El Capitán
El hotel Virrey de Mendoza es una de las construcciones más bellas en el de por sí majestuoso centro histórico de Morelia. Construido en 1744, el edificio fue levantado cantera a cantera y ahí fusilaron a Mariano Matamoros en 1814. Con los años se ha posicionado como una de las opciones más caras y elegantes para el turismo que llega a Morelia, tanto, que ahí se han hospedado lo mismo políticos que grandes figuras del cine internacional, en ambos casos, por cierto, con cargo a nuestros impuestos… porque México.
Pero en esa construcción colonial, en ese edificio con vista a la Catedral de Morelia, se escondía una serie de abusos laborales que han salido a la luz pública gracias a la valentía de sus trabajadores. Desde hace algunos días, ellas y ellos decidieron no someterse a la parte patronal y salieron a la calle para dar a conocer su situación: les retiraron el comedor al que tuvieron acceso por años, los despedían sin justificación, y en el colmo del descaro, un mal día les avisaron que las propinas que dejaban los huéspedes ya no serían para ellos, sino para la administración.
En otras palabras, los dueños del Virrey de Mendoza salieron más cabrones que bonitos.
El pasado fin de semana me encontré con una nueva manifestación de los trabajadores. A uno de ellos, Pablo Cortés García, lo acababan de echar porque se solidarizó con sus compañeros, y como no estaba sindicalizado, lo corrieron sin más. Llevaba gran parte de su vida entregado a su labor de mesero; había obtenido la capitanía del puesto pero, como los demás, no tenía por qué aguantar los malos tratos. “Nos retienen las propinas, quieren que vivamos con el salario mínimo y tampoco nos dan alimentos. ¿Te imaginas que alguien pueda vivir así?, dice Pablo, quien añade que el sindicato al que pertenecen los trabajadores pactó en lo oscurito con la parte patronal.
Él y otros trabajadores están sorprendidos por las manifestaciones de apoyo recibidas tanto en las redes sociales como en la calle. Al momento de platicar con él, los automovilistas ven las pancartas y animan a los inconformes con el claxon, con gritos de “estamos con ustedes”. Y es que no quieren nada extraordinario, no son de esos que exigen pago hasta por llegar temprano. “Nomás queremos lo que es justo, lo que dice la ley”, comenta Pablo, aunque ahora sabe que su lucha quizá sea para apoyar a sus amigos, pues él, según el patrón, ya no forma parte del Virrey. “Yo les digo a mis compañeros que no se dejen, que levanten la voz, que no están solos”, remata antes de seguir frente al portal Matamoros, con una cartulina en mano que exige justicia para los empleados.
El junior
Las represalias contra los trabajadores inconformes han rebasado límites. Uno de ellos, se asegura, fue asaltado a mano armada una noche luego de tratar el tema de la inconformidad laboral. Otro recibió insultos por teléfono en una llamada que ya se filtró a los medios. La persona a la que señalan los trabajadores es Ramón Tocanarro, hijo de quien fundara el hotel. El “junior”, como se le ubica al interior de la empresa, es quien ha decidido cambiar las políticas laborales y ahora quiere quedarse con todo, hasta con las propinas. Y es, se dice, quien pactó con el sindicato (afiliado a la CTM) para cambiar unilateralmente las condiciones laborales en perjuicio de los trabajadores.
El abogado
El abogado que asesora a los empleados del Virrey es Arturo Ismael Ibarra Dávalos. Bajito de estatura y muy abierto en su trato con los medios, el especialista dice que la parte patronal engaña una y otra vez a sus trabajadores. “Les hizo firmar una minuta donde se comprometía a reincorporarlos a todos, sin represalias, pero ya despidió al capitán de meseros”, me cuenta, además de abundar en otros compromisos que la administración no cumplió. “Ellos aprovechan estos días para joder a los trabajadores, para madrugarlos, a unos los despiden y a otros los amenazan”, añade.
Arturo asegura que la pretensión de agandallarse las propinas va contra la Ley Federal del Trabajo; “incluso la Ley dice que los inspectores del Trabajo deben de vigilar que los patrones no metan las manos en esas propinas, pero se escudan en que así lo aceptaron con el sindicato”.
Este lunes, el abogado presentará denuncias por acoso laboral en la Fiscalía General del Estado, además de una demanda colectiva de rescisión de la relación del trabajo, “para ya negociar a través de la Junta de Conciliación y Arbitraje, ya no confiamos en la palabra”, sustenta. Pero además cuenta que hay otro audio que aún no sacan a la luz, uno donde el Junior dice que es muy amigo de “los de la Junta”, y que por tanto no le teme a nada.
Mejor nos vamos
“Ya tiene rato que pasaban cosas extrañas, empezaron a quedarse con un porcentaje de la propina y ahora ya quieren todo”. El de la voz es otro trabajador que está harto, y quien no descarta dejar de laborar en ese hotel después de toda una vida. Dice que les han quitado prestaciones, que los patrones se quedan con parte de las utilidades y hasta con el aguinaldo. “La primera vez que nos retuvieron las propinas nos dijeron que era porque estaban en auditoría. Ah, caray, pensamos, ¿pues eso qué tiene que ver?”
Pensaron, me cuenta este trabajador, que todo se iba a solucionar rápido, pero nunca calcularon que, al contrario, todo se iba a complicar. “Andamos buscando otro sindicato porque el actual nos apuñaló, queremos que todo se solucione, pero si no, pues nos vamos, que nos liquiden conforme a la ley y se queden con su hotel”.