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La pasión según Faghani

Con esta carta, casi concluimos el intercambio epistolar entre el mexicano Adrián González Camargo y el argentino Roberto Jaúregui, quienes separados territorialmente, nos han compartido su particular visión sobre el Mundial de Rusia 2018. ¿Será que finalmente se reúnan para ver la final entre franceses y croatas?

 

Mi querido Adrián:

Voy a salir con los tapones de punta: ¿Qué es eso de «Estimado Roberto»? Mira, acabo de llegar de Argentina, donde los hombres nos saludamos con un beso y un abrazo, así seamos de la familia o no y nada perdemos en ello. A mi chaparrita le llamó atención esa costumbre y no tardó mucho en reconocer que no tiene nada de malo, por el contrario, es una muy saludable forma de entablar una relación. Incluso cuando mis hijos me presentaban a sus amigos o cuando mi hija me presentó a su novio (y más tarde, cuando conocí al padre de este muchacho), todos nos saludamos con un beso y un abrazo. Ahora llego aquí y resulta que M., el hijo de mi chaparrita, al que saludo de esa forma (hablando de inercia, algo que traje incorporado y que tendré que cambiar rápido) se horroriza y dice que ésa es una costumbre de jotos. Mal les va a ir a esa generación si sigue sin entender que la masculinidad y lo varonil pasa por otro lado totalmente diferente. Lo que quiero decir, lo que quiero decirte a ti, puntualmente, es que me quieras, cabrón, que eso puede hacerse sin que perdamos nuestra hombría en el camino.

Hablando de masculinidad, quiero recordar lo que te dije el otro día: «El fútbol es un deporte de maricas». Que me perdonen todos los buenos hombres y mujeres (porque la mariconería no es una cuestión ni sexual ni sexista, aclaro) que actúan como tales y que hacen las cosas como deben ser, es decir, que prefieren morir con las botas puestas antes que ceder un milímetro de su dignidad y de su integridad. Francia dio asco igual que antes lo había hecho Brasil. Espero que esa mezquindad les juegue en contra el domingo y que veamos un nuevo campeón, alguien que sume su nombre a esa lista demasiado corta y, claro está, espero que se lo gane en buena ley, ya que no es cosa de que vayan a ser ahora los croatas quienes jueguen a lo mezquino para ganar a como dé lugar. Al margen: siempre en estos casos pienso en el partido del sábado y creo que habría que buscar otro modo de determinar el tercer y cuarto puestos, ya que ese partido me parece una muestra de patetismo singular. Jugar un partido al que nadie le importa para determinar un puesto que quedará en el olvido no deja de ser triste. A ese partido habría que llamarlo «Rueda de perdedores», así al menos el cinismo nos regalaría una sonrisa. (Go, Belgium, anyway…).

Por suerte ya comienza la temporada de fútbol americano y el Gran Premio de Silverstone nos deja ilusionarnos con nuevas batallas futuras; espero que no vuelva a caer en lo monótono y trivial de las carreras anteriores. ¿No es algo curioso que los hombres tengamos esa inclinación constante hacia los deportes, aun cuando, como nosotros dos, tengamos siempre presentes que nada se nos va en ello? (digo esto para diferenciar a aquellos que creen que si su equipo pierde algo han perdido ellos también en el camino). Creo que no es algo tan raro, después de todo, los deportes no son más que sublimación de una batalla, de un enfrentamiento donde gana (supuestamente) el mejor. Allí radica, creo, nuestro enojo al ver a todos estos jugadores apostando por esa vergonzosa postura, la cual algunos llaman picardía pero que no es más que una muestra patente de miedo o de egoísmo. Por eso cae tan mal Ronaldo; no festeja los goles de sus compañeros pero los de él lo hace de manera grandilocuente y siempre frente a una cámara. Un egoísta no es más que un coleccionista de estupideces.

Fotos: Lars Baron. FIFA/Getty Images

 

Oye, ya estoy en CDMX y mañana llegaré a Morelia. Sé que estás ocupado pero tal vez el fin de semana podamos reunirnos a ver el partido juntos, tal como hacemos con Gerardo y el Superbowl. ¿Te parece? Tengo dos libros de Juan José Saer para ti y, aunque no sea exactamente lo que me has pedido, al menos me aferraré al dicho aquel que dice «a caballo regalado no se le miran los dientes»; o sea: espero que los aceptes de buena gana. A las lluvias morelianas las aceptaré con felicidad; la verdad es que el frío que estábamos sufriendo en Argentina y el polvo que comimos cruzando los desiertos de Chile y Perú fueron algo excesivos; así que espero que se caiga el cielo a pedazos y también que todos los animales del zoológico se escapen al mismo tiempo para convertir a Morelia en una secuela perfecta de 12 Monos. Deberías tener la cámara preparada, por las dudas.

