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Cuando acecha la maldad: terror argentino con subtítulos

Cuando acecha la maldad

Desde su estreno en septiembre en el Festival de Toronto, Cuando acecha la maldad (2023), cuarto largometraje en solitario del argentino Demián Rugna, generó muchas expectativas, al grado de que llegó a promocionarse como “la mejor película de terror del año”. También tuvo el mérito de lograr un respetable paso por las salas de cine de su país, lo cual no es un tema menor.

Rugna tiene ya una trayectoria importante en el cine de género y aunque es muy poco lo que ha llegado a México del director y guionista argentino, sí puede conseguirse en plataformas digitales una de sus películas más conocidas, Aterrados (2017), en donde una fuerza maléfica acecha las calles de un barrio bonaerense.

En la cinta que nos ocupa, Rugna deja las grandes urbes y se traslada al campo. La maldad es la misma que habita en prácticamente todas las películas del género, pero en este caso, se manifiesta en forma de una deformación brutal del cuerpo humano y a quienes la padecen, los lugareños los llaman “encarnados”. Encontrarse con una persona en esta condición es solo el preludio de algo infinitamente peor.

Eso es justo lo que les pasa a los hermanos Pedro y Jimi que se encuentran frente a frente con uno de estos seres. Espoleados por el terrateniente local, los hermanos cometen un tremendo error al trepar al apestado en una camioneta con la intención de tirarlo lo más lejos posible.

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Y es que la historia funciona dentro de su propio universo conformado por siete reglas inquebrantables, entre las que se incluyen: no tocar los cuerpos al igual que ningún objeto relacionado con los “encarnados”, así como no atacar con arma de fuego a quienes están poseídos por esa extraña maldición. La única manera de terminar con esta pesadilla es cuando una persona especialmente preparada se acerca lo suficiente para clavar en la cabeza de la víctima una especie de cuchilla que forma parte de un complejo armatoste.

A falta de un presupuesto abultado, el cineasta hace malabares con el guion y hace encajar las piezas del relato, aunque para ello deje sin explicación varios elementos hacia los que apuntaría una lógica convencional. Aunque claramente la originalidad no es una de sus cualidades, ya que los efectos de una posesión demoniaca o la llegada del anticristo, son temas repetidos hasta el cansancio en el cine.

En este caso, el principal logro de Demián Rugna es crear una atmósfera opresiva en la extensa pampa argentina. Sin montañas a la vista, solamente kilómetros y kilómetros de campos de cultivo y caminos de terracería. Una visión refrescante de la campiña que nos muestra un mal inasible que se expande como lo haría un virus en una ciudad atestada.

Pero este aporte estilístico al género es insuficiente para hacer de Cuando acecha la maldad un referente. Por todas partes se rompen las costuras que evidencian su bajo presupuesto, como en el caso del desempeño de los actores infantiles (aunque en cierta forma se entiende, no son profesionales).

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No es solamente un tema de dinero, a la narrativa le falta solidez y requiere de una complicidad total del espectador para funcionar. Y cuando mengua la fuerza del relato a Rugna le falla la imaginación, nos mueve la cámara y recurre a los gritos, ya sean los de la madre histérica que reclama a su ex pareja, de los niños que lloriquean en la escuela o los del protagonista arrodillado con las marcas del diablo en la frente. Y así, sosteniéndose con artificios, apenas sobrepasa la media en el género pero no se puede decir que sea memorable, y otra cosa, ¿era necesario subtitularla?

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