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México, Noruega y un bebé rocanrolero

Francisco Valenzuela

@fvalenzuelam

Semana negra la que se termina. México es un territorio de salvajes, indiferentes y cínicos. Ayer platicaba con un amigo y llegábamos a ciertas conclusiones: en Noruega, un país frío y pacífico, la matanza perpetrada por Anders Breivik no se olvidará jamás porque nunca antes había ocurrido un hecho tan atroz y difícilmente se podría repetir. El fanático de 32 años que asesinó a 76 personas inocentes está preso y hoy todo el mundo conoce sus delirios.

Pero acá es distinto. Acá ya nos acostumbramos al olor a pólvora, a los crímenes sin razón, a las venganzas interminables. Después de lo ocurrido en el estadio del club de futbol Santos, el periódico español El País reflexionó en algo innegable; en México se nos acaban los “nunca antes”. Nunca antes granadas en un 15 de septiembre, nunca antes fusilamientos en centros de rehabilitación, nunca antes balaceras al interior de algún bar.

Monterrey, una de las ciudades más pujantes del México en ruinas, se ha convertido en un lugar inhabitable. Empezaron con narcobloqueos y ahora sufren el horror del terrorismo. A las autoridades, cínicas como siempre, impávidas, sólo se les ocurren tonterías como decretar tres días de luto nacional y, en el colmo de la desvergüenza, ahora ordenan revisar el estado que guardan los casinos, tal vez “para prevenir cualquier otro desaguisado”.

En pleno mes patrio el país está en la zozobra. Nadie está seguro en ningún lado. No hace mucho que una conocida veía su telenovela favorita en casa cuando las ráfagas atravesaron sus débiles muros calidad Infonavit. Policías federales perseguían a presuntos narcotraficantes a quienes se les ocurrió saltar al techo de la susodicha. Tampoco olvido lo que me contó un amigo músico; estaba en su departamento, ensayando con la banda, cuando un grupo de militares entró sin pedir permiso y los sometió a todos (incluida una chavala). Alguien, dijeron, los había denunciado por tráfico de drogas y era hora de que se rindieran. Desde luego que no encontraron nada, así que tuvieron que largarse no sin antes dejar todo de cabeza.

A diferencia de Noruega, en México la tragedia de hoy supera a la de ayer, y la de mañana viene con todo. Aquí ningún evento pasará a la historia por sí solo porque el que le sigue nos sorprende más y causa lagunas mentales.

En el México pistolero todos andamos con miedo, un poco escondidos y deseando ser un mocoso que se divierta cuando ve a Queen en el escenario, como este güero con futuro promisorio:

 

 

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