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Estrenan «Rojo Orgásmico»

Alejandra Quintero

El estreno

En el último día de actividades del Feratum se estrenó la película Rojo Orgásmico, de Christian González, como parte del homenaje que se le rindió durante esta primera edición del festival en Tlalpujahua. Un filme que quizá no sea proyectado en las grandes salas de cine, pero sin duda fue uno de los aciertos, porque González reúne en sus películas la esencia de todo aquello que muchas veces negamos en México, y nos demuestra que la verdadera crudeza no necesita de grandes cantidades de dinero pero sí de grandes actuaciones como la de Claudia Goytia y Luis Durán.

Se aleja un poco al tipo de cine que ha grabado durante 27 años el llamado «Rey del underground», pero no por eso es más ligero o más fácil de digerir. Se realizó en tan solo 14 días el año pasado, con 12 personas de Crew, incluyendo a los actores y está basada en la historia real que le pasó a un amigo del director.

Claudia Goytia, quien también estuvo presente en el estreno, al hablar de su personaje dijo que quiso hacerlo porque sabía que este era el personaje que estaba esperando para realizar bajo la dirección del cineasta, por lo que vivió con la familia de él durante las dos semanas que duró el rodaje con la meta de no perder la intensidad que requería su papel, además que fue un gran aprendizaje para ella.

Rojo Orgásmico

«Tu error fue meterte en un juego de amor con una puta profesional», le dice en una escena el profesor al estudiante de cine, pero ya era demasiado tarde. La  historia trata de un chico que se inmiscuye en la vida de una teibolera para de ahí hacer un documental; pensando que sería un buen material fílmico la acompaña a todos lados y comienza a sumergirse en esa vida de miseria y soledad, la de una mujer que mientras no está prostituyéndose, tiene que cuidar y alimentar a cinco hijos y una madre anciana. La película mantiene gran cuidado en la fotografía, de tal manera que pareciera haber sido rodada tal cual la vemos en pantalla; los espacios reducidos que el director crea en los ambientes nos regala esa sensación de asfixia que puede sentirse cuando se está encerrado en su propia vida indeseable, para que el público se instale dentro de la cinta. Wendy o Cassandra es una mujer abandonada de sí misma incluso, que conoce la verdadera soledad y el sufrimiento, de maneras que su  co-protagonista no imagina,  un muchacho de buena familia, ese joven al que ella pide a gritos ayuda bajo la máscara del amor, de la dependencia hacia alguien, quizá cualquiera que le demuestre afecto.

Una cinta que dentro de la ficción nos enfrenta a situaciones con las que cualquiera puede identificarse. Al final, el documental que se graba dentro de la película cruza la línea de la realidad, y el estudiante de cine se vuelve un personaje más de algo que él ha creado, pero sus deseos por convertirse en cineasta lo hacen olvidarse de la más mínima compasión. Una historia cruda, sin censura, que alejada de las grandes producciones mexicanas, simplonas y desencajadas, se convierte, sin duda, en el tipo de cine que debería recomendarse, verse y distribuirse.

 

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