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Los viejos sin dinero… y sin Afores

Por Raúl Mejía

La decisión del gobierno de tomar los ahorros de las personas de más de setenta años para pasarlos al Fondo de Pensiones para el Bienestar es un asunto de lo más relevante. Lo abordaré desde la revolucionaria trinchera de quienes observamos el devenir nacional frente a un teclado, pero primero les daré las coordenadas.

Aquí expongo un caso personal. Seguramente es el de miles de adultos mayores que no han podido sacar el dinero de su Afore, pero ojo: no poder retirar ese dinero, es muy diferente a que no hayamos reclamado esos recursos. Lo hemos hecho, pero es -para efectos prácticos- imposible el rescate de esas monedas.

Trataré de hacer sencillo el escenario para evitar recurrir al engorro. Ahí les va por partes el asunto. Son cinco incisos:

INCISO A

(**) Si un mexicano tiene una Afore y ahí le han depositado, por años, una cantidad de dinero que formará parte de su fondo para el retiro, es porque cumplió rigurosamente los requisitos para que el gobierno y los patrones le abonen esos recursos en la cuenta individual que cada trabajador tiene -aunque, claro, el sujeto aforado puede depositar en su Afore por su cuenta pero eso, además de raro, es otro asunto.

El párrafo de arriba es importante para lo que sigue, por eso le puse dos asteriscos.

El dinero de las Afores, al momento del retiro, sirve para definir cuánto recibirá de pensión el trabajador retirado. Ese recurso se canaliza a través del IMSS o el ISSSTE, por eso hay quienes reciben su pensión a través de una u otra institución y algo más: trabajadores que cotizaron en ambos institutos. ¿Con cuál se van a retirar? Ellos lo sabrán oportunamente. En mi caso, tenía cotizadas alrededor de 1800 semanas y luego de resolver mis asuntos en la Afore Banorte, me fui al IMSS a iniciar el papeleo del retiro. No se puede desahogar ningún asunto jubilatorio o de pensiones en alguno de los institutos mencionados sin antes resolver unos cuantos trámites de la Afore de cada quien.

Ese trámite (el que se lleva a cabo en el IMSS o ISSSTE) es entretenido, desesperante y críptico cuando no se tiene la fortuna de tratar con empleados amables, con el deseo de ayudar al peticionario de un servicio burocrático. Es, para decirlo pronto, un asunto que requiere de altísimas dosis de paciencia.

Yo me pensioné a través del IMSS (ya se los dije) y en general, los empleados de ese instituto me facilitaron las cosas. Siempre me atendieron con diligencia, amabilidad, con esa rara vocación de servir, de ayudar, de resolver y hasta con una sonrisa.

“Más sin embargo”, a los pocos meses de ser un pensionado recibí un estado de cuenta “de mi Afore”. Eso me sacó de onda porque, según mis datos, ya no tenía ninguna cuenta activa. Decidí ir a investigar y al hacerlo me enteré de algo inquietante porque las Afores son como la muerte: apenas naces, la parca te detecta. Imposible eludirla.

Pues pasa casi igual con las Afores: una vez “aforado”, es imposible “desaforarse”… salvo en casos específicos.

Ahí estaba, frente a mí, un primoroso estado de cuenta con las aportaciones amparadas bajo los buenos oficios del ISSSTE. La verdad ni recordaba haber cotizado semanas a través de esa dependencia y conste que no soy un ciudadano del montón. No, para nada: tengo la prepa terminada, me gusta estar informado, leo libros por puro placer (ya se podrán imaginar: ensayos, novelas, crónicas y poesía); me gusta ver pelis de alto valor proteínico (ya se podrán imaginar: Wim Wenders, Jonathan Glazer o Kurozawa) y mis amigos son rete inteligentes.

Lo del cine proteínico lo mencioné nomás para que le vayan tanteando el agua a los camotes.

O sea, dos meses después de andar dándole de comer a las palomas en la plaza y con la etiqueta de jubilado en mi saco de pana café con parches de cuero en los codos, me enteré que tenía “otra” Afore. Los chicos de Banorte, siempre empeñados en atender profesionalmente a sus clientes, me dijeron “pues mire, don Raúl, usted tiene todo el derecho de RECLAMAR esos recursos en el ISSSTE”.

Algunos se preguntarán el motivo para poner con groseras mayúsculas ese verbo y se los digo: porque con la nueva iniciativa de ley que aprobarán hoy los legisladores de Morena, el gobierno agarrará el dinero de los vejetes de setenta años o más -y no hayan RECLAMADO ese dinero- y lo meterá al Fondo de Pensiones para el Bienestar. Aquí empieza a “salir el peine”.

INCISO B

La acotación respecto a mi condición de ciudadano ilustrado, informado y con amigos rete inteligentes no es ociosa. Con esas señeras cualidades, hasta unas semanas antes de iniciar los trámites de mi jubilación, no tenía la más remota idea de dónde estaba alojada mi Afore, ni que esa cuenta estaba dividida entre el IMSS y el ISSSTE y que tenía no una, sino tres CURPS: una en Morelia, otra en Jalisco y otra en el DF.

