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Chronic, la nueva apuesta de Michel Franco

Probablemente una de las películas más comentadas de la 68 edición del Festival de Cine de Cannes fue El último paciente: Chronic (Chronic, 2015), cuarto largometraje que firma el cineasta mexicano Michel Franco.

Tim Roth
Tim Roth y Nailea Norvind, actuaciones convincentes

La coproducción franco-mexicana fue noticia no solo por su notable factura (se llevó el premio a mejor guion en el certamen francés), sino porque no faltó quien encontrara ciertas similitudes con el drama de Uberto Pasolini, Still life (2013). Pero dejando de lado polémicas estériles, la cinta siguió su paso por los festivales de San Sebastián y Morelia. Recién ahora se estrena en México con la nada despreciable cantidad de 300 copias con la distribución de Videocine.

Michel Franco ha destacado no solo como director, sino también como productor y guionista. En esta última faceta, el joven cineasta se ha nutrido de experiencias muy personales. Para el caso de Chronic, Franco se inspiró en la cercana relación que desarrolló su abuela con la persona que la atendía durante una grave enfermedad. La idea ya estaba cocinándose desde el 2010, pero debió realizar una serie de cuidadosas modificaciones para que el actor Tim Roth pudiera tomar el papel principal.

El relato se desarrolla en California. David es un enfermero esmerado y taciturno, que establece una relación muy estrecha con cada uno de sus pacientes, todos ellos enfermos terminales. Su dedicación y meticulosidad esconden una tragedia que trastocó su vida, pero una serie de acontecimientos lo llevarán a acercarse de nuevo a la familia que abandonó años atrás.

El filme conserva el rigor, la formalidad característicos de su autor, además de una fotografía pulcra y de escasos pero reveladores diálogos. Fuera de un prólogo muy bien logrado, el director es fiel a una narrativa lineal y convencional. Un aspecto al que se le puso especial cuidado fue la selección de actores, incluso para los papeles más pequeños, es evidente que hubo un gran trabajo detrás por parte del equipo de casting.

El título original de la cinta funciona en dos direcciones, por una parte el tratamiento que reciben los enfermos terminales, cuyo desenlace se conoce con certeza, mientras que en otro sentido hace referencia a la dependencia crónica del enfermero con sus pacientes, como una extrapolación de los temas que lo atormentan, convirtiendo el esmero de su profesión en una reivindicación obsesiva de su pasado.

Al igual que sus trabajos anteriores, la nueva película de Michel Franco toca de refilón un tema espinoso: en este caso la eutanasia. Aunque gira en torno al personaje encarnado por Tim Roth, el filme retrata con sensibilidad y sin dramatismos exacerbados el suicidio asistido, una cuestión siempre polémica sobre la que el cineasta logra plantear varias dimensiones morales desde el punto de vista de sus personajes, aunque su autor asegura que no tenía ninguna intención de mostrar una postura al respecto.

Michel Franco se ha consolidado con apenas un puñado de largometrajes, su filmografía es sólida y siempre en ascenso, es claro que hay una distancia enorme entre Daniel y Ana (2009) y su más reciente producción. Su tono austero va acorde con su elaborado retrato de un personaje que elige lidiar día a día con la muerte, pero el último plano del filme nos lleva a un desenlace abrupto e inexplicable (en ese sentido recuerda un poco a Después de Lucía). Pero Franco ha creado unos cimientos tan firmes para su película que logra sostenerse a pesar de todo, aunque definitivamente pudo elegir un cierre más digno y acorde con lo que había mostrado en los noventa minutos previos.

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