Esta es la carta de despedida que Roberto Jauregui le escribe a Adrián González Camargo y forma parte de una serie de intercambios epistolares entre dos aficionados al futbol que más pronto de lo esperado vieron cómo sus respectivas selecciones quedaron eliminadas. Pero más allá de tremendas (aunque esperadas) decepciones, ambos personajes nos compartieron su particular modo de ver un Mundial, pretexto ideal para mezclar la pasiones por el rodar de un balón con las tribulaciones propias de la vida.
Mi querido Adrián:
Se terminó, finito, it´s over, c’est fini, dovršen je; en suma: adiós al mundial; un mundial bastante opaco, me parece; un mundial que va a quedar en la historia por lo accesorio más que por la substancia deportiva. (Me voy por las ramas: ¿Por qué decimos «Quedará en la historia» como si algo de todo esto fuera a quedar, realmente, en la historia? Dentro de cuatro años, cuando haya que llenar horas de televisión antes del mundial de Qatar, aparecerán algunas imágenes descontextualizadas de este mundial y eso será todo; después sólo quedará el nombre de Francia como campeón y nada más; es decir, el exitismo en estado puro y concentrado, como corresponde a un deporte, ya que aquella frase del Barón Pierre de Coubertin que dice «Lo importante no es ganar, sino competir» no pasa de ser un conjunto de palabras bienintencionadas pero inocuas, en las que no cree nadie, ya que si lo realmente importante es competir y no ganar ¿por qué diablos cuentan los tantos?).
¿Tengo que decir algo del partido final? A ver… no ganó el mejor, pero ganó; punto. A otra cosa. Los partidos se ganan con goles y los goles los hizo Francia, ya no hay nada que decir y lo del gol en contra y el penal que era o no era penal y demás es accesorio, hojarasca en una tormenta, como bien sabemos. Una amiga acaba de decir que este es el primer mundial que gana África. Otro tema, ya más cercano a la filosofía que a lo deportivo y tal vez no menos interesante. Imagino una mirada marxista del asunto, una mirada no alejada de la realidad, tal vez, que podría considerar a la selección francesa como un ejemplo de que Europa nunca dejó de expoliar a la periferia; en este caso, puntualmente, a África. Pero dejo ese asunto a quien esté mejor cualificado que yo, además es domingo a la tarde, momento poco propicio para adentrarse en esos asuntos.
Mirando el partido me di cuenta de que me equivoqué de carrera. Creo que lo ideal hubiese sido ser comentarista o relator deportivo, ya que te pagan por decir cualquier tontería o por no decir nada en absoluto. ¡Qué vida fácil la de esta gente! Un cúmulo de lugares comunes y de frases vacías y grandilocuentes, sobre todo, claro está, cuando el resultado ya estaba puesto. Fijate que cuando Mbappé hace el cuarto gol empiezan a hablar maravillas de los azules de una manera desmedida; pero cuando Mandzukic aprovecha el error de Lloris y anota el segundo de Croacia empiezan a acotar las palabras rimbombantes. Creo que se asustaron más ellos, los locutores, que los mismos franceses, quienes ajustaron un poco las filas y nada más. Por otra parte, es lo que piden los medios, mucho ruido y pocas nueces, así que no los culpemos a ellos o, al menos, no los hagamos los únicos responsables de que esto sea así. Los muchachos son buenos empleados, después de todo.
Hoy salió en El Cultural un conjunto de poemas relacionados con el fútbol y, la verdad, es que el resultado es poco menos que patético. ¿Por qué el mundial empuja a esa obligación de tener que relacionarlo todo con él? No lo entiendo. ¿Por qué no le dan el lugar que se merece y nada más? No, encima tienen que relacionarlo con la poesía y parece que hay que hacerlo de la manera más directa y pobre que se pueda. Esto del posmodernismo ya se nos está yendo de las manos. Yo vengo de un país donde se publican libros enteros de fútbol literario; quiero decir de cuentos con el fútbol como tema central o cuentos escritos por futbolistas; incluso hay un volumen que transcribe la narración de Víctor Hugo Morales del partido de Argentina contra Inglaterra en el mundial de México 86 (en serio, che; el libro existe, se titula «barrilete cósmico»; no estoy inventando nada). Y no es que esté mal escribir un cuento con el fútbol como tema; pero no creo que pudiera tolerar un volumen de treinta y ocho relatos hablando de lo mismo ni me parece, y me permito se prejuicioso sobre el tema, que tal volumen pudiera tener mucho valor en sí mismo.
Se terminó, finito, it´s over, c’est fini, dovršen je (como verás, dejé las dos lenguas de los finalistas para el final, y le doy las gracias al traductor en línea, el cual nos permite mentir cierto polilingüismo desbocado). Terminó el partido y nos damos cuenta de que la vida sigue. Después de la ceremonia de premiación bajo la lluvia me sentí como esos guardias de seguridad que se ven al final de The Truman Show: «¿Y ahora qué vemos? Pásame la TV guía…»
Te dejo un fuerte abrazo y no esperemos hasta el próximo mundial para vernos.
Roberto.
Morelia, 15 de julio de 2018
Foto superior: David Ramos. Getty Images-FIFA