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Fata Morgana: en la mente de Alberto Chimal

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Alberto Chimal es narrador, dramaturgo, tallerista, crítico literario, profesor, cinéfilo, ensayista, minificcionista y tuitero. Nació en Toluca, Estado de México, en 1970, y es uno de los escritores más emblemáticos de su generación, creador de ensambles e imágenes de la literatura fantástica mexicana, interesado en la comunión entre tecnología y literatura. Obtuvo el Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí 2002 por el libro Estos son los días, el Premio de Literatura Estado de México 2012 por su trayectoria, el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para obra publicada 2013 por Manda fuego, entre otros.

¿Qué lecturas dejó, Alberto, el 2019?

Menos de las que yo hubiera querido, pero entre ellas algunos libros muy bellos o muy impactantes que no siempre salieron en las listas de “Lo mejor del año”: Ice de Anna Kavan, Providence de Alan Moore y Jacen Burrows, La memoria donde ardía de Socorro Venegas, La huida de la imaginación de Vicente Luis Mora, El arte mágico de André Breton, Siempre hemos vivido en el castillo de Shirley Jackson, Mandíbula de Mónica Ojeda. Casi ninguno de estos libros se publicó en 2019, pero son de los que llegaron hasta mí.

Hoy es el natalicio de J. R. R. Tolkien, ¿cuál consideras que es su mayor legado dentro de las letras?

Por los problemas de siempre (trabajo, etcétera) termino respondiendo esta pregunta poco después de que se anunciara la muerte de Christopher Tolkien, hijo y albacea literario de J. R. R. Tolkien. Éste nos dejó, para bien, un ejemplo de dedicación, rigor en la escritura e imaginación fantástica, y para mal un subgénero: la fantasía épica, que a estas alturas está formado de copias de copias de copias de los imitadores de Tolkien, y que existe en gran medida por culpa de Christopher. Apenas leí un internet una nota en la que lo elogiaban por “haber rescatado” libros inéditos de su padre: no fue así, sino que más bien él dio forma a borradores y trabajos inconclusos.

¿Cuál es el verdadero paradigma de la fantasía?

La imaginación fantástica te hace confrontar lo que llamas lo real: cómo lo defines y lo aceptas (o no).

Harold Bloom, quien falleció en octubre pasado, decía que “pocos compartimos el amor a la interpretación por la interpretación misma”, a partir de esta premisa, ¿quién o qué es el lector y qué poder preciso busca obtener sobre el texto? 

Pasa el tiempo y cada vez me inquieta más describir la lectura o la escritura como una relación de poder (creo que por pensar siempre en esos términos tenemos muchos de los problemas actuales). Un lector, más bien, me parece una persona en un extremo de un camino que llega hasta el texto, y que se puede recorrer en ambas direcciones: que es un camino de comunicación, sí, pero también de (auto)descubrimiento.

Hay quienes afirman que el escritor no debe escribir pensando en ser leído, pero parece que subyace una mentira dentro de esta afirmación. ¿Escribes pensando en tus lectores?

No exactamente. Me gusta la idea de escribir libros que yo quisiera leer. Y en ciertos momentos –cuando escribo libros para niños, por ejemplo– me importa acompañar ciertas experiencias que no son las mías, por lo que debo hacerme consciente de ellas. Pero no escribo para complacer, sino para invitar, para compartir.

¿Edgar Allan Poe o H. P. Lovecraft y por qué?

Poe, siempre, porque contiene a Lovecraft y a muchísimos otros.

¿Quién ha sido el escritor mexicano más adelantado a su tiempo?

No sabemos, porque nunca se le permitió ser leído con justicia. Tal vez ni publicar.

¿Qué obra de Salvador Elizondo te hubiera gustado escribir?

Cuando era joven creía que era Farabeuf, o los cuentos de Camera lucida.

Si tuvieras en frente a Philp K. Dick, ¿qué le dirías?

Le preguntaría si es él quien está vivo, y si nosotros estamos muertos.

Dime cinco buenas adaptaciones literarias al cine

El resplandor de Stanley Kubrick, Orlando de Sally Potter, El esqueleto de la señora Morales de Rogelio A. González, Oldboy de Park Chan-Wook, El lugar sin límites de Arturo Ripstein. (En cuanto envíe este documento me arrepentiré de la lista y querré agregar al menos otros cinco títulos.)

¿Está ganando campo la minificción a medida que se expanden las redes sociales?

Sí, aunque al mismo tiempo se está convirtiendo en algo distinto: en una práctica de escritura digital que no está limitada por sus precursoras en el mundo de lo impreso.

Como lectores, a menudo creemos que hay autores de nuestra predilección que están infravalorados, pero que muchas veces es una condición que se forja el escritor, ¿tienes una lista de los tuyos?

Sí: son entre otros Pedro F. Miret, Richard Brautigan, Pascal Quignard, Gabriela Rábago Palafox, Griselda Gambaro. Mario Levrero, Amparo Dávila y Francisco Tario estaban en esa lista también, pero ya han salido, por suerte.

Si tuvieras que formar una big band al estilo de New Orleans, ¿qué “músicos” literarios la integrarían?

Sólo para empezar, Mariana Enríquez en la guitarra, Jeff Vandermeer y Anna Starobinets en maderas y en metales y dos jóvenes promesas, Enrique Urbina y Clauda Cabrera, en los metales. Después vemos el resto. Y me das a mí el talento de Neil Peart, que en paz descanse, para que toque la batería. Sería una orquesta weird.

¿En qué condiciones de salud se encuentra la literatura mexicana?

Está mejor de lo que hubiera esperado hace diez años: temática y formalmente quiere contraerse, volver a una uniformidad parecida a la que tenía hace un siglo, pero quién sabe si lo consiga: estamos tratando de impedirlo.

¿Qué viene de Alberto Chimal para 2020?

Al menos dos libros: una traducción que hice con mi esposa, Raquel Castro, de algunos textos poco conocidos de Poe (se llamará Los sueños de Edgar Allan Poe). Y por mi propia cuenta una colección de minificciones, La saga del Viajero del Tiempo.

Imagen: Facebook/Lisbeth Salas

 

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