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La Búsqueda: el nuevo thriller de Christian Carion

No hay peor martirio para un padre que la desaparición de su hijo. Es un tema que se ha abordado constantemente y con poca imaginación en el cine de Hollywood. Inmediatamente viene a la mente Liam Neeson, en su enésima e inalterable versión del progenitor capaz de volar en pedazos una ciudad entera con tal de encontrar a su hija adolescente. Con menor frecuencia pero más fortuna, el cine francés nos trae dos ejemplos de infatigables padres justicieros: En el nombre de mi hija (Au nom de ma fille, 2016), basada en un caso real y firmada por Vincent Garenq, así como la reciente La búsqueda (Mon garçon, 2017), dirigida por Christian Carion, cinta que por estos días presenta en cartelera la distribuidora Corazón Films.

La historia gira en torno a la desaparición de Mathys, un pequeño de siete años, cuyos padres están divorciados. Marie, la madre, ha iniciado una nueva relación con un tipo bonachón e intrascendente. Julien, el padre, viaja alrededor del mundo gracias a su empleo como geólogo para cuestionables firmas industriales. Lo que parece una simple huida del menor ante el difícil entorno familiar, pronto se revela como un acto mucho más siniestro, que descenderá en una espiral de violencia incontrolable cuando el padre hará lo que sea necesario para recuperar a su vástago.

La búsqueda es el quinto largometraje que escribe y dirige el cineasta francés (en este caso el guion se firma en conjunto con la también actriz Laure Irrmann), cuya carrera oscila entre el drama histórico – recordamos Noche de paz (Joyeux Noël, 20015) – y el thriller de acción – en este caso la estupenda El caso Farewell (L’affaire Farewell, 2009) – con resultados más que aceptables.

La repartición de culpas no es gratuita, una madre concentrada en rehacer su vida y un padre ausente no ayudan. Carion tensa la cuerda y ofrece vistazos laterales a ciertos puntos oscuros de la biografía de los protagonistas en un intento de crear posibilidades alternas para la resolución del misterio. El ambiente opresivo se refuerza con el gélido invierno de los Alpes franceses. Los viajes nocturnos en auto y las secuencias de apertura y cierre donde un paciente vehículo avanza serpenteando por la ondulada carretera.

El cineasta juega con la culpa del padre ausente, quien después de la confusión inicial inicia su propia, tortuosa y violenta investigación. El actor Guillaume Canet refleja a la perfección la angustia de su personaje, acentuada por su desconocimiento del guion, revelado cada día al inicio del rodaje, el cual, vale la pena decirlo, se completó en apenas seis días.

El filme avanza a ritmo frenético, es capaz de condensar en apenas una hora y veinte minutos las páginas de un guion cuya primera parte plantea el componente dramático. Hacia la segunda parte, el relato avanza tramposamente, volviéndose cada vez más elemental y bordeando peligrosamente los límites del thriller de acción convencional. Pero el ritmo impuesto por Carion y la estupenda banda sonora, sumados a la intensa interpretación de un implacable Guillaume Canet, hacen de este trabajo una obra dinámica, emocionante y con tintes de auténtica pesadilla.

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