Por Armando Casimiro Guzmán
Con apenas unas semanas de estreno en su país natal Amigos (Untouchable, 2011), se confirmó como uno de los filmes franceses más taquilleros de todos los tiempos en la nación europea. Pero ¿qué es lo que tiene el cuarto largometraje dirigido por la dupla Olivier Nakache y Eric Toledano para generar semejante respuesta del público galo?
Para empezar Amigos se anuncia con la etiqueta: “basada en una historia real” (se regodea con ello mostrando al final imágenes de Philippe Pozzo y Abdel Sellou, cuya amistad sirvió de inspiración para el filme), algo que generalmente suele ser favorable para los ingresos en taquilla. Aunque se anuncia como una comedia dramática lo cierto es que no incluye nada que pudiera remotamente escandalizar a alguien, es decir, es completamente complaciente y eso la hace apta para una mayor cantidad de espectadores.
En 2004 mientras filmaban un documental, los directores franceses Olivier Nakache y Eric Toledano descubrieron la peculiar amistad que Philippe Pozzo di Borgo, un millonario excéntrico, antiguo crítico musical y parapléjico, tenía con su cuidador, Abdel Sellou un hijo de inmigrantes africanos, pobre y con antecedentes penales. Años después los cineastas decidieron retomar la historia para armar un guion que narrara en esencia la amistad que se logró forjar entre tan dispares personajes. Para ello se tomaron varias libertades (Sellou cambió de nombre y de origen, ya no era de origen árabe sino un moreno de Senegal, llamado Driss), se matizaron las situaciones incómodas y se le agregó un tono de comedia para hacerlo más accesible al gran público.
La película se sostiene en gran medida por la gran química que existe entre los protagonistas, François Cluzet, como el irritable millonario francés, que logra con apenas unos movimientos de cabeza (recordemos que su personaje carece de movilidad en sus extremidades) convencer a la audiencia. El corpulento Omar Sy interpreta al despreocupado cuidador. Además de que aporta la mayor parte del humor de la película, se da el lujo de montar tremendo número musical con la música de Earth, Wind & Fire. No podemos dejar de mencionar las breves pero estimulantes apariciones de la pelirroja Audrey Fleurot, que hacen más llevadero el de por sí simpático filme.
Amigos es una cinta hecha enteramente para agradar, no es algo que debamos aplaudir pero a diferencia de otros trabajos del mismo estilo, al menos lo consigue. Es una obra amena, cordial y aunque es descaradamente cursi tiene al menos cierto encanto indescriptiblemente francés que, lo que a pesar de todo, anima a verla.
Es mejor retirarse cuando se va ganando. Al menos esto fue lo que debieron pensar los productores de Búsqueda implacable 2 (Taken 2, 2012), cinta de acción dirigida por el francés Olivier Megaton, luego del inusitado éxito de la primera entrega que recaudó en taquilla una cantidad impresionante de billetes verdes.
Para entender de lo que trata la película es necesario remitirse a la primera parte, Búsqueda implacable (Taken, 2008), en ese entonces dirigida por otro galo, Pierre Morel. En ella, Bryan Mills un antiguo agente de la CIA se entera que su hija es secuestrada en París por una banda de delincuentes dedicada al tráfico de esclavas sexuales (de esas que tanto detesta la periodista Lydia Cacho). Luego de una serie de persecuciones y golpizas al más puro estilo del cine de acción, sobra decir que el afligido padre recupera a su ingenua primogénita. Años después nos damos cuenta de que el padre de uno de los secuestradores asesinados por Mills ha jurado tomar venganza y decide secuestrar al ex agente mientras se encuentra en un extraño viaje familiar por Estambul y ahí, entre persecuciones, peleas y balazos, el impasible Bryan Mills conseguirá de nueva cuenta poner a salvo a su familia.
Para Búsqueda implacable 2, los productores recurrieron a Olivier Megaton quien entre sus antecedentes cuenta haber dirigido un par de filmes de acción: El transportador 3 (Transporter 3, 2008) y la más reciente Colombiana (2011), que pudieron verse hace un tiempo en las pantallas mexicanas y de los cuales no hay mucho que se pueda contar.
Desafortunadamente para quienes invirtieron su dinero en este proyecto, no hay nada que se pueda rescatar en Búsqueda implacable 2, ni siquiera las tomas de tarjeta postal de la impresionante basílica de Santa Sofía. Las desabridas persecuciones en auto por las estrechas calles de Estambul, una muy pobre pelea en los baños turcos, la cursi lección de amor familiar y hasta el tono más sosegado del propio Liam Neeson son elementos suficientes para descartar esta película como una opción mínimamente recomendable, incluso para los amantes del género.
