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La fórmula secreta

No dejar de lado el patrimonio cultural, el cine en este caso, y no relegar lo político a un segundo plano por encima de lo estético, fueron las ideas cardinales que José Rodríguez expuso durante la presentación del libro La fórmula secreta. Rubén Gámez, sobre el cineasta mexicano.

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Por Omar Arriaga Garcés

Durante su participación, José Rodríguez López, secretario ejecutivo del Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine), felicitó a Damián Ortega por su trabajo de recopilación y curaduría de la obra del director mexicano Rubén Gámez, autor de películas experimentales como Los magueyes, La fórmula secreta y Tequila, con cuyo material la casa editora Alias publicó el libro homónimo La fórmula secreta. Rubén Gámez.

Tal como explicaría la hija de Gámez, Susana, la esposa del realizador mexicano había ido recortando de los periódicos las notas y críticas que la prensa había escrito respecto a los filmes de su padre, algo que ayudó a la labor de Ortega, motivo por el que Rodríguez López la felicitó, además de resaltar la pasión y convicción de acero de su padre.

En ese sentido, comentó que las películas de Gámez deberían ser proyectadas en las escuelas de cine a fin de que fuesen más conocidas, ya que el contexto de 1965, previo al 68, en que se rodó La fórmula secreta, es para el funcionario semejante a lo que se vive hoy día.

«No debemos olvidar la situación política de este país abandonado, son palabras que Gámez le dijo a Conchita Perales», señaló el secretario de Fidecine, y se congratuló por el trabajo conjunto que hicieron algunos de los organismos más importantes del cine en México para lograr la edición del libro, tales como Imcine, la Cineteca Nacional, Fundación Televisa, pero sobre todo la Filmoteca de la UNAM.

«Es de admirarse que en estos días enrarecidos se publique un libro en conjunto como éste», dijo, y agregó que deberían cuidarse más los productos culturales del país, en aras de que no desaparezcan, algo que está pendiente en relación al cine, para lo cual habló de la necesidad de una nueva legislación para salvarguardar obras como La fórmula secreta, que estuvo en el olvido durante muchos años, a pesar de estar hecha a partir de un texto de Rulfo, leído por el poeta Jaime Sabines.

Casi para finalizar, Rodríguez indicó que lo estético y experimental de Gámez no estuvo peleado con sus intereses políticos, algo que es visible en sus obras y de lo que los nuevos cineastas mexicanos y estudiantes de cine, que dicen no tener ninguna pretensión con sus películas, deben aprender. «Leer, leer, leer, leer, leer, es el consejo de Werner Herzog a los nuevos cineastas», concluyó.

Por su parte, el artista plástico y autor de La fórmula secreta. Rubén Gámez, habló de la deuda que el cine mexicano tenía con Gámez al no haber reconocido a tiempo su trayectoria, un hueco que quedaba de cierto modo subsanado por la publicación del libro.

Asimismo, relató el sabotaje de que Gámez fue presa en varias ocasiones, habiendo recibido invitaciones por La fórmula secreta para asistir a Cannes y al festival de Venecia, sin haber podido nunca ir, por detalles de gran relevancia que lo dejaban fuera como el subtitulaje de su película.

Críticas al sindicalismo, al clero, a la estructura del poder, fueron puestas de manifiesto por Ortega con respecto a la obra de Gámez, algo en lo que el cineasta mexicano puso énfasis, tal como había indicado previamente Rodríguez López.

De las influencias de Sergei Eisenstein, el neorrealismo italiano y su vínculo con Buñuel y el cine latinoamericano de la época, habló Eva Sangiorgi, directora de Ficunam, además de agregar que en su tiempo por sus temas y tratamiento Gámez fue un pionero de la cinematografía nacional, cuyas obras «barrocas» tenían muchas capas.

Susana Gámez, hija del director, se vio visiblemente emocionada en la presentación del libro sobre la obra de su padre y refirió anécdotas del mismo, aparte de hacer alusión a sus gustos y manías. Lo curioso fue que cuando comenzaba su participación hablando de lo sucedido con los 43 normalistas en Ayotzinapa el sonido de la sala empezara a fallar; sin embargo, este detalle fue rápidamente solucionado y la presentación pudo continuar sin mayores complicaciones.

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