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Eutiquio Gongorino opaca a Alfredo Zalce

Eutiquio Gongorino Reyes nació en esta ciudad de provincia en 1927, siendo hijo de un fotógrafo español y de una aristócrata de La Piedad, pasó su infancia rodeado de artistas e intelectuales.

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Por Jorge A. Amaral

Aprovechando que este es el mes de aniversario del natalicio del artista Eutiquio Gongorino Reyes, escritor, fotógrafo, pintor, escultor y músico de escaso talento pero de gran fama local, la Fundación Eutiquio Gongorino, creada por la hija del artista, ha emprendido toda una serie de actividades para celebrar al artista local y de paso hacer algo de desinteresado lucro en aras de difundir la obra de quien fuera considerado el portavoz de la retaguardia vanguardista.

Para quienes no conozcan a Eutiquio Gongorino Reyes, basta decir que nació en esta ciudad de provincia en 1927, siendo hijo de un fotógrafo español y de una aristócrata de La Piedad, por lo que pasó su infancia rodeado de los artistas e intelectuales que a diario frecuentaban su casa.

Ya para 1942 fue inscrito en la Academia Guadalupana de Artes, donde fue alumno de connotados artistas de la época como un amigo de Diego Rivera que también quería ser pintor pero nomás no se le daba, o un cercano colaborador de Alfonso Reyes, bueno, en realidad tenía como segundo empleo la limpieza del escritorio del gran intelectual mexicano pero eso le daba la oportunidad de, de vez en cuando, leer las portadas de los libros que estaban sobre el mueble, tanto que aseguraba que por esa vía había aprendido alemán y latín.

El caso es que Eutiquio Gongorino Reyes, al ver que en la Ciudad de México de plano no la iba a hacer, se regresó a la provincia, donde montó un estudio, empezó a dar clases y organizar comilonas en las que, ya borrachos, los asistentes terminaban comprando sus cuadros y esculturas, aunque a la mañana siguiente, en medio de la resaca, terminaban tirando tales objetos a la basura al no poder recordar qué eran o para qué servían.

Al paso de las décadas y ante la falta de artistas de renombre establecidos en la ciudad, Eutiquio Gongorino Reyes se consolidó como un gran maestro y un referente en la vida cultural local.

A su muerte y en vista de que existían en bodega alrededor de diez mil piezas que el artista no había conseguido vender, su hija, egresada de la carera de Cultural Business en una prestigiada universidad extranjera, creó la Fundación Eutiquio Gongorino, dedicada a mantener vivo el recuerdo del gran artista, seguir vendiendo su obra, montando exposiciones por doquier y organizando eventos alusivos al artista local, todo con el apoyo del gobierno y la iniciativa privada, por lo que la Fundación se ha convertido, sin ser considerada como tal, en una boyante empresa que ya hasta apoya a otros artistas con la condición de que hayan sido cercanos a Eutiquio Gongorino Reyes, como su jardinero, algún ex alumno barbero, el que le lavaba el carro cuando iba al Centro, etcétera.

Así que este mes, para celebrar el aniversario del natalicio del ilustre artista jicarero, la Fundación Eutiquio Gongorino, con fondos del Estado, ha programado una serie de actividades, como la exposición Eutiquio Gongorino, los años sanitarios, en la que los espectadores podrán apreciar los trozos de papel higiénico que la hija del homenajeado fue guardando a escondidas del artista por su alto valor artístico y hasta antropológico; también estará abierta al público Eutiquio Gongorino, dramatismo energético, en que la presidenta de la Fundación recopila los recibos de luz de Gongorino Reyes y cómo la tarifa fue aumentando dramáticamente, pues ya para los últimos años de vida, el aludido utilizaba dos refrigeradores, uno para preservar sus alimentos y otro para mantener vigente su obra.

También habrá un seminario en el que el gobierno pagará a los amigos de la hija del artista para que impartan cursos, talleres, conferencias magistrales y mesas redondas sobre Gongorino Reyes, todo esto en la casa que el gobierno remodeló especialmente para estos eventos y para de pasadita ver si se vende alguna pieza aprovechando la ingenuidad del público y que el nombre está de moda en este mes.

Sólo esperamos que todas estas actividades no vayan a opacar a Alfredo Zalce y los festejos conmemorativos en su honor, pues él sí era un artista de verdad

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