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Estoy pensando en dejar a Kaufman (primera parte)

I’m thinking of ending things Kaufman Netflix

Max Brod le dijo alguna vez a Franz Kafka: “Eres feliz en tu infelicidad”. El escritor checo vivía con un miedo terrible a la muerte porque, decía, no había vivido. Ese miedo, que parece haberse trasladado de Praga a Nueva York, insertándose en otro autor cuyo apellido también empieza con K: Charlie Kaufman, sigue latente a lo largo de su filmografía.

Kaufmann significa tendero en alemán y, curiosamente, Kafka escribió un cuento que se titula Der Kaufmann (El tendero). Coincidencias (o no) aparte, en esta primera entrega revisaré brevemente la filmografía como guionista y director de cine del neoyorquino Charlie Kaufman, antes de realizar notas sobre su nuevo filme, I’m thinking about ending things, que a su vez es adaptación de la novela homónima de Ian Reid y de reciente estreno.

El comentario de Kafka no es gratuito. En una conversación que Kaufman tuvo en el festival de Göteborg, en Suecia, ante la pregunta de cuáles eran sus escritores favoritos, Kaufman titubeó al intentar mencionar escritores actuales o contemporáneos, por lo que concluyó mencionando cuatro pilares para él: Kafka, Beckett, Ionesco y Pirandello. Así, el inicio de una brillante filmografía no podía ser tan representativo de lo que han sido sus películas.

Su obra empieza con la historia de Craig Schwartz (John Cusack) un titiritero atormentado que ha dejado de amar a Lotte (Cameron Díaz), su veterinaria esposa, quienes se enamoran de Maxine (Catherine Keener), nueva vecina de trabajo de Craig, atractiva, fría y desalmada. El titiritero Schwartz encuentra muy pronto lo que en adelante será la filmografía de Kaufman: un portal al interior de otra persona. Un túnel lodoso que en un principio nos hará ver a través de los ojos de John Malkovich.

Así, Being John Malkovich (Spike Jonze, 1999) sería la primera de una serie de obras que ante todo evitarán que veamos el mundo como lo vemos, y en vez propone una u otra forma de verse, en ocasiones Kafkiana, en ocasiones Beckettiana, en ocasiones Ionesquiana y en otras Pirandelliana: en resumen, Kaufmaniana. En este primer filme, Kaufman empieza a hacerse una pregunta que, a reserva de revisar su última película, parece nunca responderse. Citando a Peter Handke: ¿por qué yo soy yo y no soy tú?

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Su segunda película, que a la vez es la ópera prima de Michel Gondry, es un gran acierto argumental que desafortunadamente careció de publicidad, pantallas y una mayor distribución. Human Nature (2001) es el segundo filme escrito por Kaufman. Lila Jute (Patricia Arquette) es una mujer con demasiado vello corporal, lucha por adaptarse y ser amada. Para ello se hace una depilación completa y tiene que rasurarse, ocultando su verdadero ser. Lilta se hace pareja de Nathan Bronfman (Tim Robbins) y descubren al famoso “mowgli” moderno: un hombre a quien llama Puff (Rhys Ifans), quien fue abandonado en la naturaleza y se ha criado como un mono.

El experimento conductista-antropológico termina en un triángulo amoroso que, similar a Being John Malkovich, tendrá un giro de tuerca. En la historia veremos como el engaño es común y una vez más, varios personajes actúan con una identidad a conveniencia de la sociedad, más no la suya. Una vez que Kaufman se declara admirador de Kafka, es inevitable relacionar esta obra con el famoso Informe para una Academia del autor checo. Incluso, pareciera ser una libre adaptación. Para ejemplificar, cito un fragmento:

“Me hacéis el honor de presentar a la Academia un informe sobre mi anterior vida de mono. Lamento no poder complaceros; hace ya cinco años que he abandonado la vida simiesca. Este corto tiempo cronológico es muy largo cuando se lo ha atravesado galopando -a veces junto a gente importante- entre aplausos, consejos y música de orquesta; pero en realidad solo, pues toda esta farsa quedaba -para guardar las apariencias- del otro lado de la barrera.”

Así, la pregunta de quién es Kaufman no solo quedará abierta. En su tercer filme, Kaufman parece responderlo. Sin embargo, Kaufman mismo provoca no una lucha contra él, sino una colaboración ficticia. Charlie Kaufman inventa entonces un hermano gemelo: Donald Kaufman, quien escribe su tercer filme y que a la vez es una adaptación de The Orchid thief de la reportera neoyorquina Susan Orlean.

De esta forma, la metapelícula Adaptation (2002, dirigida por Spike Jonze) encumbra su figura en sí mismo, como una especie de pastel semiamargo que deposita en la parte superior su propia figura. El titiritero Craig parece volver para mover los hilos y si bien no hay un triángulo amoroso, encontramos que hay un nuevo engaño o la ausencia de un amor completado. Un hombre, por tercera ocasión, busca el amor completo. En Adaptation escucharemos constantemente la voz del guionista que se castiga y que tiene el propósito de no hacer un filme de Hollywood, sino simplemente una película sobre flores.

Una frase que dice Charlie, pareciera repetirse como una necia insistencia, al referirse a su hermano gemelo: “Tú y yo compartimos el mismo ADN, ¿hay mayor soledad en el mundo? Esta frase, además de ser una falacia, se parafrasea en otros momentos de su obra. Joel Barish la encarna en su soledad, misma que se encarna en Caden y que Michael Stone recuperará.

