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Dirigir: el arte de saber escuchar

GLOSAS DE CINE

Por Santiago Ortiz Monasterio

Este artículo, más que definir el puesto del director, abordará su lado más humano, así como  los aspectos que a mi parecer lo llegan a conformar más allá de los conocimientos elementales.

Un director es la cabeza que unifica todos los aspectos visuales y creativos de una producción cinematográfica. Es quien lidera, apadrinado por el productor, cada movimiento que lo va a ir llevando a cumplir su visión del resultado final.

Es un error muy común pensar que la labor del director es sentarse en su silla con el nombre en el respaldo y señalar con el dedo dando órdenes. El director es más que un personaje despótico que se sienta a tomar su café y gritarle a todo mundo. Su labor va más allá de la puesta de los planos que se realizarán durante la fotografía principal o rodaje. Eso sólo representa un 10% de su trabajo. El otro 90% es saber liderar a toda la gente que lo respalda en sus respectivos departamentos y saber escucharlos porque están ahí para ayudarlo en la toma de decisiones. El director es el unificador que lleva la pauta y la batuta para que haya una uniformidad en el proyecto.

Es cierto que el cine no es diplomático. No todos opinan y hay quienes toman las decisiones y quienes las ejecutan sin objetar. Pero esto no quiere decir que el director no escuche a su equipo de trabajo que está ahí porque saben lo que están haciendo y su misión es adaptarse a la visión el director y orientarlo en la resolución de problemas según su área de acción. Por esta razón, el director debe saber cómo explotar, en el buen sentido de la palabra, a su gente para que trabaje lo mejor posible en pro del proyecto.

El ego es el mayor enemigo a vencer. El director debe de ser humilde y aceptar críticas constructivas que lo ayuden a vislumbrar obstáculos antes de tropezarse con ellos.

Por todo lo anterior, el sentarte en la silla que anuncia el puesto del director es un paso que se gana con el tiempo y el trabajo continuo. Un director debe tener nociones generales de todos los procesos y departamentos que la constituyen, ya que es ilógico, por no decir imprudente, el dirigir el trabajo de otros sin conocer su rango de acción. Los grandes directores escalaron desde lo más bajo para poder tener el conocimiento invaluable de la experiencia propia que te hace ponerte en los zapatos de terceros, para de esta forma conserves la humildad y la lucidez que se necesita para ganarse el respeto del equipo de trabajo que te rodea.

Para ser director el camino es largo y difícil. No es grato encontrarse con directores que se sientan en la silla sin saber escuchar debido a que nunca se han puesto del otro lado. Como todo en esta vida, el camino fácil y sin obstáculos representa un obstáculo en sí mismo, y por ello, el sabor y la experiencia pasan desapercibidos. Saber escuchar es todo un arte que emana de la empatía de las vivencias pasadas y sólo de esta forma puede uno posicionarse satisfactoriamente en el puesto del director.

Santiago Ortiz Monasterio es Productor de Cine

glosasdecine@gmail.com

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