Revés Online

La inmoralidad de los narcos

Por Emiliano Raya Aguiar

Vino, bebió, compró cocaína…y le vendieron talco.

Son las nueve de la mañana, el celular de la cama contigua no deja de sonar. Estúpida alarma.

-¿Dónde está aquel wey?  No mames, habla dormido.

-Está aquí afuera. Con una cerveza.

La luna tlalpujahuense fue testigo de la noche en que los eximios reporteros morelianos decidieron tomar las pantallas por asalto, o al menos cuando acordaron hacerlo. Un documental o un cortometraje o algo que implique usar cámaras y que pongas sus nombres en la pantalla grande, es su objetivo.

Después de deambular por todos los restaurantes y comercios de garnachas del mágico y empinado pueblo de Tlalpujahua, después de arrasar con los bocadillos, canapés y el vino de diferentes sabores y colores que ofrecieron en el cóctel de bienvenida al Feratum Film Festival, los comunicadores michoacanos, tocados por Dionisos, se increpaban unos a otros dónde podían terminar de saciar su olímpica sed.

Feratum Lounge, pequeño antro habilitado para el evento, fue el lugar destinado para a la ingesta de nuevos estimulantes líquidos. Una vez acomodados, asaltó a sus cabezas la pregunta de qué néctar degustar:

-El más barato, dijo uno.

-Cualquier cosa que no sea tequila, dijo otro.

-A mí el Barcardi me pone bien pendejo, confesó un tercero.

La decisión fue tomada y la bebida entregada como por el mismísimo Ganímides. Las copas pasaban, así como las horas y los temas de plática. Pero llegó el momento de emprender la retirada.

Pero la noche todavía podía dar de sí.

-¿Adónde vamos?

-Yo tengo un doce en mi carro, pero está caliente.

-No hay pedo, compramos hielos.

01 El Feratum
Foto: Pauko Vidales/ Imagen Latente

El lugar destinado a alojar a los informadores fue menos agraciado. Una banqueta. Algunos escogieron un pedazo, mientras otros permanecieron parados frente a sus interlocutores. Las pláticas colapsaron, se confundían los temas en uno, se mezclaban las ideas, los comentarios se atropellaban  y las voces se alzaban para ser escuchadas.

-Quiero hacer algo que ponga mi nombre en una pantalla de cine. Ya tengo tema, dijo el señor A.

-Yo te hago el guión, se ofreció el señor O, Premio Estatal de Literatura 2013

-La neta está bien perra la historia, agregó el de estatura más baja entre los presentes

-¿Por qué no te gusta el mezcal?, preguntó el agregado cultural de la noche, que se dedicaba a la comercialización del aguardiente en cuestión.

-No sé, contestó su interlocutor.

-Están bien pendejos, grito la única fémina que engalanaba la madrugada.

-¿Saben cómo se hace el tejuino? Inquirió de pronto el agregado cultural.

-El dealer me estafo –vociferó el señor N– ya los dealers no son como los de antes, no tienen ética. Me vendió puro talco con pimienta.

-Para hacer el tejuino hay que estar toda la noche batiendo la mezcla, y sólo lo puede hacer una persona en todo el proceso, si no se corta, se respondió el agregado cultural.

-Ahhh, como el atole de cajeta, agregó el señor R.

-¡Estas todo pendejo!, estalló el más bajo de los concurrentes y amenazó, con partirle la madre al señor R.

-Si me ayudas hacer el guión, volvió a la carga el señor A.

-Simón, afirmó el señor O.

-Están bien pendejos, volvió a gritar la descendiente de Eva.

A las cuatro y media de la madrugada, después de una serie de intercambios verbales incomprensibles ya para todos, procedieron a retirarse, no sin antes recoger el pesado de banqueta que había servido de mesa y silla a la vez. “No hay que ser pinches puercos”, increpó el señor N a los bohemios que emprendían la partida.

Salir de la versión móvil