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El sastre de la mafia: un traje sin personalidad

El sastre de la mafia

En ocasiones, un aspecto inofensivo y gentil oculta un carácter torturado, dispuesto a los más inusuales sacrificios. Entre casimires y desconfianza se mueve el debut en la dirección del guionista Graham Moore, El sastre de la mafia (The outfit, 2022). El filme llega estos días a la cartelera por medio de la distribuidora Caníbal.

Ambientada en el Chicago de los años cincuenta, nos cuenta lo que sucede en el transcurso de dos noches en una pequeña sastrería. Leonard es un inmigrante inglés que se ha hecho un nombre entre los mafiosos de la ciudad, gracias a su talento artesanal a la vieja usanza y una nada desdeñable discreción.

Cuando una serie de misteriosos sobres marcados con el logotipo de una famosa organización criminal empieza a llenar el buzón clandestino de la sastrería, se empiezan a caldear los ánimos entre los desconfiados miembros del hampa.

De hablar calmado y andares flemáticos, Leonard  (Mark Rylance), corta con delicadeza los patrones que formarán parte del traje nuevo del mafioso en turno. Soporta estoicamente las pullas de los más jóvenes, mientras hace labor tutelar con su joven secretaria, Mable (Zoey Deutch). Aunque rara vez habla más de lo necesario, está claro que sabe más de lo que aparenta. Esto se pone en evidencia cuando las cosas se ponen difíciles y el modisto empieza a jugar sus cartas para salvar el pellejo.

Entre el protagonista y su empleada existe una relación que está a punto de tomar rumbos separados. Ambos han perdido a alguien en su vida y encuentran en el otro a un sustituto. No hay recriminaciones ni se piden el uno al otro algo que no puedan dar. Incluso, las palabras padre e hija están tácitamente prohibidas entre ambos.

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Toda la película está imbuida en un tono teatral del que le es imposible desprenderse. Toda la acción sucede en un par de habitaciones, con decorados de aspecto irreal. Los personajes de El Sastre entran y salen del pequeño escenario, aunque no siempre lo hacen de manera fluida. Justamente en este aspecto pierde un poco la obra de Moore. Su éxito depende en buena medida de la forma en que se arman las piezas de este rompecabezas, cuando éstas no embonan con la exactitud necesaria, ponen en evidencia ciertas carencias de su artificio.

Por un momento Moore parece jugar al misterio del cuarto cerrado, pero el codiciado maletín revela muy temprano su contenido: una cinta magnetofónica, rara muestra del avance tecnológico de aquellos años. La cinta, nos dicen, revela el nombre de un soplón que pone al borde del precipicio a los miembros de la organización criminal. ¿Quién la puso ahí? ¿Cuáles son sus intenciones? Son misterios que se irán revelando conforme avance la trama, aunque no siempre sorprenden al espectador atento.

El sastre de la mafia es mucho menos memorable de lo que promete, pero la cinta debut de Graham Moore saca provecho de su guion gracias a un buen grupo de actores. Pero ni la previsible revelación final, ni la forzada vuelta de tuerca de los últimos minutos nos ofrecen algo más que cien minutos de buen entretenimiento, algo así como un traje a la medida, pero sin suficiente personalidad.

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