¿Qué opinas de esa normativa que impide a los deportistas el hacer declaraciones políticas? Lo digo porque el análisis de la realidad política paralela al deporte que has hecho en tu última me pareció estupendo y es más que claro que, en algunos casos, no se pueden obviar esas cuestiones (no digo que en todos los casos sea así; pero Croacia es uno de los casos que sí amerita un análisis en conjunto). Me refiero, puntualmente, al caso de Domagoj Vida, quien subió un video donde grita «¡Gloria a Ucrania!» y a quien el Comité de Disciplina de la FIFA le ha enviado una advertencia sobre una posible sanción. Creo que hay buenos argumentos a favor de ambas posturas; pero todavía no me decido por ninguno de ellos en detrimendo del otro. Por ahora dejo en suspenso mi posición. Tal vez me convenzas de que es mejor una de ellas, tal vez vengas con una nueva, tercera posición; como sea, me gustaría escucharte.

Oye; tú eres el de los medios audiovisuales; yo sigo conformándome con el papel (el papel nunca traiciona); y seguirá siendo así ya que cada vez que me acerco a una TV salgo entre asqueado y aburrido. Los tiempos muertos de la televisión me agotan (de allí el cansancio); y quienes hacen televisión me parecen por demás patéticos (de allí el asco). No es mi intención el colgarme el sayo de «miren que culto soy, no miro TV»; no. Pero en serio ¿ésa es la gente que conduce los programas? ¿Ésa es la gente que supuestamente debería estar preparada para hablar en público de manera equilibrada, correcta, ecuánime, interesante, preparada? Por favor, allí radica la tarjeta roja que me saca la TV cada vez que me pongo frente a ella.

Vuelve a mirar el partido México-Brasil y escucha al locutor: cada vez que Brasil atacaba el locutor daba por descontado el gol brasileño y se notaba su parcialidad a cien kilómetros de distancia (espera, pequeña corrección: el partido lo vi en Chile, así que el locutor y los comentaristas eran de otro país, aunque no chilenos. Luego los busco, para ser más precisos); pero esto último no importa; el ejemplo vale y, claro, hay muchos más. En el último partido los comentaristas (esta vez locales), a falta de otra cosa que decir y a fuerza pura de nacionalismo, barajaron los nombres de los diferentes árbitros mexicanos que podrían estar en la final, con no poca satisfacción personal. No se sabe quién será, claro; pero parece que el nombre del iraní Faghani suena fuerte. De él será la puesta en escena de ese drama que para algunos será la gloria y para otros, como bien dices, será, casi un tumba (no exageremos; pero algo así será, sin duda). Un último ejemplo de tontería mediática: un periodista argentino, días antes del mundial mostraba videos de Brasil y decía «¡Qué gol, Ney!»; es decir que para él Neymar era «Ney», a secas, como si fuesen amigos o algo así. Sólo le faltaba orinarse en los pantalones. Y mejor no hablemos de los programas post-partidos. Insoportables, ridículos, torpes, mediocres. Un montón de tipos hablando al mismo tiempo, gritando, interrumpiéndose… Claro; ésa es la idea, como no hay nada que decir, hay que hacer mucho alharaca, así la estupidez se pierde entre el ruido de fondo. Me hacen acordar a esos guitarristas que, ante la falta de talento, tocan muy rápido y hacen muchas muecas. Jimi Hendrix era la mitad de rápido pero el doble de bueno; pero claro, era Hendrix…

Y me voy con otra cita culta: esto último me trae a la memoria a ese genio del sarcasmo que es Diego Capusotto, cuando crea la sátira de esos programas televisivos: «Cuatro gordos hablando de fútbol», se llama, y con eso está todo dicho.

Un fuerte abrazo y nos vemos pronto.

Roberto

CDMX, 12 de julio de 2018

 

Foto superior: Lars Baron. FIFA/Getty Images

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