Elisa Miller, una vieja conocida del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), regresó a la capital michoacana a presentar la que podríamos considerar como su primer largometraje de ficción, El placer es mío (2015), esto a menos que tomemos en cuenta la cinta experimental de Vete más lejos Alicia (2010), de apenas una hora de duración. La película hizo su estreno mundial en el certamen moreliano y cuenta con el respaldo del reconocido productor Christian Valdelièvre para iniciar su recorrido festivalero.
El guion coescrito por la argentina Gabriela Vidal y la propia Elisa Miller cuenta el clímax y deterioro de una pareja (Mateo y Rita), que llega a habitar una propiedad campestre en el Estado de Morelos (Huitzilac, para ser más precisos). Lo que inicia como una divertida convivencia plagada de sexo y alcohol, pronto se ve trastocada con la inesperada visita de la atractiva prima de Mateo y poco tiempo después, la llegada de la madre de Rita.
Christian Valdelièvre y la propia directora coincidieron en la importancia de darle el tiempo necesario a un proyecto para hacer las cosas bien (¿una referencia tácita a Vete más lejos Alicia?). La forma en que las guionistas fueron madurando el texto durante años a partir de escrituras independientes les permitió reflexionar sobre las actitudes de los personajes, “ya en el set es más intuitivo, más de acción… ella es un animal del set”, comentó Gabriela Vidal al referirse al trabajo de Miller durante el rodaje.
Aunque no hubo mucho tiempo para preguntas, el único miembro del elenco presente, Fausto Alzati, quien interpreta a Mateo, alcanzó a explayarse sobre la dificultad de enfrentar a un personaje tan ajeno a su carácter. En tanto que Flor Edwarda Gurrola mandó saludos en video desde alguna parte del mundo y Camila Sodi, la prima incómoda de la película, tampoco pudo asistir.
Pese a intuir ciertos aspectos del pasado de los personajes: el padre muerto, el abandono repentino del hogar (“tu mamá creía que te habían secuestrado”, reclama la abuela de Rita), la narrativa oculta hábilmente los orígenes de la crisis existencial de la pareja y de cómo llegaron a estar juntos, del motivo de sus diferencias: Rita quiere un hijo y Mateo arremete “¿y continuar con el linaje de padres ausentes?”.
Es difícil de encontrar un punto de inflexión en una narrativa tan entrampada, que se siente estática y que en cambio está plagada de simbolismos a través de animales presentes a lo largo de todo el metraje. Los momentos verdaderamente interesantes del filme ocurren cuando el personaje de Camila Sodi introduce un elemento de tensión a través de su ambigüedad sexual y su relación con los hombres que la rodean.
Es una cinta difícil de disfrutar: El placer es mío, afirma el título… pero no parece referirse al espectador