Cuauhtémoc Cárdenas Batel es uno de los fundadores del Festival Internacional de Cine de Morelia, del cual es vicepresidente, un cargo en el cual, dice, se hacen muchas cosas, sobre todo gestionar recursos. Pero también subraya que el FICM no cumple caprichos: «Aquí no hay yates, esto no es Cannes».
Por Armando Casimiro Guzmán
Ya son doce años desde que inició el FICM. ¿Cómo fue que te involucraste en el proyecto?
Más que involucrarme en el festival podría decir que yo llamé al festival. He estado ligado al cine desde siempre, primero como espectador como todos y después a través de compañeros de la escuela que se fueron a estudiar cine, de alguna manera me quedé ligado a este mundo a través de ellos. Cuando en el año 2002 nos encontramos con Alejandro Ramírez, surgió de manera natural el tema de hacer un festival. Daniela Michel había hecho algunas cápsulas para Cinépolis y Alejandro me sugirió que habláramos con ella, se dieron las cosas y aquí estamos doce años después.
En estos años de los que hablamos han nacido y desaparecido festivales de cine, ¿qué es lo que tiene el FICM? ¿Por qué sigue vigente?
Son varios factores, pero no hay ningún misterio. Morelia es un marco excepcional para los eventos culturales porque su centro histórico tiene infraestructura para llevarlos a cabo, además es un lugar que se puede recorrer a pie, eso humaniza y ayuda al festival. Por otra parte, ocupamos un nicho que nadie cubría que es el cine nacional. Casualmente conforme el FICM estaba tomando forma, el Festival de Guadalajara se iba transformando en un certamen con otros objetivos. Fue así que de manera natural nos fuimos orientando al cine mexicano, entre otras cosas porque nos dimos cuenta de que los primeros que no conocemos el cine nacional somos los propios mexicanos. Es también una manera de volverlo atractivo para un visitante extranjero, no les íbamos a mostrar lo que ven en Francia o Alemania, sino que teníamos que poner un acento en lo nacional y creo que eso ha sido parte del éxito. Pero no podemos olvidar la participación de instituciones públicas, empresas privadas, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos en lo individual… es un colectivo de iniciativas mixtas, es la única manera en que pueden funcionar las cosas en la actualidad.
Tu papel desde que inició el FICM ha sido el de vicepresidente, pero ¿cuál es la función de un vicepresidente de un festival como éste?
Alejandro que es el presidente y yo que soy el vicepresidente hacemos de todo y nada a la vez. Es decir, hacemos de todo porque la responsabilidad final recae sobre nosotros y nada, porque no tenemos asignada un área específica. Pero hay un trabajo de gestión muy fuerte durante todo el año ante organismos públicos, organismos internacionales y empresas privadas para obtener recursos. Hay otra función además que es la de relaciones públicas para dar a conocer el festival en otras partes, aquí es donde entra Daniela Michel; ella viaja mucho, por diferentes festivales con el doble propósito de ver películas que se puedan traer y al mismo tiempo promover el festival. Asimismo debemos cubrir los acuerdos que tenemos con distintos festivales, como la Semana de la Crítica de Cannes, donde se presentan los ganadores de Morelia. Desde el año pasado se comenzamos funciones en la Casa Michoacán en Chicago, es otra manera de extender el Estado hasta donde están los michoacanos. Tenemos pendiente California, pero son cosas que nos tocan a Alejandro y a mí gestionar y promover. Pero no debemos olvidar a Daniela, quien hace una labor titánica, ella es la que da vuelta a la maquinita para que todo funcione.
¿Qué retos han enfrentado en estos doce años?
Mira la respuesta más obvia fue el problema muy fuerte del 2008, fue un momento muy difícil, primero lo vivimos como ciudadanos en lo individual ya que estábamos muy dolidos con este suceso. Justificadamente parte de nuestro equipo estaba muy temeroso, pero vimos al festival como una oportunidad de cohesión, una oportunidad de volver a vivir la ciudad con alegría. Morelia era una comunidad agraviada que necesitaba un ungüento para curarse el alma y poco a poco la gente retornó a sus actividades habituales. Pero también ha habido otra clase de retos muy peculiares que tienen que ver con el día a día del festival, como las curiosas peticiones de algunos invitados, pero cuando hablamos con ellos, de la situación real, por lo general esas peticiones se disuelven. Y es que cuando escuchamos “festival de cine” siempre pensamos en Cannes, pero hay cosas que nosotros no tenemos, aquí no hay yates ni cosas de esas…
Muchos cineastas jóvenes se han forjado en Morelia, algunos de ellos han exhibido cortos y tiempo después regresan a competencia con largometrajes ¿A qué atribuyes este crecimiento?
El trabajo que se hace en la conformación de los jurados es muy importante, el premio tiene validez en función de quien lo entrega. Hemos sido muy cuidadosos, queremos tener siempre jurados de muy alta calidad y de mucha experiencia, esto con un doble propósito: darle solidez al premio y que jurados extranjeros vean el trabajo que hacen los mexicanos. Tenemos la idea que se puedan llevar algo de lo que vieron aquí a sus festivales, recomendarlo con los críticos de sus países, etc. Para alguien que no conoce nuestro país le resulta sorprendente que desde hace cien años se hace cine en México, que es una industria que tuvo su auge hace varios años y que los nuevos cineastas recogen mucho de ahí.
También hay que tomar en cuenta que los últimos años ha habido un aumento en la cantidad de cintas producidas, por ejemplo, en el 2003 cuando queríamos inaugurar con una película mexicana (que fue Nicotina), más allá de que nos gustaba, era la única que estaba lista para presentarse esa fecha. En cambio, hoy se quedan fuera muchos trabajos debido a la gran cantidad de películas que se hacen. Como festival hemos recibido mucho gracias al aumento de la producción cinematográfica, pero hoy podemos decir que Morelia ha puesto su parte en este crecimiento.
¿Cómo está posicionado el FICM a nivel nacional y mundial?
A nivel mundial es muy difícil, hay muchos festivales muy buenos. Pero a nivel nacional creo que somos el mejor festival del país y lo digo con todo respeto para los demás. Podría decirse que mi apreciación es muy subjetiva ya que mi cariño está aquí, en este festival, pero lo cierto es que mi objetividad también.