Tressa es una chica que aburrida de la escuela se ha mudado de ciudad y regresa unos días para pasar la Navidad con sus padres. Todo va bien hasta que su mamá le dice que ya sabe lo que hace: porno amateur.
Ahora tendrá que confesárselo a su papá mientras juntos van de cacería. “Eres mi adoración y siempre estaré orgulloso de ti”, le dice y provoca que mejor no le revele nada.
Hot Girls Wanted es el documental producido por Netflix que estuvo nominado en Sundance, una investigación sobre la industria XXX que no recurre a actrices profesionales, sino a chicas de entre 18 y 21 años que quieren dinero a costa de filmar escenas candentes.
Dirigido por Jill Bauer y Ronna Gradus, el docu se interna en el caso de varias adolescentes que dejan sus aspiraciones de estudiantes para ganar hasta 900 dólares en cinco horas de sexo explícito.
En general, los sitios porno tienen más tráfico al mes que Netflix, Amazon y Twitter juntos. Tan solo en 2014, las páginas con contenido especializado en abuso sexual promediaron 60 millones de visitas al mes. En ellos abundan las humillaciones verbales y físicas de hombres a mujeres. Ese número de visitas es mayor a los sitios oficiales de la NBA, la NFL y Disney, entre otras grandes marcas.
Si la audiencia pide hardcore, sitios como Facial Abuse muestran sexo oral que hace vomitar a la chica: “Eso es mucho más degradante que cualquier otra cosa”, confiesa una de las reclutadas, y es que la lógica de esta industria consiste no en encontrar a una actriz que interprete a la vecina cachonda, sino en dar con la auténtica vecina.
Belle Knox invierte bien su dinero, se ha pagado las colegiaturas en la Universidad de Duke gracias a sus filmes XXX, y de acuerdo a un presentador de noticias que la tiene en el estudio, ella es la alumna más tristemente célebre de esa escuela.
Sin adentrarse en lo más oscuro de este mundo fílmico, el documental se centra en los motivos de las chicas, en cómo funcionan las empresas cuyo mercado cautivo rebasa cualquier expectativa.
Tressa era porrista de la secundaria y luego recepcionista en un bar. Sin Internet habría sido una chica promedio, pero un aviso en Craigslist lo cambió todo. Buscaban chicas atractivas, ella mandó dos fotos, la contrataron, se subió por primera vez a un avión y pocos días después grababa escenas de porno duro.
Su reclutador es Riley, quien era víctima de bullying en la escuela, luego un mediocre lavaplatos, hasta que encontró la llave del éxito: ser talento porno y mejor aún, ser cazador de chicas porno.
No busca actrices, busca chicas entre 18 y 21 años que quieran excitar a millones de usuarios en las computadoras.
La industria del porno escabulle las leyes: si en un lugar los obligan a usar condón en sus escenas, se van a otro, como Miami, porque el sexo sin protección es mucho más atractivo para las audiencias. Tan solo en Miami hay 38 sitios filmando en HD, con chicas que solo le temen a una cosa: que su familia lo sepa, algo que sucede siempre más temprano que tarde.
Ava Taylor, una atractiva chica delgada y con lentes de intelectual, gana 900 dólares en 5 horas y nunca regresaría a su antigua vida, donde aspiraba a obtener 8.25 por hora. En cambio, hoy maneja un auto de lujo y fuma porro sin preocupaciones. En promedio, una de estas jóvenes gana 800 dólares por escena y llegan a grabar cinco por semana.
Se trata de una carrera, eso sí, tan fugaz como una eyaculación. El actor John Anthony asegura que el máximo de vida útil para una chica porno amateur es de tres meses, seis si es muy buena y un año en casos excepcionales. Ese es el top, no más.
Tressa, mejor conocida como “Stella May”, confiesa estar cansada porque la grabaron amarrada en la cama y con chupadas intensas, y es que un estudio reciente demuestra que el 40 por ciento del porno en Internet presenta violencia contra la mujer. Pero eso no le importa mucho a Ava: “Vine a hacer un show, no a estar cómoda. Vengo, hago un show y me sacrifico”.
Estamos en más lugares que McDonald´s
¿Cómo lidiar con tu novia cuando sabes que es actriz porno? Es lo más cercano a una prostituta, acepta al novio de Tressa, pero con todo y eso, con todo y las pruebas digitales de su trabajo (casi 5 millones de reproducciones de una sola actuación) la ama. Si hablamos de views, ahí están los 34 millones para Ava Taylor, los 10 millones de Lucy Tayler, que aún usa brackets y como muchas de sus colegas tiene ligero acné.
En menos de hora y media el documental recorre la línea de tiempo suficiente para que sus protagonistas lo piensen mejor. ¿Será necesario ser sometidas frente a la cámara tan solo por mucho dinero?
Como lo afirmaba Anthony , tras unos meses todo se acaba. Stella se mantuvo en escena cuatro meses y ahora es gerente de su propia empresa y vive con su novio. Rachel lo fue por seis meses y aseguró 28 mil 300 seguidores en Twitter, pero en el presente prefiere estudiar fotografía. Jade no lo ha dejado del todo, pero ya no tiene a un director diciéndole que vomite después de chupársela a un colega, así que mejor se graba en sexys sesiones en vivo desde sus redes sociales.
Fama y dinero rápido para ellas; estabilidad y duración para ellos. Riley, el enganchador de talentos, tiene a ocho mujeres nuevas en su casa. Tenía razón: “Todos los días una chica cumple 18 años, y todos los días una chica quiere hacer porno”.