Hay momentos que todos hemos vivido, como cuando estábamos en la primaria y nos caímos a mitad del patio en el acto a la bandera porque el piso estaba mojado, momento inolvidables llamados «osos». Aquí la crónica del primer oso internacional del Festival de Cine de Morelia en su edición 2014.
Por Omar Arriaga Garcés
Aunque sólo ha dirigido dos películas (Alibis, 1977; y Cinq et la peau, 1982) y aparecido en otras dos (Resurrection of the Little Match Girl, de Jang Sun-woo, 2002; y En effet, cher Pierre Rissient, ceci aurait dû être votre Cinématon, de Gérard Courant, 2006), Pierre Rissient es conocido en el mundo del cine por su savoir faire (saber hacer) y su ojo clínico, tanto que se lo presenta como una de las voces más autorizadas e influyentes del festival de Cannes, durante más de cuarenta años.
Rissient recuerda a Pepín Bello, ese personaje de la Generación del 27 (que comprendía a Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Luis Cernuda, entre otros autores), quien no escribía pero cuya influencia entre dichos poetas era innegable y decisiva.
Sobre la trayectora de Rissient, esto postea el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) en su sitio de Internet: «Ha colaborado tras bambalinas para lograr que los engranajes del cine den espacio a cineastas emergentes o desconocidos en su momento, contribuyendo a consolidar las carreras de directores como Quentin Tarantino, Werner Herzog, Abbas Kiarostami, Jane Campion, Clint Eastwood, John Boorman y Sydney Pollack, entre otros.
«Precursor de la entrada del cine asiático a los circuitos europeos, abrió camino para que las artes marciales de las obras maestras chinas entraran al circuito de Cannes con Touch of Zen (1971) de King Hu.
«La industria le ha dado el sobrenombre de “guerrero samurai” del gremio, pues ha sido un asiduo defensor de los proyectos y directores que valora. Este destacado personaje cuenta entre su trayectoria el haber participado como asistente de producción de Breathless (1960) de Jean-Luc Godard y se dice que es la única persona que puede circular en el Palacio del Festival de Cannes en playera».
Pues bien, estábamos escuchando de boca de Rissient antes de que comenzara la proyección de El gran robo, dirigida por Don Siegel, que se trataba de un documental con el que los mexicanos iban a identificarse, ya que era una mirada de los extranjeros sobre este país, sobre cómo nos ven desde afuera.
La sección México imaginario, era, por supuesto, el escenario idóneo para la exhibición de El gran robo. Esto escribe el FICM sobre dicha sección: «¿Cómo es México visto desde ojos extranjeros? Esta es la pregunta que la sección “México Imaginario” del FICM responde cada año de forma distinta».
Pues ahí tienes que luego de la presentación de Rissient empieza a correr la película de 1949, ¡pero no es en blanco y negro! Salen unos chicos universitarios de Estados Unidos que al parecer están en la década de los 80, con ropa inefable y peinados con mucho mousse, los que tienen un aire a The breakfast club, esa cinta que protagonizaban la estrella pop Molly Ringwald y el por entonces célebre Matthew Broderick.
Se escucha la voz de Rissient por la pequeña sala, gritando en francés, «esa no es la película, esa no es la película». Luego de un par de minutos detienen la proyección; aparentemente no se sabe bien qué es lo que ocurre. Se prenden las luces. Un joven hombre, de traje, toma el micrófono y ofrece disculpas porque deben haberse equivocado de cinta.
Así es, se han equivocado de cinta. Había en los «archivos fílmicos» otra cinta con el mismo nombre y les han enviado esa «otra» en vez de la de 1949 de Don Siegel. «Trateremos de traer esa película antes de que termine el festival, o en caso de que no alcancemos, para el año que viene la presentaremos», indica otra persona del equipo del FICM.
Entonces aparece Daniela Michel, directora del festival, pidiendo disculpas en inglés, diciéndose muy avergonzada por ese «terrible error». Lo curioso es que nadie haya revisado el archivo y probado la película para verla antes de su proyección en el evento fílmico más importante de México, y uno de los más relevantes a nivel mundial, según diversos invitados.
Daniela Michel empieza a pedir disculpas, ahora en español, comentando que regañarán a la empresa que les manda una película mal rotulada. Lo raro es que a nadie, entre todo el crew que integra el FICM, no sólo a Michel, se le haya ocurrido ver la cinta para verificar si se encontraba en buenas condiciones. Pero esas cosas no pasan en México.
Minutos después se informa que será The Hitch-Hiker, de Ida Lupino, la película que se presentará en ese momento, cuyo título sería algo así como El que pide aventón, pero que se ha traducido como La muerte al acecho. Quizá el traducir los títulos de las películas como Dios les da a entender haya jugado en contra en esta ocasión.
En lo que van por la película, Rissient pasa de nueva cuenta al frente a hablar, ahora de The Hitch–Hiker y de Ida Lupino. Unos chicos se quejan en la fila de atrás porque no podrán entrar a la siguiente función para la que tienen boleto sin llegar tarde, o sin perder el desenlace de El que pide aventón.
En efecto, a mitad de la proyección algunas personas abandonan la sala, pero la película ha sido tan entretenida que de todas formas el generoso público de Michoacán y de México aplaude, y más con la presencia de Rissient. ¿Qué estarán pensando los organizadores del festival? Me gustaría saber el nombre de la empresa que ha rotulado mal la cinta, pero seguramente de eso no se mandan boletines informativos a los medios.