Afores

Si eso le pasa a un ciudadano informado y lector de libros de poesía ¿se imaginan cuántos millones de mexicanos no sólo no saben que tienen semanas cotizadas en el IMSS y en el ISSSTE sino algo peor (y desgraciadamente) generalizado: no saben que tienen una Afore?

Pues bajo esa realidad, me parece que el gobierno haría bien en ayudar a esos millones de mexicanos aforados (pero casi desaforados con la nueva ley) informándoles, en primer lugar, que podrían tener una cuenta de ahorro para el retiro (una Afore pues). En segundo lugar, que si no reclaman esa lanita, el gobierno la usará para financiar la pensión de otros mexicanos y, tercero, facilitar la recuperación de esos ahorros… pero en serio y sin rodeos: hacer fácil, expedito, sencillo, el trámite. Insisto: hay millones de compañeros vejetes que ni saben que tienen una Afore.

Aquí cabe algo de filosofía: si uno no sabe que tiene algo… ¿lo puede perder?

Pues a eso le apuestan los gobiernos. Al bendito “no saber”.

No me refiero al gobierno de la 4T, me refiero a todos.

¿Qué hice cuando supe de mis semanas cotizadas en el ISSSTE? Pos fui a “reclamarlas” obvio y ¿saben? No pude porque, como todo mexicano que se precie de serlo, algunos papeles vitales para cuando uno se hace vejete… no los guardé y en el ISSSTE suelen tener empleados empeñados en que quien quiera recuperar sus ahorros opte por rendirse y diga “pos ya ni modo, a fin de cuentas, ni sabía que tenía ese billete”.

¿Qué hacen los empleados del ISSSTE -y seguro algunos del IMSS?

Pues de la manera más amable le informan -es un ejemplo- al sujeto en ventanilla y actitud humildita, que es imprescindible presentar un documento que le fue entregado, por ejemplo, en 1984 y suele ocurrir que el pobre infeliz no lo tiene o lo perdió o ni se lo dieron.

INCISO C

¿Se acuerdan del párrafo que les pedí tuvieran en cuenta y le puse dos asteriscos? Pues es hora de tenerlo en cuenta. Va:

Si el gobierno pretende que los vejestorios de setenta o más años se pongan la pila y corran por su dinero no reclamado, deben facilitar su recuperación porque, como les dije antes, es obvio, evidente e irrefutable, que nadie anda depositando dinero a alguien que no haya cumplido los requisitos para tener una Afore. Va más claro: si yo tengo en mi cuenta equis cantidad de dinero, producto de las cuotas que me depositaron a través del ISSSTE, es porque cumplí cabalmente los lineamientos para que se me depositara ese dinero y no me faltó entregar ni un solo documento. La CONSAR da fe de que todas las Afores en operación tienen los documentos checados, autorizados, en regla.

Por si estaban con el pendiente les informo: La CONSAR es el órgano administrativo desconcentrado de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público cuya labor fundamental es la de regular el Sistema de Ahorro para el Retiro que está constituido por las cuentas individuales, propiedad de los trabajadores (Google dixit).

En síntesis, si mis patrones y el gobierno pusieron dinero en mi Afore, es porque todo está en regla, es legal, no hay irregularidades… ¿entonces (perdón por mi francés refinado) por qué chingados le complican la vida a personas que, las más de las veces, hasta se asustan cuando les piden entregar formatos o documentos de hace treinta o cuarenta años? ¿Acaso no tienen en su poder todos los documentos de todos los cuentahabientes?

Ganas de joder. Nomás eso.

¿Alguien cree que la mayoría de los mexicanos de más de setenta años tienen sus papeles ordenaditos en un archivo semiprofesional? No me hagan reír. En verdad os digo: varios miles o docenas de miles de ciudadanos ni saben que tienen una Afore. ¿Por qué carajos no se les informa en una campaña nacional masiva, apabullante, empalagosa y eficaz que podrían tener una Afore y luego se les facilita el trámite para el retiro de ese dinero?

Sí, ya sé. Me dirán que sí se puede y es cosa de hacer tal o cual cosa. De hecho, un amigo lo consiguió luego de innumerables desatinos, frustraciones y tristezas. Incluso me ofreció su asesoría. Me refiero al talentoso Vicente Buzz Guijosa. Este chamaco, gracias a los buenos manejos documentales de su madrecita (que Dios tenga en su gloria) tenía archivado todo -pero todo lo que se llama todo- de cada uno de sus escuincles. Fue en ese arcano maternal donde el Vicente recuperó cualquier documento necesario para pensionarse y algo más: el histórico documento que da fe del registro germinal, primario, iniciático en el IMSS: 1967. En esa fecha lo dieron de alta. Doña Lolita -autora de los días del afamado fotógrafo- no era un ser normal.

Alabada sea su memoria.

