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El último diamante, crítica

El Tour de Cine Francés entró a su recta final con la presentación del efectivo thriller El último diamante (Le dernier diamant, 2014), cuarto largometraje que escribe y dirige Eric Barbier.

Por Armando Casimiro Guzmán

Hay que hacer notar que el cineasta galo suele tomarse su tiempo (voluntaria o involuntariamente), entre rodajes, para muestra un botón: ya habían pasado ocho años desde su última producción, Le serpent (2006). Cabe hacer mención que ninguna de sus películas previas ha gozado de gran aceptación en la taquilla francesa, hecho que seguramente influyó para que no se hayan estrenado en nuestro país.

Con guion coescrito por el propio Barbier, el relato armado con los elementos básicos del thriller convencional El último diamante sigue los pasos de Simon, un hábil ladrón que se encuentra en libertad condicional, su talento es tal, que un grupo de sofisticados delincuentes lo requiere para llevar a cabo un último y riesgoso trabajo: el robo del Florentin, un valioso diamante, cuya subasta está dirigida por Julia, una experta en piedras preciosas para quien la venta de la joya es mucho más que un lucrativo negocio.

Con la premisa de sorprender al espectador, Barbier afirma que fue incluyendo de manera dosificada una cantidad importante de pistas que al final pueden resultar falsas, con la esperanza de que la audiencia descubra que dentro del relato principal puede aparecer una historia distinta. El director afirma que uno de sus mayores placeres al trabajar en el filme, fue revivir un género que permanecía un tanto olvidado en la cinematografía francesa y cuyo auge tuvo lugar entre las décadas de 1950 y 1970.

Hay que reconocer que fue un acierto la elección de los actores principales: Yvan Attal, a quien hace algunos años pudimos ver en El secuestro (The rapt, 2009), notable drama policial también presentado en el Tour; además de la francesa de origen argentino Bérénice Bejo, actriz que saltó a la fama cuando la comedia silente El artista (The artist, 2011), ganó nada menos que cinco estatuillas en la entrega de los Oscar. Ambos interpretan personajes lo suficientemente atractivos como para que la atención del espectador no decaiga en las casi dos horas de metraje.

El último diamante no es una producción que pueda catalogarse dentro del film noir, si bien su historia gira en torno a un hecho delictivo y una serie de personajes que nada tienen de inocentes, al final resulta demasiado tibia y colorida. Pero tampoco cae en los extremos del cine de acción estadounidense, en donde prevalecen los tiroteos y las explosiones sin sentido, aquí las escenas violentas son tratadas con más sutileza y hasta podríamos decir, elegancia. La cinta de Eric Barbier se ubica en un impreciso punto medio: si bien carece de profundidad al menos no llega a los niveles comunes de estupidez de otras películas de atracos. En resumen, es un trabajo que cumple justo con lo que promete y nada más, solo nos brinda dos horas de fugaz entretenimiento, algo que en estos tiempos que corren a veces es más que suficiente.

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