Francisco Negrete Mendoza
Bruno Walter fue un director de orquesta y compositor (aunque más lo primero que lo segundo) que conoció íntimamente a Gustav Mahler desde 1894 (durante el estreno de la primera sinfonía de éste, llamada entonces “Titán”) hasta su muerte, 17 años después, en 1911. Bruno Walter escribió este ensayo en 1936 que dividió en dos partes: “Recuerdos” y “Reflexiones”.
En la primera parte son confortables y memorables todas y cada una de las anécdotas que comparte, como su primer encuentro con él en el Festival de la Allgemeiner Deutscher Musikverein en Weimar; su etapa de dos años en Hamburgo donde fue director asistente de Mahler, familiarizándose así de sus ideas y personalidad; su conmovedor y apasionante relato del verano de 1896 como invitado de Gustav Mahler en su casa de Steinbach, un lugar a orillas del lago Attersee en Austria, cuando el compositor se enfrentaba a la creación de su Tercera Sinfonía, en donde emociona imaginar a un Mahler en una de sus fases de plenitud creativa (sobre todo eriza la piel la descripción que inteligentemente construye de Mahler cuando, por fin, se decide a interpretar su nueva obra por primera vez); y por supuesto la década que pasó en Viena colaborando con él como su ayudante en la Ópera de la Corte, periodo que el mismo Walter define como “una especie de festival permanente al que un gran músico [es decir, Mahler] hubiera convidado a sus colegas y al público.
Un cúmulo de circunstancias particularmente felices permitió durante diez años a un músico genial, dotado con una voluntad de hierro y apasionadamente consagrado al teatro, tener entre sus manos los inmensos recursos de una soberbia institución, y, para colmo de la suerte, su mandato coincidió justamente con un momento de su existencia en el que estaba en plena posesión de sus facultades y durante un período relativamente tranquilo en el terreno político, lo que le permitía consagrarse más a la vida artística”.
La segunda parte del libro es más técnica y desmiembra progresivamente las distintas facetas de Mahler: El director de ópera, el director de orquesta, el compositor y la personalidad en sí. Una segunda parte igual de disfrutable que la primera pero con un uso de los matices y del lenguaje más enfocado a aquellos lectores con conocimientos musicales teóricos.
El libro se complementa con la reproducción de varias cartas escritas por Bruno Walter dirigidas a distintas personas donde menciona directa o indirectamente al compositor post-romántico, un prólogo de Pierre Boulez, una introducción y (útiles) notas de Georges Liébert, e información sobre recursos fono-bibliográficos sobre la figura excitante e inmensa del siempre inabarcable Gustav Mahler. Un placer.