La oscuridad es algo más que la apertura de El origen de las princesas (Adrián González Camargo, 2023). La primera secuencia nos muestra la pantalla en absoluto negro y un diálogo sobre vidas pasadas entre madre e hija, antecedida por un misterioso paraje boscoso. Hemos entrado a un relato donde una atribulada mujer recurre a los libros que explican su existencia para intentar tener de vuelta a su ser más preciado, así sea a costa de un riesgoso experimento. Para ello, qué mejor que encontrarse con un hombre en apariencia deshumanizado, que carga acusaciones de ser un violador masivo.
Gran parte de la apuesta de esta cinta es esa: apagar la luz y someternos a la angustia de los protagonistas, recurso que es efectivo sobre todo para los amantes del misterio narrativo y visual. La claustrofobia que hemos visto en películas como La habitación del pánico (2002), Nowhere (2023) o 127 horas (2010) se repite en esta cinta cuando alguien se ve atrapado ya sea en una tumba, un cementerio o un bosque infinito.
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Otra de las disyuntivas planteadas en el guion es establecer los límites entre el bien y el mal. ¿Hasta dónde puede llegar una bruja que quiere de regreso a su única hija? ¿Es válido sacrificar a un ser humano que a final de cuentas no encaja en la sociedad? ¿Es un ganar-ganar?
En la historia, las brujas suelen ser retratadas como mujeres poco atractivas, por decir lo menos, que buscan hacer el mal. En este caso, la protagonista no cumple con el perfil de los cuentos clásicos en cuanto a estética, pero sí en lo retorcido de sus planes para lograr su cometido.
Exhibida en circuitos como el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y el festival Macabro de la Ciudad de México, El origen de las princesas se puede ver desde distintos ángulos. Es, por un lado, la narración de conjuros aplicados en un mundo actual, pero también refleja el lado más maternal, ese que hará lo posible por regresar a un niña con la que se quiere bailar por la eternidad.
Es también una muestra del cine que se hace fuera de los circuitos centralizados, con actores michoacanos y un equipo de producción de esa misma entidad, donde vaya que se tejen relatos bastante oscuros casi todos los días.