Con el largo subtítulo de Un lugar para decir adiós, se presentó el más reciente estreno de la distribuidora Mantarraya Films, Valley of love (2015), largometraje número doce en la cuenta del francés Guillaume Nicloux, el cual es apenas el segundo que se estrena en México, desde la comedia criminal El pulpo (Le poulpe, 1998), que hizo su recorrido hace ya varios años como parte del Tour de Cine Francés.
El drama sobrenatural de Nicloux hizo su debut oficial en la edición 2015 del Festival de Cannes, en donde estuvo nominado a la Palma de Oro y fue recibida con escepticismo por la prensa internacional.
Toda la película gira alrededor de la interacción de sus dos protagonistas Isabelle Huppert y Gérard Depardieu, quienes prácticamente se interpretan a sí mismos: sus personajes son actores y se llaman Isabelle y Gérard. Ambos acuden a una cita en un curioso complejo turístico cercano al Valle de la Muerte en California, el cual es conocido por ser el lugar más bajo, caluroso y seco de Norteamérica. El motivo de la reunión es la petición de un hijo en común muerto seis meses atrás que les ha prometido un misterioso regreso en ese lugar. Invadidos por la culpa de abandonar al vástago para seguir adelante con sus vidas, tratarán de darle sentido a su visita conciliando el remordimiento con la redención.
De entrada, la participación de dos grandes figuras de la cinematografía francesa actual es algo que no se puede pasar por alto. La figura menuda pero firme de Huppert contrasta notoriamente con la voluminosa anatomía del veterano actor galo. Pero ambos no solo son desiguales en cuanto a su forma física, Isabelle es vegetariana, formó una nueva familia y acusa ciertos desvaríos místicos, en tanto que Gérard es bebedor y fumador compulsivo, un escéptico sin remedio, así como un solterón empedernido.
Aunque en un primer momento pareciera que Valley of love no tomará otro camino más que el del melodrama lacrimógeno, poco a poco va agregando elementos que claramente le dan un tono diferente a la tragedia que los motiva: la pareja ignorante y entrometida que los aborda, la aparición nocturna y profética en una solitaria cancha de tenis, así como el recorrido planificado por una serie de parajes desérticos y desoladores. Además Nicloux logra torcer los hilos de la trama mediante la utilización puntual de una serie de escenas desconcertantes, acompañadas de una base musical intensa y enigmática, para plantar la semilla de la duda mediante señales físicas que reviven las más hondas heridas morales.
Es cierto que el libreto escrito por el propio Nicloux se toma demasiadas libertades, lo que bien puede confundirse con una actitud pretenciosa del cineasta francés. En cambio, la naturalidad de sus diálogos nos hace pensar que buena parte de ellos podrían ser totalmente improvisados, aunque esto obra en favor de la película y no contra ella.
Valley of love va más allá de la imponente presencia de dos grandes actores franceses, que por misma es un aliciente para ver esta película. Nicloux, quien viene de hacer un par de trabajos muy interesantes y en esta ocasión da un giro al tono habitual de sus filmes, que oscila entre el thriller y la comedia, para ofrecernos un drama de tintes sobrenaturales, que a pesar de dejar muchos espacios en blanco, resulta convincente, misterioso y conmovedor.