La característica más evidente de la filmografía del director escocés David Mackenzie es la diversidad de los temas que abarca sin encasillarse en un género en particular. Sin embargo, la mayor parte de sus obras se han movido en circuitos independientes. Por lo que cintas de buena factura como el romance de ciencia ficción Al final de los sentidos (Perfect sense, 2011), o el drama carcelario Starred up (2013), no habían causado mayor impacto en las grandes audiencias. Todo cambió con la aparición de Enemigo de todos (Hell or high water, 2016), potente drama criminal con aires de western que tiene cuatro nominaciones a los premios de la Academia, entre las que destacan mejor película y mejor actor de reparto, para el veterano Jeff Bridges.
Situada en la árida planicie del oeste de Texas, sigue la historia de dos hermanos que deben reunir en pocos días una gran cantidad de dinero, el propósito es recuperar la propiedad de su madre recientemente fallecida. La idea parece simple: tomar a la fuerza el dinero de las sucursales del banco que los ha robado toda su vida. Pero el principal obstáculo que enfrentarán los consanguíneos es un viejo detective, ladino y sagaz, que intentará a toda costa que los asaltabancos se salgan con la suya.
La película, que también está nominada en la categoría de mejor guión original, el cual fue escrito por Taylor Sheridan, originalmente sería dirigida por Peter Berg, quien decidió dejarla de lado para enfocarse en la cinta de desastre Horizonte profundo (Deepwater Horizon, 2016). Finalmente Mackenzie fue el elegido para tomar las riendas de la producción, en lo que significó un gran acierto de los productores.
Es posible encontrar ciertos paralelismos con cintas ambientadas en la época de la gran depresión económica de los años treinta, protagonizadas por sendas bandas criminales que asolaban pequeños poblados del centro de Estados Unidos. En tanto que la crisis que golpea a las granjas y comercios de la actualidad, encuentra culpables en las corporaciones financieras, por lo que es posible tener cierta empatía con un par de hermanos que harán lo que sea necesario (de ahí deriva el título original en inglés), para salvar una pequeña propiedad familiar.
El elenco en el que destacan Chris Pine, cada vez más maduro, al igual que un notable Jeff Bridges, es guiado por la pericia de un director acostumbrado a hacer las cosas a su manera. Logra ofrecer una mirada elocuente de la Norteamérica rural, violenta y poco ilustrada, aquella que hizo posible la presidencia de Donald Trump. Además, hay que poner atención a la oportuna banda sonora compuesta e interpretada por los australianos Nick Cave y Warren Ellis.
La pequeña cinta de David Mackenzie, costó apenas doce millones de dólares, tuvo su estreno en el Festival de Cannes en donde formó parte de la sección Un certain regard. En Estados Unidos, donde se estrenó en agosto, tuvo un desempeño interesante en taquilla, convirtiéndose hasta ahora en la película más exitosa del cineasta escocés, con una recaudación de veintiséis millones. Enemigo de todos no es solo un western lo suficientemente eficaz para revitalizar un género escaso de buenas propuestas en los últimos años (salvo la inusual Bone Tomahwak de S. Craig Zahler del 2015), es un thriller intenso y honesto, una de las apuestas más atractivas de la próxima entrega de los premios de la Academia.