humorística y nada más. Una última cosa sobre ellos: ¿Sabés por qué son tan efectivos? Porque se basan en la ironía y, como bien sabes, la ironía no miente.

Recuerdo la película de la que me hablas, pero no pasé por allí ni voy a pasar. La Plata no queda en mi camino. Ahora voy a moverme directamente hacia el oeste, hasta Mendoza y, de allí, cruzaré la cordillera de Los Andes y me iré a Chile. Eso me hace mucha ilusión: cruzar la Cordillera de Los Andes. Semejante monstruo debe ser algo digno de ser visto y, si me lo permites, hasta diría que debe ser algo digno de saborearse.

¿Por qué esa tristeza, cabrón; de qué se trata todo eso? Será que yo festejo cada minuto que tengo entre las manos y que por eso mismo me cuesta entender a la gente que no sabe qué hacer con su vida o que no la valora o que no la dignifica o lo que sea; pero sí, yo no soy el centro del universo (lejos eso de mí) y entiendo que te sientas, por algún motivo, así. Tal vez me obligues a escribir un ensayo que vengo pensando desde hace tiempo: Schopenhauer. El filósofo del optimismo. Vos sabés, Schopenhauer está considera como «El filósofo del pesimismo»; pero al leerlo, yo me siento pleno, desbordante, potente, feliz. ¿De dónde diablos sacan eso de «pesimismo»? ¡La vida, carajo, la vida que explota por todos lados! ¿Así que querías ser pintor o te gustaría serlo? ¿Y qué estás esperando? Te cuento un secreto: yo necesito dibujar y pintar; es una necesidad creativa fuertísima; pero nadie ha visto ni verá un dibujo mío o una pintura. Son tan malos que me daría vergüenza mostrárselos a persona alguna, entonces dibujo, pinto y destruyo con precisión y tenacidad de relojero.

Oye; me gustó eso de «Era tristeza, pero no tanto». Sabés bien que mi festividad mexicana favorita es el Día de Muertos y no puedo dejar de relacionar una cosa con la otra. Esa característica mexicana es la que más me llamó la atención cuando llegué por primera vez a tu país: no se toman nada en serio y, de algún modo, no dejan de hacerlo. Son ambiguos, y esto lo digo en el mejor de los sentidos. Che, ahora que lo pienso ¿Vos no serás el argentino y yo el mexicano? Releo tu carta y mi párrafo anterior y me parece que sos vos el que canta tango y yo un corrido que, aunque me desagrada, también me divierte…

the new maradona

Ayer, después del horroroso partido de Argentina, nos fuimos a caminar por los sitios emblemáticos de la ciudad (es la primera vez de la chaparrita en la capital argentina) y en el café Tortoni nos acordamos de vos. Creo que algún día tendríamos que encontrarnos ahí y escribir algo. Lo que sea: un cuento, un guión, un ensayo breve; pero escribirlo ahí. Esas cosas no dejan de ser tonterías, claro; pero para mí son como pequeños hitos que van marcando mi vida como si se tratara de esas líneas del tiempo que nos muestran los libros de historia: Aquí nació, aquí hizo esto, aquí hizo aquello. Mi línea será modesta y sólo válida para mí; pero eso es más que suficiente (y que la tristeza se joda, che; yo ni loco la dejo tomar posesión de lo que es mío).

Se acercan las elecciones presidenciales mexicanas, compadre ¿Tú ya sabes a quién le vas a dar el voto de confianza? Porque la verdad es que cada voto es eso: confianza pura y ciega. ¿No creés que, como dijo Borges, «La democracia es una exageración de la estadística»? Yo lo detesté al viejo por ese tipo de declaraciones (y con la misma pasión lo amé por sus escritos); pero desde hace un tiempo le doy la derecha. Es triste pero es así, cada día que pasa creo menos y menos y menos en las virtudes del sistema democrático ¿Viste la tapa de Times con Trump y el niño llorando? ¿Y Schiller, creyendo que todos los hombres podían ser hermanos? Ése sí que era un utópico… Por cierto, si parece que me contradigo (con esto del pesimismo y del optimismo), quiero señalar que no hay tal contradicción, el matiz es muy sutil, pero existe y sé que sos lo suficientemente inteligente como para verlo por vos mismo.

Ahora vuelvo a lo más importante de lo menos importante (como lo han sintetizado aquí): es decir, al fútbol. Gánenle a Corea, cabrones; ganen y denme la alegría que no me dio mi selección. Lo demás, bueno, después lo vemos.

Un fuerte y sentido abrazo.

Roberto

P.D.: El otro día me pediste alfajores Jorgito, pero fue tanta mi amargura por lo de ayer que terminé comiéndomelos todos. Veré sin consigo más por aquí.

Buenos Aires, 22 de Junio de 2018.

 

Foto superior: Flickr/Juandc

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