No se puede culpar a Luc Besson (productor y guionista de esta película), de tratar de crear franquicias de sus productos más exitosos. El problema aquí, es que Búsqueda implacable 2 es muy pero muy mala. Tan solo hay que mirar a Maggie Grace trazando un camino lanzando granadas por los techos de la capital turca, con secuencias tan estúpidas como éstas, estamos ante un extraño híbrido más cercano al género fantástico que al del cine de acción.
Después de una larga serie de tropiezos del cineasta californiano, era difícil augurar un buen resultado de la nueva película de Tim Burton, Frankenweenie (Frankenweenie, 2012), para acentuar las dudas, se supo desde el principio que era una cinta coproducida por Disney, es decir, dirigida a un público mayoritariamente infantil.
Tomando como base un cortometraje realizado hace casi tres décadas en donde se retoman una serie de elementos de Frankenstein la novela de Mary Shelley, así como de su versión cinematográfica de los años treinta dirigida por James Whale, Frankenweenie cuenta la historia de Victor, un niño solitario habitante de la ficticia comunidad de New Holland, que tras la intempestiva muerte de su perro en un accidente de tráfico, decide volverlo a la vida mediante un peculiar experimento científico (que hay que decirlo, de ciencia no tiene nada). Al poco tiempo, las envidias y la estupidez mundana de los habitantes de la comunidad provocan una serie de peligros que amenazarán la tranquilidad del poblado.
Frankeweenie es el proyecto más personal de Tim Burton desde la aburridísima El gran pez (Big fish, 2003), con un presupuesto austero y animación stop motion (con algunos retoques digitales), el cineasta logra armar una película sencilla y entretenida, además cuenta con la pericia suficiente para condensar la historia en apenas una hora y veinte minutos. Desgraciadamente habrá que esperar hasta el lanzamiento en formato casero para escuchar las voces originales en inglés, ya que casi todas las copias están dobladas al español (salvo unas pocas en las salas VIP).
La película tiene aquel estilo oscuro que tanto agrada a emos y darks, y como se puede constatar en las salas de cine, el público es mayoritariamente adolescente, algo que constantemente señalan los críticos más acérrimos de Burton. Yo más bien diría que da la impresión que todo se resuelve de un modo un tanto apresurado y que el formato 3D es totalmente prescindible, aunque lo peor de todo es que desafortunadamente no logra sacudirse el tufo cursilón de la casa Disney.
Resulta curioso ver las caras de desagrado de niños y padres de familia que esperan algo completamente distinto de Frankenweenie, mientras que los adultos más relajados y los chicos con un sentido del humor más agudo lo disfrutan enormemente. Tal vez parezca una exageración pero ésta tal vez sea la mejor película de Burton desde la ya lejana Ed Wood (1994), un relato simple combinado con un trabajo visual impresionante, buenas dosis de humor negro y notables referencias a los clásicos del cine de terror hacen de éste un producto de entretenimiento digno de verse.
Una grata sorpresa resultó el filme Asesino del futuro (Looper, 2012), tercer largometraje del casi desconocido Rian Johnson que con un guión propio y un presupuesto moderado, logra armar (sin que sea exageración), la mejor película de ciencia ficción que se ha estrenado este año en las pantallas nacionales.
Asesino del futuro se sitúa en el año 2044, los viajes en el tiempo aún no se inventan pero de cuando en cuando la mafia del futuro envía a uno que otro indeseable para que un grupo de asesinos llamados loopers se encarguen de desaparecer cualquier rastro de su existencia. Escopeta en mano, los loopers esperan la llegada de una persona encapuchada y amordazada para propinarle un disparo mortal. El problema es cuando uno de los asesinos se enfrenta a su propio yo del futuro, un tipo violento y testarudo que no se dejará matar tan fácilmente.
Los antecedentes del director y guionista no eran demasiado prometedores luego de un debut interesante con el drama adolescente Brick (2005), siguió con una comedia muy menor, The brothers Bloom (2008), que ni siquiera tuvo estreno comercial en nuestro país. Si dejamos de lado el desafortunado título en español, lo cierto es que el nuevo proyecto de Rian Johnson, es mucho más que el filme de acción que pretende vendernos la distribuidora. El caótico ambiente de las ciudades norteamericanas, el futuro apocalíptico al estilo Blade Runner (1982), lleno de basura y con una profunda división social, nos muestran que el porvenir parece más prometedor en China o en Europa que en la Norteamérica decadente. Los viajes en el tiempo no son cómodos ni glamorosos y se encuentran más propensos a los errores humanos y malos resultados como en 12 monos (Twelve monkeys, 1995).