En este grupo de películas, acaso su cuarto filme es el más extraño de todos y por tanto el más ordinario. Confessions of a dangerous mind (George Clooney, 2003) es una bizarra comedia con tintes dramáticos y thrillerescos. Chuck Barris, personaje real, es un productor de televisión vuelto agente de la CIA. Esta también adaptación, que en realidad es una película biográfica, utiliza también el voicer over (voz superpuesta). Sin embargo, haber sucumbido o haber tenido la necesidad de seguir siendo considerado como guionista activo de Hollywood, le hizo aceptar este trabajo.

Su quinto filme, que sería acaso su primer opus magnus y que le mereció el Oscar al mejor guion: Eternal sunshine of a spotless mind (2004), sigue recibiendo vanaglorias después de quince años. A partir de una historia de él mismo, Michel Gondry (quien dirige) y Pierre Bismuth, Kaufman usa una vez más el voice over para que escuchemos, esta vez con demasiada y deprimida atención, la voz de Joel (Jim Carrey), quien un día decide viajar a la fría playa de Montauk en vez de ir a trabajar.

Así conoce a Clementine (Kate Winslet) y comienza la relación más importante de su vida. Hasta que descubre una empresa (Lacuna) que tiene como actividad principal borrar de la memoria a quienes la han manchado, quebrado, lastimado. La catarsis llega como una persona que se desnuda. Los personajes no vuelven a la naturaleza, como en Human Nature: se han desprendido de la conciencia (reguladora) para decir lo que piensan exactamente de ellos.

Joel y Clementine escuchan sus voces y se hablan al mismo tiempo, traslapando las dos conciencias, los dos planos de pensamiento. Uno se ha ocultado por una necesidad de conveniencia. Se encuentran en un laberinto subconsciente, mientras son recuerdos borrados y desesperados buscan huir de recuerdos y traumas para seguir sobreviviendo. Como en Being John Malkovich, nos adentramos en un túnel de recuerdos. Para ejercer el derecho a olvidar, será necesario ‘bucear’ por el subconsciente y la memoria.

“He fantaseado con la muerte de Caden”, confiesa Adele (Catherine Keener) en terapia, al lado de su esposo Caden Cotard (Philip Seymour Hoffman), quien es director de teatro. El pensamiento, que había sido protagonista en Adaptation, ahora es disipado como una serie de trampas que nos hemos de encontrar a lo largo de su sexto filme Synechdoque, New York (2008). Es su sexto guion y su primer trabajo de dirección. La veneración de un ente deprimido que nunca podrá disfrutar y que, como en cualquier McGuffin, encontrará (sin saber que lo encuentra) la verdad en el ejercicio de desarrollar la obra, en vez de encontrar la obra misma.

Es, como se menciona en el propio film, “el principio del pensamiento, la verdad no dicha”. Caden, desesperado por no encontrarse y no saber cómo realizar una obra de teatro basada en su propia vida, permite que la obra crezca y crezca, sin detenerse. Deja de importar que sea una ciudad dentro de una ciudad. Importa más que Caden extienda su persona a otras y que otras hablen por ella, justo como hacen Bibi Anderson y Liv Ullman en el filme de Ingmar Bergman, Persona (1966). Kaufman recupera esta noción de persona, como lo ha hecho anteriormente.

En el sentido Junguiano, la persona representa a la máscara que utiliza el individuo y la sombra en donde se resguarda todo aquello que no es adaptable a la sociedad. Empero, a diferencia de Bergman, a Kaufman no le importa una u otra, sino la inercia del ente deprimido y la fuerza de su incapacidad por terminar la obra, lo que llevará a Caden a la microruina de su microciudad. Y, como buen evasor, derivará su depresión en una voz que le dictará qué hacer, sobre todo en sus últimos momentos.

El séptimo filme de Kaufman, Anomalisa, que escribe y codirige con Duke Johnson (2015), hace un atrevimiento formal y argumental, sin abandonar los pilares de su ya conformada poética. Inconformidad, soledad, angustia. Michael Stone es un experto en atención al cliente y viaja a Cincinatti para dictar una conferencia. Insatisfecho, busca una exnovia quien lo rechaza y conoce a Lisa.

El deseo de ser (o tener a) alguien más y ahora una concreción de la depresión, extendida al resto del mundo. No es un mundo gris u oscuro lo que nos sirve como síntoma de su depresión: todos o casi todos son la misma persona, con la misma cara y la misma voz. El mundo recuerda a lo que en Being John Malkovich sucede cuando el mismo John Malkovich entra a su propio portal. Un mundo en el que todos tienen su propia cara, en una diversidad de cuerpos y entes, pero la única palabra que se habla, lee y canta es: Malkovich. En este estandarizado mundo, una mujer hará la excepción. Lisa, quien al ser  anomalía de este mundo demasiado estandarizado, se convierte en Anomalisa.

Y así, la felicidad en la infelicidad, como la que señalaba Max Brod a Kafka, continúa en los personajes de Charlie Kaufman, lo cual probablemente encontraremos en su octavo filme como guionista y tercero como director: I’m thinking of ending things.

Continuará.

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