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¡En el Mundial pisaron a México!

Jersey México

Por Raúl Mejía

Cuando un equipo no tiene grandes figuras pero sí adminículos masculinos (vulgo: huevos), pundonor y vergüenza, juega como los coreanos. ¡Qué partido se echaron contra Ghana los diminutos orientales! Al final, ya se sabe, ganaron los negrazos de Ghana porque tienen más volumen en los atributos arriba mencionados -hipótesis sujeta a comprobación.

 

Los uruguayos sí tienen figuras en su alineación, pero parecen empeñados en el “modo azteca” y así les fue.

¿Saben? El Ronaldo me cae realmente mal por mamón. Es el único jugador en la historia de los mundiales globalizados que está pendiente de la cámara y se solaza cuando lo toman. Es más: se atribuye un gol que no anotó (el uno cero contra Uruguay). Ni tocó el balón y se lo adjudicó. Lo bueno es que hay una cámara que todo lo ve.

Me gustaría hablar de los partidos, su táctica y estrategia y esas cosas a las que los tengo acostumbrados desde hace muchos años, pero la edad se me vino encima y este mundial marca mi retiro de las canchas. Se los advierto. En el caso de seguir en este mundo en el mundial del 2026 haré lo que Sergio Monreal hizo en el del 2022: se retiró en plenitud de facultades.

De plano ya no tengo edad para estas cosas y debemos dejar el lugar a las nuevas generaciones. La muestra de mi mediocridad como cronista futbolera es esta entrega. No hay emoción, pura amargura.

Fui testigo y apasionado de este deporte desde 1970. Vi el avance de México entre 1994 y los primeros veinte años de este siglo. Sufrí la ruborizante actuación azteca en Argentina 78, un performance irrepetible, aunque en el presente encuentro mundialista es probable que (casi) igualemos esa bochornosa experiencia… a menos que los árabes se anoten tres autogoles y dejemos fuera a los argentinos, cosa harto improbable.

Le dejamos al mundo ese canto con marca registrada encarnado en el gemebundo “cielito lindo”. Es cierto: con eso no ganamos partidos, pero nos recordarán: “los mexicanos son bien desmadrosos y retesimpáticos. Nos vemos en el 2026”.

Hay, sin embargo, un misterio a la espera de resolverse: ¿quién metió una camiseta de México al vestidor argentino? Seguro fue la de un jugador mexicano que intercambió su camiseta con Lautaro y apenas éste la dejó en una banca, alguien la tomó y aquello fue un indignante pisadero del símbolo futbolero nacional.

Obvio, esa ya calienta y los medios de comunicación a través de sus micos con micrófono convirtieron en noticia algo irrelevante, sobre todo porque -dicen, yo no lo vi- el mismísimo Messi ¡pateó nuestro símbolo!

A ver, seamos sensatos: ¿esperaban -los nacionalistas- algo diferente? ¿Qué Di María doblara la prenda y preguntara “¿de quién es esta camiseta, amiguitos?” ¿En serio? El mismo destino hubiera tenido una prenda similar (pero argentina) en el vestidor mexicano… a menos que estuviera firmada por Messi, claro. En ese caso hasta una guerrita civil se hubiera dado en el vestidor nacional por la posesión de ese objeto preciado.

México salta a la cancha (iba a decir “juega”, pero tampoco se debe exagerar) el miércoles. Mi civismo futbolero prescribe estar presente en el cotejo y sufrir como los meros machos para luego hallar el olvido al estilo Jalisco.

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