Mamacitas y mamacitos, es un placer que vengan a visitarme en esta su sala virtual del cachondeo. En esta ocasión, el relato está ilustrado por una preciosa fotografía tomada por un hombre que ya lleva 20 años metido hasta las pestañas en el erotismo, Manolo Espinosa, quien por cierto acaba de publicar un exquisito libro llamado La metamorfosis del silencio, con información interesantísima que les va a llenar la vida de asombro y conocimiento. Si quieren más informes, pueden verlo aquí
Desde la ducha
La tercera vez que nos vimos me pidió que fuera su novia. Recuerdo que me citó en un café reconocido de la ciudad (reconocido porque toda la banda fresa y hipster <<sin afán de herir susceptibilidades>> asiste con frecuencia), llegué a la hora que me indicó y él ya estaba sentado en una mesa exterior con una postura erguida y los ojos de plato. Al mirarme sonrió nerviosamente y me invitó a sentarme; se le veía tembloroso, ya por la fría noche, ya por lo que iba a acontecer.
Después de comprar nuestras bebidas comenzó a decir muchas cosas, todo rondaba en cuanto a lo mucho que le gustaba y lo pronto que iba todo esto (yo no sabía qué era esto, pero me imaginaba a que en una semana ya nos habíamos visto en tres ocasiones y casi habíamos cogido). Yo seguí escuchando lo que decía con gran calma hasta que dijo las palabras mágicas y aterradoras: -¿quieres ser mi novia?- Me quedé pasmada, supongo que mi expresión fue muy notoria porque al poco tiempo me dijo: -no tienes que responderme ahora, piénsalo.
Luego de un silencio lo suficientemente largo para ser incómodo, le dije que me parecía muy apresurado, que no nos conocíamos, pero que podíamos ser amantes. Idea que le disgustó bastante y a la que reaccionó diciendo: -Quiero enamorarte y enamorarme, te quiero sólo para mí.
Y con esa frase de egoísmo puro finalizó la noche, con la promesa de pensarlo y resolverle cuando tomase una determinación.
Saliendo del café le llamé a mi amante y nos encontramos en algún punto del centro, en una casa antigua. Cogimos riquísimo y en el momento post sexo, le platiqué la situación, él pensaba igual que yo “este tipo sí que es egoísta”, pero aún con ello, me dio la bendición y me dijo que si no funcionaba, él siempre estaría ahí para tener buen sexo y charlar.
Unos días después le escribí un mensaje para que nos viésemos, esta vez en su apartamento, lugar testigo del inicio y fin de un tórrido amor.
Muchas cosas pasaron en muy pocos meses, lo que relato a continuación, es apenas un respiro de los momentos íntimos de dos personajes incompletos, inseguros y sumamente necesitados de amor y atención; supliéndoles con besos, caricias, sexo, mucho sexo, pero al fin, un vacío que nunca logró llenarse.
Y esta historia aún no acaba.
Les recuerdo que pueden seguirme en redes sociales como Escarlata en Facebook y @DeEscarlata en Twitter e Instagram. Muchas gracias por leerme y escucharme, si tienen algún comentario, observación, sugerencia o tema que les gustaría abordar, escríbanme inbox o manden su comentario a la página.
Con amor, Escarlata.