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Casi un gigoló

Sin hacer mucho ruido y en más salas de las que cabría esperar, se presentó la cinta independiente Casi un gigoló (Fading gigolo, 2013), quinto largometraje que firma desde la silla de director, el también actor neoyorquino John Turturro.

casi un

Por Armando Casimiro Guzmán

La película, una comedia ligera, generó algo de interés después de su estreno en el Festival de Cine de Toronto gracias a su elenco, que incluye figuras como Woody Allen, Sharon Stone y Sofía Vergara. A pesar de ser un trabajo dirigido a una audiencia muy específica, el filme se las arregló para tener un paso aceptable por la cartelera nacional.

John Turturro es conocido por su faceta como actor, sobre todo en películas de corte independiente como Barton Fink (1991) o El gran Lebowski (The big Lebowski, 1998), pero no es un novato en la dirección, ya desde 1992 había debutado como tal. El también actor estadounidense de origen italiano, escribió, dirigió y protagonizó su más reciente trabajo (de hecho, Turturro suele actuar en todas las películas que dirige). En casi un gigoló, encontramos a Fioravante, un empleado de florería quien rendido ante la insistencia de su amigo, el anciano judío Murray, decide ingresar al mundo de la prostitución masculina. El ya no tan joven sexoservidor brindará gustosamente sus servicios a toda clase de bellas mujeres maduras, hasta que el encuentro con la tímida viuda de un rabino le hará ver las cosas en perspectiva.

Todo empezó como una broma, Turturro mencionó la idea un día mientras requería los servicios de una barbería y el dueño de local se la contó a otro de los clientes asiduos, el cineasta Woody Allen. No fue fácil convencer al veterano neoyorquino para participar en el filme, no había actuado en uno que no fuera suyo desde la comedia de Alfonso Arau, Picking up the pieces (2000). Turturro debió también aceptar los comentarios de Allen, quien sugirió algunas de las subtramas más importantes del relato.

Casi un gigoló es una comedia, pero toca puntos interesantes como el contacto humano, así como las relaciones de amistad y dependencia. Si bien es cierto que los chispeantes diálogos de Allen roban por momentos la atención de la cinta (de hecho el propio Allen y la colombiana Sofía Vergara actúan como siempre, como ellos mismos), también es justo decir que a buena parte de los personajes secundarios, los noventa minutos de duración del filme les resultan insuficientes para contar sus propias historias. Hay quienes acusan también a Turturro de ofrecer un filme intrascendente e inverosímil, pero lo disparatado de la premisa es lo que le brinda cierto encanto a una obra que es por naturaleza ligera.

Casi un gigoló es una película modesta, pero nos al menos nos entrega justo lo que ofrece, un momento entretenido sin caer en los absurdos de la comedia de pastelazo. Es cierto que no será para todos los gustos, pero está dirigida con suficiente sensibilidad e inteligencia un tema que si hubiera caído en otras manos el resultado sería terrible. Bien vale la pena darle una oportunidad.

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