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El futbol que siempre está empezando: lo que fue Rusia 2018

Esta es la carta de despedida que Adrián González Camargo le escribe a Roberto Jauregui y forma parte de una serie de intercambios epistolares entre dos aficionados al futbol que más pronto de lo esperado vieron cómo sus respectivas selecciones quedaron eliminadas. Pero más allá de tremendas (aunque esperadas) decepciones, ambos personajes nos compartieron su particular modo de ver un Mundial, pretexto ideal para mezclar la pasiones por el rodar de un balón con las tribulaciones propias de la vida.

Querido Roberto:

Aunque es un poco curioso escribirle una carta a alguien que acabo de ver y con quien compartí unos tacos de birria, auspiciados por el otro querido, editor de quien nos publica, no puedo sino terminar esta serie de pases-columna a manera de carta y espero que tú hagas lo mismo. Luego seguiremos con las misivas. Quién sabe, capaz que en el próximo mundial 2022 sea yo quien te escribe desde uno o varios países árabes y tú eres quien se queda a resguardar el fuerte moreliano. La verdad es que me gustó este mundial, sobre todo porque quise y pude ver más de lo que otros años y entendí que ir descartando tiene poco que ver con predicciones. Son muy rápidos y casi fugaces los momentos que hacen que se escriba la historia. No hay generales viendo mapas. No hay soldados varados en una playa. Como dice el personaje que presenta la película alemana Corre, Lola corre: solo hay 90 minutos.

Mbappé hizo lo mismo que Arthur Rimbaud: antes de los 20, ya había conquistado el mundo. Lo hizo también Alejandro Magno que heredó el reino a los 20, aunque él no era francés sino macedonio. Los héroes jóvenes deberían morir jóvenes. ¿O hubiéramos querido que Kurt Cobain, Jimmy Hendrix -a quien recordaste hace poco- o Amy Winehouse hubieran envejecido? Qué horror verlos como adultos. Si no me crees, mira a Mick Jagger o Iggy Pop, que dan pena de viejos.

En el futbol, los periodistas y comentaristas invocan aplausos para los grandes héroes jóvenes. Se olvidan pronto, te digo. Ahí está Graham Bell que a los 19 ya había transmitido sonidos. ¿Y después? Un puñado de jóvenes revelaciones no opacan la historia de los grandes. Los gloriosos merolicos de los medios televisivos no quieren saber de la vejez. En el futbol ya no brillan los adultos. ¿Alguna vez lo hicieron? El Cthulhu llamado entretenimiento los destruye y consume muy pronto. ¿No estábamos, Francisco, tú y yo, discutiendo qué tan viejo podría ser Messi para el próximo mundial? ¿No le preguntaron a Modric si sería este el último?

Me pregunto por qué las finales del mundo se juegan tan poco junto al mar. ¿Será por eso que la próxima final se juega en Lusail, justo en el Golfo Pérsico? ¿Recordarán las verdaderas batallas que se vivieron ahí en 1990-1991? El mar está ahí para todo. Ahora será para jugar futbol. El mar que recordaba Paul Valéry, uno de los primeros arietes franceses: el mar que siempre está empezando. Eso hace Francia: siempre está empezando. Empieza a nacer cada tanto tiempo, aunque arrastre xenofobia, islamofobia, derecha y otras espinas. Griezmann, Modric, Mbappé, fueron los grandes, pero personalmente eché de menos a Salah. Ya vendrá su tiempo. Al final fueron dos balazos los que mataron a Subasic, alentados por el árbitro argentino. ¿Sería venganza? ¿Sabes algo?

Bendición de por medio a la internet que nos deja encontrar datos curiosos para, entre otras cosas, llenar cartas y columnas, descubrí que una revista croata hizo una encuesta hace unos años para determinar quién había sido el más grande croata de la historia. El primero fue Tito, el famoso presidente Yugoslavo. El segundo, Nikola Tesla. No extraña que entonces sea Modric balón de oro pero no campeón del mundo. Tesla trabajó en París en una compañía de Edison, antes de irse a Estados Unidos. Ya sabemos qué fue de sus patentes. ¿Te das cuenta cómo seguimos bajo el reinado de la ironía? No extraña tampoco que en esa misma lista de grandes croatas, Ivo Andric, el premio Nobel, fuera número 8. ¿Crees que Modric se convierta en el croata número uno si hacen esta misma lista a final de año?

El presidente francés Emmanuel Macron y Paul Pogba festejan la copa mundial en vestidores. Foto: Michael Regan – FIFA/Getty Images.

 

Francia ganó inspirada en Mies Van der Rohe: menos es más. Y no es que cuatro goles fueran menos, pero sí hicieron lo menos para ganar. Suficiente, con certeza. Incluso limpio. No les recrimino, pero como dicen muchos memes: Croacia se ganó el corazón del mundo. Se acaba el sueño de un buen futbol por un rato. Siempre nos quedará Moscú, pero también la Fórmula 1 y la NFL. Desde hoy te invito a ver el Superbowl. No puedes decir que no. Para los ‘panboleros’, en septiembre vuelve la liga de Champions. Seamos sinceros, el futbol mundial se juega en Europa. Hay finales de Champions tan buenas o mejores que una del mundo. Pero esta final fue final y nos damos por bien servidos. Rusia 2018 podría ser un ouroboros: una serpiente Putin se come al futbol, y el futbol se come a Putin. Putin se come a las Pussy Riot y las Pussy Riot se comen el espectáculo por unos segundos. Y así.

Lo peor del mundial, para mí, es esto: tenemos que resumir a todo un país en 11 jugadores que sudan y saben jugar muy bien. Seguro te recuerdas a los extranjeros de Rayuela. Esos pocos son los embajadores. No hay forma de discutirlo, lo son y ya está. Buenos o malos, justo o injusto. Ese camino eligieron, al fin, los jugadores de futbol. Y aquí es cuando recuerdo, querido Roberto, el epígrafe de Rayuela que muy bien tuvo tu compatriota Julio Cortázar a elegir para el inicio de Rayuela, tomado de una -por cierto- carta que Jacques Vaché envió a André Breton: Nada mata a un hombre como ser obligado a representar a un país.

Recibe de mí, como siempre, un eterno y fraterno abrazo.

Adrián

Morelia, 15 de Julio del 2018

 

Foto superior: Matthias Hangst/Getty Images-FIFA.

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