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Muera El Recodo: los rockeros pueden hacer lo que quieran

Que se muera el rock, que se muera,

que se muera el rock, que se muera

y que viva el mambo.

Armando Palomas

 

Tremendo berrinche nos hizo pasar la Banda El Recodo al profanar la inmaculada perfección de Another brick in the wall, el clásico de la sacrosanta Pink Floyd.

recodo

De inmediato las reacciones se desataron: unos, machete y antorcha en mano, pedían –como mínimo– la inmolación de Poncho Lizárraga y sus secuaces, otros vieron como una falta de respeto a Roger Waters el que una banda de viento tocara un tema emblemático de un grupo referente en el rock. Otros más lo tomamos como simple cotorreo para complacer al público de un evento en que son más los amantes del rock, bueno, al menos eso dicen basados en el estereotipo del chopper.

(Paréntesis anecdotario: hablando de estereotipos choppers, hace tiempo, un motociclista de aspecto rudo y con una máquina poderosa estaba esperando a que saliera su amiga, novia o lo que sea cerca del lugar donde trabajo. Es sabido que muchos motociclistas gustan de instalar equipos de audio en sus motos para hacer más placentero el viaje y este chopper rudísimo no era la excepción: cuando salió su lo que sea puso la música: pam, pam, pam, pam, pam. Me suena, pensé. “Dale a tu cuerpo alegría Mac…” y el pip pip pip de los estéreos al cambiar de canción para dar paso a una poderosísima, ruda y súper ad hoc Don’t tread on me, de Metallica, por aquello de los estereotipos y las expectativas que hay que cumplir).

Cualquiera que haya sido el motivo por el cual La Madre de Todas las Bandas hizo ese cover, causaron ámpula en toda una legión de rockeros, wanna be’s, puristas y detractores de la música grupera. De repente me pregunté cómo sería si, por ejemplo, el otro inmaculado, Café Tacuba, hubiera hecho un cover de, no sé, algo sencillo, Los Bukis. ¿Sabe usted qué habría pasado?, nada, absolutamente nada; ¿sabe usted por qué?, porque los rockeros pueden hacer lo que quieran, no así la gente de otros géneros. No me cree, ¿verdad?, le platico:

En 2014, Los Ángeles Azules lanzaron su disco Cómo te voy a olvidar. La sorpresa para este álbum fue la participación de Saúl Hernández. De repente me dieron ganas de hacer berrinche, luego recordé La negra Tomasa y se me pasó. Pero el disco también incluye a Kinky, Carla Morrison (aunque en este caso la hipsteriza dirá que fue por experimentar algo kitsch), el IMS (ah, pero al colectivo Nortec le perdonamos lo que sea, y también se apoyan en bandas de viento y conjuntos norteños) y Vicentico, entre otros. ¿Algún purista de la cumbia se quejó?, no, al contrario, porque con este álbum, los de Iztapalapa demostraron que, sin salirse de lo suyo, pueden estar a la altura de cualquiera. ¿Alguien llamó naco a Vicentico por cantar cumbia?, nadie, ni a ninguno de los colaboradores del disco.

Otro tributo, que en realidad son versiones de rockeros a temas conocidos, es El más grande homenaje a Los Tigres del Norte, en el que aparecen Molotov, Eli Guerra, El Haragán, La Maldita, Café Tacuba (sumamente pretenciosa su participación pero bueno, a la gente le gusta), Botellita de Jerez (lo mejor de este disco), Julieta Venegas, El Gran Silencio y hasta los maestrazos que son Los Lobos. El disco, bueno o malo, en lo personal, salvo dos o tres participaciones de las que prescindiría, me gusta, tuvo buena recepción y quizá porque en 2001 no había redes sociales, pero no se vieron las hordas de rockeros encabronados.

Pero también se han editado tributos a José Alfredo Jiménez, siendo XXX (recordando los 30 años de su partida) el más comercialote y desfasado pues va de Moderatto a Bunbury y de Julieta Venegas a El Tri. Pero en 2010 Carlos Ann y Mariana Aupi nos regalaron (literal, la descarga fue gratuita) Brindando a José Alfredo Jiménez, un buen documento si se quiere ver así. Buenos músicos haciendo buenas versiones, como las de Tino Carotone, Lety Servín, Javier Corcobado (de lujo), Twin Tones y hasta Liber Terán, y eso que está lejos de ser de mis cantantes favoritos.

Esos discos están hechos más en serio, sobre todo el producido por Carlos Ann y Mariana Aupi, pero hay otros hechos con un espíritu más lúdico, más juguetón, como El Recodo al interpretar el clásico de Pink Floyd. Uno de esos ejercicios de cotorreo puede considerársele a Rigo es amor, de 2006, que incluye a Plastilina Mosh, Erick Rubín (carajo, no creí que fuera en serio), La Lupita (no conformes con haberle puesto en la madre de forma tan simpática a Contrabando y traición), Jaime López (lo mejor del disco), Nortec (insisto, a ellos sí se les perdona lo que sea, yo no, pero la gente pues) y otros más.

Al rededor de todos esos tributos y versiones de rockeros a artistas de otros géneros, como el ranchero y el grupero, no se vio a los amantes de la música popular, de la cumbia o la vernácula protestar; si no causó sorpresa, al menos pasó inadvertido. Lo que ocurre aquí es que nosotros rockeros podemos bajarnos al nivel de quien sea y hacerle el favor de cantar sus canciones al mismísimo Juan de las Pitas, pero que a un gruperillo no se le ocurra venir con su tambora a cantar nuestras canciones (¡) porque arde Troya.

Pienso en ello mientras veo al grupo Los Tolerados, de Sonora, interpretar su versión norteña de Have you ever seen the rain, de Credence. El vocalista tiene punch y toca bien el contrabajo y los demás miembros del grupo saben lo que hacen y lo hacen bien. Al final tenemos una versión interesante, como ocurrió con El Recodo, que quizá desafinaron, bueno, eso dicen los especialistas y musicólogos de las redes sociales aunque no me consta porque la calidad del video es pésima, pero tuvieron el atrevimiento, se divirtieron, divirtieron a su público, los solos de clarinete y trombón suenan chévere y ya, podemos seguir adelante sin pasar a mayores porque, además, ¿sabe usted cómo están asimilando Roger Waters y los miembros de El Recodo la avalancha de comentarios y críticas?, exacto, creo que les vale madre, como a nosotros debería valernos y no empeñarnos en esa idea de que sólo los rockeros pueden hacer lo que quieran. Salud por ello.

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