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Los Traductores: la amenaza de los best sellers

Los traductores

En febrero de 2013 un grupo de traductores de diferentes países fue concentrado durante dos meses en el más completo secreto en una elegante propiedad cerca de Milán, Italia. A los convocados se les retiraron todos los dispositivos de comunicación y un contrato les impidió informar de su paradero.

El lugar era propiedad de grupo Mondadori y el motivo era la traducción de Inferno, la novela de Dan Brown, que sería publicada a nivel mundial en mayo de ese mismo año. Hay motivos de sobra para dudar de la calidad literaria del escritor estadounidense, pero la anécdota nos habla de las estrategias de comercialización del mercado editorial para aumentar la rentabilidad de un producto.

El cineasta francés Régis Roinsard retomó esta historia para escribir el guion de Los traductores (Les traducteurs, 2019). Roinsard traslada la acción a Francia, en donde nueve traductores (principalmente europeos), trabajan a marchas forzadas para la publicación simultánea del tercer tomo de un descarado éxito de ventas. Quienes traducen el texto son encerrados en un bunker sin contacto con el exterior.

Dirigidos por un tiránico editor, los trabajos se ven interrumpidos cuando una serie de mensajes anónimos amenaza con difundir la novela en internet si no se cumplen ambiciosas demandas económicas. Una extorsión en toda regla que tendrá consecuencias para todos los involucrados.

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El elenco está conformado por un grupo de actores de diversas partes de Europa, entre los que destacan Olga Kurylenko y el español Eduardo Noriega. Mientras que Lambert Wilson toma el papel de Eric Angstrom, un ambicioso editor que supo explotar comercialmente la trilogía que cayó en sus manos. Angstrom es la típica imagen del villano editorial, que sin preocuparse por la calidad literaria, busca maximizar las ganancias vendiendo los libros “como si fueran pasta de dientes”.   

Goodman, el joven traductor inglés, se convierte en el líder de los intérpretes que se debaten entre su admiración por la obra y los dividendos por un trabajo bien pagado. Cuando aparecen las primeras señales de extorsión, está claro que uno de los traductores es el culpable.

En ese momento, encerrados en el bunker, la historia se convierte en un misterio de cuarto cerrado muy al estilo de de Agatha Christie (en algún punto se hace referencia a Asesinato en el Expreso de Oriente, una de sus novelas más conocidas). Pero conforme avanza el metraje queda atrás la búsqueda del culpable para centrarse que en el desarrollo de un complejo proyecto de venganza.

Roinsard debutó hace algunos años con La historia entre tus dedos (Populaire, 2012), una comedia romántica cumplidora, con Romain Duris y Déborah François, que formó parte del Tour de Cine Francés. Los traductores ha tenido un estreno tardío en México, de hecho, desde hace más de un año ya circula su tercer largometraje.

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Se trata de Esperando a Mr. Bojangles (En attendant Bojangles, 2021), un drama romántico que transcurre en la Riviera Francesa, con ecos de Francis Scott Fitzgerald y su esposa Zelda. En todas ellas, Roinsard manifiesta su inclinación a trabajar con actores experimentados, al igual que su gusto por los escenarios vistosos y coloridos.

La película busca ante todo el entretenimiento y lo consigue, sus juegos de cámara y su estructura narrativa permiten manipular al espectador, escondiendo el objetivo como si se tratara de un truco de magia. Pero también es una mirada a la forma en que se consume el cine y la literatura en la actualidad, en donde es cada vez más difícil ocultar los desenlaces de los productos más demandados por el público.

Así, mientras en su momento muchos esperaron con fervor el final de Harry Potter o el cierre de la trilogía de Dan Brown, unos pocos, como en Los traductores, encontraron la salvación en la obra de Marcel Proust.    

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