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Corazones de hierro, crítica

Inició 2015 con Corazones de hierro (Fury, 2014), el quinto largometraje que dirige el cineasta estadounidense David Ayer, quien nos lleva a la parte final de la Segunda Guerra Mundial.

Por Armando Casimiro Guzmán

La película se estrenó desde octubre en los Estados Unidos con un éxito moderado (tomando en cuenta que el reparto está encabezado por un imán taquillero como Brad Pitt), cabe hacer mención que esta fue una de las cintas que fueron subidas a la red de manera ilegal tras el ataque a los sistemas informáticos de la compañía Sony hace apenas unas semanas como parte del escándalo Corea del Norte vs. The Interview, lo que de alguna manera pudo repercutir en sus ingresos en taquilla.

En Corazones de hierro se cuenta cómo cinco hombres a bordo de un tanque Sherman de la armada de los Estados Unidos se internan en terreno hostil en abril de 1945. Para esas fechas la Segunda Guerra Mundial se acercaba a su término, Hitler ya había declarado la “guerra total”, ordenando que ancianos, mujeres y niños tomaran las armas contra el ejército aliado, aunque sus días ya estaban contados. Aun así, los restos del ejército alemán se las arreglaron para ofrecer una feroz resistencia para retrasar la inevitable llegada de los invasores a Berlín.

El guion fue escrito por el propio David Ayer (él mismo se encargó de elaborar los de casi todas sus películas previas), estuvo inspirado por los relatos de los abuelos del director, quienes participaron de manera activa en la Segunda Guerra Mundial. Además de ello, Ayer hizo una meticulosa investigación en informes de guerra para documentar adecuadamente su texto. La intención del cineasta nacido en Illinois era ofrecer un punto de vista menos complaciente de este hecho histórico: “la película cuenta los efectos tóxicos de la guerra… la triste realidad es que los soldados estadounidenses ejecutaron a muchos prisioneros durante el conflicto”.

El elenco está encabezado por Brad Pitt, interpretando al temerario sargento Wardaddy, el resto del equipo lo conforman Shia LaBeouf, el actor de origen mexicano Michael Peña, además de Jon Bernthal (conocido por su trabajo en las primeras temporadas de la serie The walking dead), así como el joven Logan Lerman a quien pudimos ver hace un par de años en el drama adolescente Las ventajas de ser invisible.

David Ayer ha demostrado ser un director cumplidor sobre todo en géneros como el crimen y la acción, en los que se desenvuelve la totalidad de su filmografía, es recomendable dar una mirada a Sin tregua (End of watch, 2012), filme policial que se desarrolla en los barrios latinos de Los Angeles, probablemente su mejor filme a la fecha. Esa solvencia para añadir cierta tensión dramática a las escenas de acción es lo que hace llevadera buena parte de sus producciones.

Desafortunadamente para el tramo final de Corazones de hierro, Ayer elige un larguísimo e inexplicable desenlace… sin ahondar más al respecto, solo me preguntaría por qué dos bandos contrarios elegirían estrategias tan ilógicas tomando en cuenta que el fin de la guerra estaba tan cercano.

Corazones de hierro es un filme que destaca más por su intento que por sus logros, un decorado impresionante y un reparto justo, contrastan con un desarrollo que no aporta nada a la extensa filmografía que se ha hecho sobre el conflicto bélico. Aun así, podría resultar recomendable para quienes busquen iniciar el año con una cinta histórica bien ambientada, con buenas dosis de sangre y muertes sin sentido.

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