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Crítica: Robert Zemeckis regresa con Aliados

Acompañada de una fuerte campaña de publicidad y animada por los insulsos rumores del divorcio de su protagonista Brad Pitt, se estrenó Aliados (Allied, 2016), largometraje número dieciocho en la cuenta de Robert Zemeckis, uno de los directores que mejor se adapta al esquema de los grandes y costosos proyectos hollywoodenses. La coproducción británico-estadounidense, tuvo su presentación en la cartelera norteamericana a finales de noviembre del año pasado y su desempeño ha sido un tanto decepcionante, recuperando hasta ahora solo una tercera parte de sus costos.

La película está basada en un texto del experimentado guionista británico Steven Knight, quien a su vez supuestamente se inspiró en un relato que le contaron directamente hace muchos años. La historia se desarrolla durante la Segunda Guerra Mundial, en el Marruecos francés ocupado en ese entonces por las fuerzas alemanas. En ese lugar, la pareja de agentes secretos conformada por el canadiense Max Vatan y la francesa Marianne Beauséjour, tiene la misión de acabar con la vida de un destacado funcionario alemán. Tiempo después el destino termina uniéndolos en feliz matrimonio en Londres, hasta que la presión del conflicto bélico hace aflorar en él la desconfianza y en ella su nebuloso pasado como espía.

Guardando toda proporción, es inevitable relacionar algunos de sus elementos con Casablanca (1942). No solamente la primera parte de la cinta se desarrolla en esa ciudad africana en el mismo periodo, sino que también incluye a una pareja franco-americana cuya relación se ve afectada por el desarrollo de la guerra. Es evidente la intención del director de armar un drama al estilo clásico, pero adornándolo con la tecnología disponible en este momento, para su mala fortuna, la parafernalia visual no siempre opera en su favor (¿era necesaria la espectacular caída de un avión en el patio trasero de una casa londinense?).

Aunque en el fondo la historia gira en torno al amor de una pareja en tiempos difíciles (en ese sentido se sentirán decepcionados quienes esperen más acción en el campo de batalla), el verdadero motor del relato es sugerir un posible secreto que crea tensión en un matrimonio, cuyo suspenso es manejado con habilidad la mayor parte del tiempo, pero que desemboca en un desenlace tan inesperado como complaciente.

¿Podría esperarse algo más de la pareja protagonista? Debemos decir que Marion Cotillard cumple, incluso ofrece algunos de los momentos rescatables del filme. En tanto que Brad Pitt, con todo y su fraseo francés, no le sigue el ritmo y se siente incluso distante, algo extraño si consideramos que él mismo confirmó su participación en el proyecto incluso antes de que se hubiera designado al director, además de su conocido interés en películas ambientadas en esa época.

Es claro que Aliados no intenta ser una película artística ni mucho menos, su vocación es el entretenimiento y podemos decir que por momentos lo consigue. Es un drama bélico que puede llamar la atención y que tal vez pueda cautivar a un público menos exigente, pero que evidentemente se ve limitado por la medianía que ha caracterizado a un director como Robert Zemeckis a lo largo de toda su carrera.

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