Es de destacar el trabajo que hacen Joseph Gordon-Levitt, quien ha participado en una serie de buenos proyectos en los últimos años y Emily Blunt, quien no tiene ningún problema en pasar de la sofisticada ejecutiva inglesa de Amor imposible (Salmon fishing in Yemen, 2011), a la ama de casa campirana del medio oeste norteamericano en este nuevo proyecto. Y aunque Bruce Willis no tiene un rango muy amplio de expresiones, tiene la rudeza suficiente para hacernos creer que por un momento será él quien tome el control de la película.
Quizás el peor detalle del filme es que el parecido entre Gordon-Levitt y Bruce Willis es prácticamente nulo, aunque eso no repercute en el desarrollo de la historia. Y fuera de una escena de amor innecesaria el resto de las piezas encajan de buena manera a pesar de la complejidad del guión. Asesino del futuro es cine de entretenimiento con vocación independiente y un final satisfactorio, una de las pocas películas que son obligatorias en lo que va del 2012.
Después de su exitoso paso por el Festival de Cannes, donde se hizo acreedora al premio Un certain regard, que se otorga en una sección paralela del certamen cinematográfico, el estreno de Después de Lucía (2012), se hizo obligado en nuestro país. El inesperado galardón como suele suceder en estos casos, fue aprovechado para promocionar las acciones del gobierno federal en materia de cinematografía (podemos ver a su director y guionista en uno de los spots que a diario bombardean las emisiones televisivas).
Después de Lucía es el segundo largometraje de Michel Franco, lo recordamos hace un par de años con su aburridísimo debut Daniel & Ana (2009), la historia de dos hermanos (chico y chica), que son secuestrados para obtener un rescate y además son obligados a sostener relaciones sexuales frente a una cámara. El resultado: un ejercicio contemplativo y minimalista, características que créanlo o no, siguen en boga entre muchos cineastas nacionales.
En este nuevo proyecto Franco retrata con parsimonia el duelo de una familia. Padre e hija deciden abandonar su residencia de Puerto Vallarta después de la trágica muerte de la madre y juntos deciden iniciar una nueva vida en la Ciudad de México. El padre afectado por la depresión y una adolescente cada vez más distante, alcanzarán su punto más bajo cuando el primero se líe a golpes por cualquier motivo y la otra sea víctima de un acoso cada vez más severo por parte de sus compañeros de escuela.
Mucho se ha resaltado el tema del bullying en este nuevo proyecto de Michel Franco, incluso junto con el boleto de entrada se entrega un pequeño folleto con información sobre este problema, un asunto que en los últimos meses ha recibido mucha exposición en los medios. Sin embargo, la película alcanza sus mejores momentos justo cuando no se habla del acoso, de hecho, como lo indica el título, la cinta gira en torno a la muerte de la madre y las consecuencias emocionales de esa pérdida.
La selección de los personajes principales fue todo un acierto: la joven actriz Tessa Ia, así como la del veterano Hernán Mendoza como el afligido padre de la menor. No podemos decir lo mismo del resto del elenco, sobre todo de los actores jóvenes, quienes en todo momento evidencian la poca naturalidad de sus acciones. Curiosamente el ritmo lento y las numerosas tomas fijas del filme se acoplan muy bien a la historia debido a la incomunicación y la inercia mental que prevalece entre los protagonistas. Por otra parte, podemos decir que los momentos menos logrados del filme son las escenas de las fiestas, así como el inesperado y anticlimático final. También resulta un tanto cansado escuchar la retahíla de lugares comunes: Condesa-Polanco-Valle de Bravo tan habituales en ciertos círculos sociales de la capital.
A pesar de todo, Después de Lucía logra contar una historia interesante y sólida, aunque gran parte de su coherencia se la deba al gran trabajo de Tessa Ia. No es una película sobre bullying, pero seguramente así será recordada en el futuro. Premios aparte, Michel Franco supera con mucho el resultado de su largometraje debut y además está metiendo buena cantidad de espectadores al cine, tiene mucho camino por delante, así que habrá que ver las elecciones que toma para sus próximos proyectos.