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La sal de la tierra: el retrato de Sebastião Salgado

CARTELERA RETROSPECTIVA

En fin de semana de puente, cuando la cartelera aparece saturada con la más reciente y genérica producción hollywoodense, resulta un alivio encontrar alternativas como La sal de la tierra (The salt of the earth, 2014), elegante documental codirigido por la dupla conformada por el joven Juliano Ribeiro Salgado y el veterano cineasta alemán Wim Wenders.

Fotos de Sebastião Salgado, tomadas de Sony Pictures

La obra tuvo un amplio recorrido por el circuito de festivales: Cannes (en la sección Un Certain Regard), San Sebastián (ganador del Premio de la Audiencia), además de la casi siempre lucrativa nominación a los premios Oscar en la categoría de Mejor Documental. En México, la película pudo verse en la gira Ambulante y actualmente circula por todo el país con apenas veinticuatro copias.

Después de terminar el rodaje de Pina (2011), Wim Wenders venía acariciando la idea de hacer un documental sobre la vida y obra del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado. Al enterarse de que el joven hijo del artista, el también cineasta Juliano Ribeiro Salgado, llevaba algún tiempo reuniendo material fílmico sobre el trabajo de su padre, decidieron unir fuerzas para realizar un trabajo conjunto, mezclando el talento y la experiencia del propio Wenders con la cercanía afectiva y el archivo familiar de Juliano Ribero.

La sal de la tierra, cuyo título alude a una cita bíblica, inicia recordando el origen de la palabra fotógrafo: “El que pinta con la luz”, justo lo que hace Salgado con sus impresiones. Wenders recuerda su primer encuentro con la obra de Salgado, una imagen que muestra la intensa actividad de los obreros de una rústica mina de oro. A partir de ese encuentro fortuito con la imagen del brasileño, Wenders se define como un admirador incondicional de su trabajo, incluso menciona que dos de sus imágenes las tiene colgados en la pared de su estudio.

El filme hace un recuento de la juventud de Sebastião Salgado, su exilio en Europa durante la dictadura militar, así como el apoyo total de su esposa Lélia, cuando decide abandonar un lucrativo empleo como economista para dedicarse de lleno a la fotografía. De manera cronológica, el artista de la lente rememora el origen de cada uno de sus colosales proyectos fotográficos, lo mismo retratando hambrunas en la convulsionada África, visitando aisladas comunidades indígenas latinoamericanas, haciendo un reconocimiento a los trabajadores manuales y reviviendo el drama de los desplazados por los conflictos bélicos.

La intensidad de la obra de Sebastião se debe a su acercamiento con las personas que retrata para darles una voz y una imagen digna, aunque llegó un punto en que resultaba agotador registrar hechos de inaudita violencia. Es por ello que en su más reciente proyecto decidió enfocarse a mostrar el esplendor de la naturaleza. Coincidiendo con su regreso a Brasil para reforestar las extensas tierras que ocupara anteriormente la hacienda familiar. Hay que resaltar que su compromiso con el medio ambiente y su exitoso proyecto ecológico han resultado de una importancia comparable a la de su obra fotográfica.

Con La sal de la tierra, Wenders se confirma como un gran documentalista, se las arregla no solo para mostrar una serie de fotografías impactantes sino que plantea una serie de reflexiones sobre la desigualdad y el papel que desempeñamos los seres humanos en el planeta que habitamos. Todo ello al ritmo de un hombre que modifica sus prioridades conforme se lo va dictando la vida. Muy recomendable.

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