La inminente y novísima reforma a la ley de pensiones (su aprobación es mero trámite y será realidad en unas horas) autoriza al gobierno a tomar ese “dinero ocioso” de los viejos de setenta años o más, para completar las pensiones de otros vejetes potenciales o de pleno derecho. Eso se oye muy bien, pero bueno, seamos sensatos: será muy ocioso ese billete, pero no es del gobierno. Es curioso cómo operan las cosas de un lado (el ganador) y del otro (el de cualquier ciudadano): “tomar ese dinero”, que no es del gobierno, aparentemente será muy fácil… pero que los trabajadores de más de setenta años puedan recuperarlos es casi imposible.

Cierto: dicen que se podrá recuperar cuando opere el Fondo de Pensiones para el Bienestar y realizando un trámite (aún por definir). Eso está bien, pero si la manera de recuperarlos pasa por las mismas tribulaciones que hoy desaniman a cualquiera mejor nos ponemos solidarios y nos despedimos de ese recurso.

Como algunos sabrán, no simpatizo con la 4T, pero el fanatismo y las convicciones político/partidistas no anidan en mí. Reconozco sin problemas cuando un “adversario político”, un amigo o gobierno “tiene la razón”. Defender a un político o un partido me parece tóxico. No me caso con ideologías y si alguien me argumenta algo de manera correcta y constatable… yo cambio de opinión, camiseta, equipo, fe, grupo de rock o lo que sea.

Me queda claro que la intención del gobierno con lo de las pensiones es loable; el problema, como todo en la vida, está en otra parte.

De hecho, les informo, por si estaban con el pendiente: en la oscura etapa neoliberal las cosas eran muy jodidas con las pensiones. El IMSS, por ejemplo, cuando una cuenta estaba inactiva diez años, nomás la tomaba con todo y dinero y bye, bye, chamacos; si tienen tele, pos ahí se ven. Ni siquiera se podía entablar un juicio para recuperar la lana.

INCISO D

Comentario final: lo que hace la 4T en varios de sus programas tiene una pátina de justicia social y en teoría lo es, pero la ley a punto de aprobarse sobre las pensiones y su puesta en operación no parece viable.

¿No?

Pos no.

La forma de fondear el proyecto no es sustentable. Con la información que pude recabar, los “fondos semilla” no van alcanzar para financiarlo porque esas semillas florecerán quizás uno o dos años (siendo muy optimistas). ¿Dónde andan los “fondos semilla”? Va una parte del origen de esos dineros -incluido mi escepticismo: ni con los recursos del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado; ni con los fideicomisos que el gobierno a extinguido (por nuestro bien); ni con las cuentas ociosas de los ahorradores marginales en los bancos; ni con lo que costaban los organismos autónomos que también han extinguido (por nuestro bien); ni con los fondos ociosos del INFONAVIT y otras dependencias alcanzará para fondear esas pensiones justicieras.

Todo eso, extraoficialmente, son unos 64 mil millones de pesos.

Cuando se acaben esos fondos semilla con todo y los intereses que generasen ¿de dónde saldrá el dinero? Todo estaba previsto, claro. Sobre todo en tiempos electorales: por lo pronto y para seguir siendo coyunturales, de las Afores ociosas. Dicen que son 40 mil millones de pesos. Eso es mucha lana… pero igual: se agotará.

El asunto de las pensiones es de una complejidad pasmosa no sólo en México. Las “tasas de restitución” en todo el maldito mundo no son capaces de llegar al 100% ni en sueños (se rumora que en Australia sí) pero aun así, la nueva ley promete ese dorado porcentaje. Busquen en Google qué es esa macana de la “tasa de restitución”.

La modesta intención con este escrito es llamar la atención a través de un caso personal que debe aquejar a docenas de miles de viejos aforados… pero a punto de ser desaforados. Lo reitero: muchísimos no saben que tienen Afore y si lo saben, ya se rindieron ante la complejidad de los trámites para recuperar su dinero.

INCISO E (ora sí, final)

Consejo no pedido para los próximos vejetes que en este momento andan poderosos en la cuarta o quinta década de vida y todo les vale madre: infórmense exhaustivamente de cuanto se relacione con su retiro. Chequen en dónde anda su Afore y cuántas semanas han cotizado, asegúrense de tener sólo una clave CURP (el juicio para unificar las claves es un poco engorroso), verifiquen que su acta de nacimiento tenga los datos correctos, que el salario que perciben sea el mismo con el cual los dieron de alta en el IMSS o ISSSTE. En este caso lo más común es que los datos no coincidan porque… porque… porque… porque así se las gastan los patrones. No importa si es el gobierno o en el ámbito privado: son igual de transas.

No es chido llegar a viejo y andar causando lástimas o viviendo de lo que la familia alcanza a darle al abuelo sin dinero.

Uno cree que ser vejete es algo que ocurrirá en un futuro muy muy muy lejano, pero no.

Un día se van a levantar y ¡zas! ya lo son. Es sencillo ese proceso.

COLOFÓN: Si creen que este texto puede servirle a alguien, pónganlo a circular. Gracias.

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