Icono del sitio Revés Online

Licorice Pizza: una impresión de los tiempos felices

Licorice Pizza

Licorice pizza (2021), lo más reciente de Paul Thomas Anderson, debió estrenarse en verano. En las estaciones del año, como las de la vida, el verano simboliza la juventud y el descubrimiento. Y es que de ánimo febril y ligero, esta historia de amor juvenil que se sitúa a principios de los años setenta, destila inocencia y remueve sentimientos mediante un hábil encadenamiento de anécdotas que tienen lugar en los suburbios angelinos.

El título, que sin un contexto resulta desconcertante, hace alusión a una antigua cadena de tiendas de discos que durante los años setenta y ochenta representó para muchos jóvenes del valle de San Fernando un espacio creativo, idealista y alejado de los grandes negocios corporativos. Esta imagen simbólica del establecimiento captura el espíritu emprendedor, pero ingenuo de sus protagonistas.

A lo largo de su filmografía, Anderson ha demostrado una gran versatilidad: el ascenso y caída de una estrella del porno en Boogie nights (1997), el melodrama introspectivo en forma de película coral en Magnolia (1999), o la estupenda adaptación de la novela de Upton Sinclair sobre un ambicioso magnate petrolero. En esta ocasión, el californiano decidió volcarse hacia la comedia adolescente, con una agudeza visual anclada en el pasado.

TE PUEDE INTERESAR:

Participa en la quiniela por el Oscar

La historia parte de una premisa muy simple. ¿Qué pasaría si un avispado adolescente invita a salir a una mujer diez años mayor y ella acepta? El adolescente es Gary, de 15, un actor infantil y pequeño timador, que tiene cierta habilidad para los negocios. La joven es Alana, una chica impresionable que carga con el peso de ser la hermana menor de una competitiva familia de raíces judías.

A pesar de la diferencia de edades, inmediatamente se nota la atracción. La aparente seguridad de Gary, curtido por años de exposición a la cámara, despierta la curiosidad de Alana, cuya vida dista de ser emocionante, con una familia restrictiva y un empleo como ayudante de un fotógrafo de anuarios escolares. Después de pasar por varias peripecias, al final, como era previsible, la pareja terminará fundida en un abrazo después de una frenética carrera por las calles del vecindario.

Gran parte de la película está inspirada en las andanzas de Gary Goetzman, que como infante actuó en la espantosa, Yours mine and ours (1968) y tiempo después fue un precoz vendedor de camas de agua. Así como Gary, buena parte de los personajes están inspirados en gente de carne y hueso, entre los principales se cuentan: un hilarante Bradley Cooper haciendo de Jon Peters, antiguo amante de Barbra Streisand. El ebrio que recita diálogos en un bar, inspirado en el actor William Holden; así como el concejal Joel Wachs, quien con el tiempo lograría avances importantes en políticas sobre diversidad sexual.

TAMBIÉN LEE:

Dónde ver las nominadas al Oscar

En cierta forma también es una película familiar. Sería imposible enumerar en este espacio la cantidad de personas que participan en el filme que de alguna manera están relacionados con P.T. Anderson, a manera de ejemplo podemos nombrar a su esposa Maya Rudolph y sus hijos, al igual que Alana y sus hermanas, las integrantes de Haim, para quienes el director ha hecho una gran cantidad de proyectos visuales.

Claramente inspirado en los filmes adolescentes de antaño, Anderson decidió recrear escenas que en este momento podrían considerarse ofensivas, pero que en la época en que transcurre la historia eran lugares comunes. Una forma de autenticidad que cumple con la doble función de exhibir el ridículo de los estereotipos y detener, a manera de estampa, un momento determinado. Eso es justamente Licorice pizza, una impresión de una época y una edad, vista desde la nostalgia.

Salir de la versión móvil