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Más negro que la noche, crítica

Anunciada como la primera película live-action filmada en México, llegó a la cartelera Más negro que la noche (2014), segundo largometraje del mexicano Henry Bedwell, desde de la insufrible comedia (es un decir) del 2004, Avisos de ocasión.

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Por Armando Casimiro Guzmán

Esta es la tercera vez en que una obra del cineasta Carlos Enrique Taboada es llevada nuevamente a la pantalla en una especie adaptación-homenaje, después de las fallidas El libro de piedra(2009) dirigida por Julio César Estrada (director de Cañitas, ni más ni menos) y de la versión de Gustavo Moheno de Hasta el viento tiene miedo(2007). La cinta se estrena con la inusitada cantidad de mil copias en todo el territorio nacional, además de que planea tener corrida comercial en países como Estados Unidos, Rusia, Corea del Sur y Bélgica.

Carlos Enrique Taboada fue un director y guionista mexicano que tenía preferencia por los géneros del terror y del suspenso. A pesar de que en su momento sus cintas no fueron particularmente exitosas, con el tiempo sería revalorado su trabajo gracias a la exhibición en televisión de buena parte de sus obras. Más negro que la noche cuenta la historia de Greta, una joven que recibe de herencia una vieja casona en las afueras de la ciudad, tras la muerte de una ermitaña y acaudalada tía. Greta y tres amigas más se mudan a la casa, la única condición para hacerlo es que cuiden de Becker, un hirsuto gato negro que fue la posesión más valiosa de la anciana. Pero días después, cuando algo le pasa a la mascota, empiezan a suceder toda clase de cosas extrañas en la vieja mansión.

Hay que aclarar que esta es una coproducción mexicano-española (es una de las razones por las que se incluye en el reparto a la actriz hispana Ona Casamiquela), fueron los europeos quienes brindaron toda la asesoría y capacitación técnica para el rodaje en 3D. De hecho, la ambientación de la locación principal es uno de los pocos aciertos del filme, además del formato en tercera dimensión, que es interesante pero no imprescindible.

Resulta inevitable comparar ambas versiones, pero invariablemente la adaptación de Bedwell se estrella una y otra vez contra sus propias limitantes. Ese afán modernizador se destila en una serie de diálogos absurdos y en temas musicales que en poco ayudan para darle el toque sombrío y siniestro que requería la historia. Pero lo peor sin duda es el reparto, Eréndira Ibarra, Adriana Louvier, Ona Casamiquela y ni siquiera Zuria Vega (¡como dibujante de cómics!), logran ofrecer actuaciones verosímiles, buena parte de las escenas de terror bordean con espanto los límites del humor involuntario. A esto hay que sumar el increíblemente antipático desempeño de José María Torre, quien además es uno de los productores de la cinta.

Más negro que la noche viene a engrosar la lista de cintas mediocres que año tras año nos ofrece el género, tan triste es su caso que acude al recurso de incluir gritos grabados para hacer saltar a la audiencia o en su defecto, despertarla de su letargo. Ya se anuncia que hay planes de rehacer otra de las películas más conocidas de Carlos Enrique Taboada, en esa ocasión será Veneno para las hadas (1984) y dados los antecedentes, no hay razones para ser optimista.

 

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