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La Teoría del todo: un poco cursi, pero buena…

La crítica

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Por Armando Casimiro Guzmán

Una de las películas que recibió más atención en las últimas semanas debido a sus nominaciones a los premios Oscar, fue La teoría del todo (The theory of everything, 2014), cuarto largometraje de ficción del británico James Marsh. La cinta recibió cinco nominaciones de la Academia, aunque a la postre solo se llevó la estatuilla de Mejor actor, gracias al desempeño de Eddie Redmayne.

Pudo verse también en la pasada edición del FICM, en donde fue una de las más comentadas de la sección de Estrenos Internacionales y recién por estas fechas llegó a la cartelera comercial de la capital michoacana.

Basada en el libro Hacia el infinito: mi vida con Stephen Hawking, escrito por Jane del mismo apellido, quien fuera esposa del afamado cosmólogo (el texto está editado en español por Lumen), La teoría del todo cuenta (desde el punto de vista de Jane), la peculiar relación de los Hawking, desde los años que Stephen hacía sus estudios de doctorado en la universidad de Cambridge y Jane decide casarse con él a pesar de conocer la enfermedad que al final lo dejaría postrado en una silla de ruedas.

Es importante resaltar que el tono de la historia es marcadamente conciliador, muy diferente del que utilizó la misma autora en sus primeras memorias publicadas en 1994, con el título de Music to move the stars, en donde se quejaba amargamente de la vida que pasó al lado del reconocido científico. Después del segundo divorcio de Hawking, la pareja reanudó su amistad, lo que ayuda a entender el cambio en la postura de Jane respecto a su primer matrimonio.

La idea de hacer el filme partió inicialmente del interés del guionista Anthony McCarten, quien estaba muy interesado en la obra de Stephen Hawking. Años después, cuando leyó el segundo libro de Jane, se reunió con ella para convencerla de hacer una adaptación cinematográfica. Cuando el director James Marsh se integró al proyecto, decidió enfocarse en la parte emocional del protagonista, más que en tratar de explicar sus logros científicos. Es obvio además, que al realizar una biopic de personas que aún viven, el director se encontró con una buena cantidad de restricciones y temas que no podía tocar a fondo.

Buena parte del peso de la película recae en Eddie Redmayne, el joven actor ha sido reconocido por su desempeño en las dos premiaciones más fastuosas y publicitadas de la industria estadounidense, alzándose con un Globo de Oro y un Oscar. Y es que a pesar de estar contada desde el punto de vista de Jane Hawking, lo cierto es que la historia gira en torno a la vida de su ex esposo. La parte femenina del filme le correspondió a Felicity Jones quien nunca deja de verse con una chica que ronda los veinte años a pesar de los esfuerzos del departamento de maquillaje.

Aunque resulta sumamente entretenida, un tanto cursi pero aderezada con un humor sencillo y elegante, La teoría del todo no deja de sentirse como una especie de acuerdo entre dos partes que se han reconciliado con el afán de obtener un beneficio del asunto (tal vez económico, tal vez de reconocimiento personal).

La película se empeña en rescatar lo mejor de un matrimonio que duró más de veinte años y que dejó tres hijos. En cambio, deja de lado los temas escabrosos, los peores momentos que pudo haber pasado la pareja, alejándose de cualquier premisa que pueda acercarse a la polémica. La obra de Marsh se esfuerza en conseguir el consenso entre sus protagonistas y la audiencia, algo que puede gustarle a muchos, pero que puede resultar un tanto cansado para quienes busquen algo menos convencional.

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