Por Francisco Valenzuela
Cuando la revista impresa Revés se gestaba en la casa de uno de sus fundadores (2002) el Internet no era lo que es hoy, pero con todo y eso nos aventuramos a crear una versión en línea que complementara a las ediciones de papel. El dominio fue www.severeves.com, y se suponía que alguien se encargaría en exclusiva de esa parte. El resultado fue un desastre porque para administrar la página había que sortear las aguas turbias de códigos HTML, un laberinto ciber-acuático que nadie pudo atravesar y todo quedó en el intento.
Hoy no comprendo cómo pudimos editar 70 números de una revista impresa mensual (que luego se hizo bimestral). Sin dinero, sin grandes patrocinios y con el gran problema de cómo distribuir cientos y cientos de ejemplares en muy pocas semanas. La única respuesta explicable es la suma de voluntades, el amor al arte, la satisfacción de sostener un proyecto independiente, libre, sin dogmas.
Revés nunca fue una revista contracultural, aunque a muchos eso les pareciera. No asumimos una postura anti-sistema ni nos negamos a vender la publicidad que fuera necesaria para lograr nuevos números, cosa que, por extraño que parezca, a algunos les causaba escozor.
Con ocho años en circulación la crisis llegó a su tope; los costos de impresión se fueron a las nubes y al mismo tiempo explotaban las redes sociales tuiteras y feisbukeras. Los sitios en línea se multiplicaban y los teléfonos inteligentes ya navegaban por la red como pez en el agua. Además, administrar una página se había convertido en cosa de niños, su costo se abarató y sus herramientas se diversificaban.
La última Revés impresa llevó el número 70 y se publicó en junio de 2010. Jugando con los números y fechas, compartimos un dossier setentero, viajamos al pasado y escribimos cual si estuviéramos en pleno Mundial mexicano en lugar del sudafricano. No hubo editorial de despedida porque había ligeras esperanzas de continuar, pero los números no daban para más y ahí paró la odisea de imprimir.
Empezamos a planear entonces el sitio electrónico, cosa que desencantó a muchos, porque el papel pues es el papel, y la nostalgia de llevarse la revista al baño o a la combi no desaparecería así como así. No había más remedio. Varios desertaron pero muchos otros, supongo que más geeks, se entusiasmaron al saber que ahora los contenidos se actualizarían a diario, que cabía la posibilidad de producir videos y grabar podcast, entre otras linduras.
Un amigo y colaborador frecuente (Luis Paz) nos puso en contacto con un par de jóvenes, Bety y Paco, administradores y creativos en jefe de Mamá Gallina, un sitio que ya despuntaba en la red al compartir contenidos de arte y tecnología, además de ofrecer el maravilloso servicio de la arquitectura web. Tras algunas semanas la maqueta de revesonline estaba lista y por ahí de enero de 2011 subimos el primer texto titulado “El regreso de los Caifanes… y del PRI”.
Y como ya es muy tarde mientras el tecleador escribe esto, mañana les platicamos cómo nos ha ido en línea.